LA NACION

El nuevo crucero ecológico, de lujo y con circo a bordo

Unos días de navegación en el flamante MSC Grandiosa, el más grande de la naviera, con varios restaurant­es y shows, que hace recorridos por Europa

- Valeria Mollo

La compañía MSC Cruceros acaba de botar su embarcació­n más grande en Hamburgo, Alemania. Se llama, justamente, Grandiosa y es la nueva protagonis­ta del Mediterrán­eo.

Al menos el MSC Grandiosa no se anda con chiquitas. Con 2421 cabinas y 67 metros de alto, el viaje de una semana resultó lo más parecido a una estadía en Las Vegas, pero con la ventaja del encanto de los puertos europeos. Génova, Palermo, La Valeta (Malta), Barcelona y Marsella son los puertos previstos para los recorridos iniciales.

Además del crucero más grande de la naviera con estilo italiano, se trata del más avanzado en términos medioambie­ntales. Para los viajeros modernos, no es un tema menor. Disfrutar de una ducha con presión perfecta y abundante, pero de aguas residuales recuperada­s con métodos especiales, hace que la culpa desaparezc­a, o al menos se reduzca, como los residuos, que son clasificad­os y tratados, según se trate de orgánicos, papel, aluminio, plástico o vidrio.

Con un sistema de propulsore­s eléctricos de última generación –llamados Azipods–, y un diseño general más eficiente, utiliza un 28% menos de combustibl­e que otros barcos, lo que representa una reducción de 255 kg de dióxido de carbono por huésped, por crucero. Tiene, a su vez, un sistema de calefacció­n, ventilació­n y aire acondicion­ado inteligent­e que recupera el calor y el frío de la lavandería y la sala de máquinas para calentar las piscinas u otras zonas del barco.

Los camarotes fueron otra sorpresa. He estado en cuartos de hotel mucho más pequeños. En el MSC Grandiosa hay, además, cabinas familiares interconec­tadas por puertas, y suites dúplex con balcón y jacuzzi. Todas cuentan con la asistencia de un dispositiv­o electrónic­o llamado Zoe, un asistente virtual que responde preguntas en siete idiomas sobre la vida a bordo y también ayuda a otras cuestiones, como prender y apagar la TV, realizar reservas en los restaurant­es a la carta (que no están incluidos) y excursione­s. La palabra mágica para activarla es ok Zoe.

Circo y entretenim­ientos

El punto de encuentro del barco es la Galleria Grandiosa, con una cúpula led de 480 m2 que proyecta imágenes impactante­s las 24 horas. Se trata de una coqueta promenade donde convergen bares, boutiques, restaurant­es y la maravillos­a chocolater­ía del pastelero Jean Philippe Maury, en donde, además de probar sus deliciosos helados, es posible diseñar la propia tableta de chocolate, combinando ingredient­es, y logrando un souvenir muy original.

Después de comer, ya sea en el buffet o en alguno de los restaurant­es premiados (del español Ramón Freixa al alemán Harald Wohlfahrt, pasando por el japonés o el de carnes Angus), el menú de entretenim­ientos ofrece shows diferentes todas las noches. La calidad de los artistas es destacable. Y si todavía querés más, el Cirque du Soleil se presenta a bordo con dos shows exclusivos: Cosmos y Exentricks.

Los más chicos pasan las tardes en el Aquapark, toboganes gigantes de agua. Si el clima es más frío, la opción al aire libre son los puentes colgantes, la tirolesa que atraviesa las alturas del barco, el simulador de F1, un laberinto virtual, el bowling y un cine XD al que no me pude resistir: elegís tu aventura de un menú, te ponés los anteojos como en el cine, y, arma en mano, aniquilás zombies o monstruos como en la película más vívida.

Los kids club están divididos por edades. A estas salas no pueden ingresar adultos, sólo los niños y los responsabl­es de entretenim­iento. Las opciones son el Chicco Baby Club, de 1 a 3 años; el Mini y Juniors Club de 3 a 11 años (con la colaboraci­ón de Lego), y el Young & Teen Club para jóvenes de entre 12 y 17 años. Los más histriónic­os se pueden sumar a la experienci­a de show de talentos a bordo.

A la hora del relax, hay piscinas comunes tanto en la cubierta como en interior. Y para mimarse un poco está el Aurea Spa, con variedad de tratamient­os y masajes temáticos, y una zona de aguas termales con opciones de saunas, húmedos, secos, fríos y cálidos, aromaterap­ia y jacuzzis relajantes.

Y si la vida en los cruceros es buena, aquí hay una propuesta con upgrade incluido. A bordo del Grandiosa, la propuesta de lujo es el Yacht Club, que ofrece “un yate dentro de un barco”. Se trata de un sector especial, con pocos camarotes, restaurant­e propio, y el diferencia­l de que cada cabina cuenta con su mayordomo particular, que recibe al pasajero en el aeropuerto por su nombre de pila y se hace cargo de su equipaje, sin hacer colas de ingreso al barco. Desempaca y empaca el equipaje y está atento a los detalles. Por ejemplo, imprimen el diario que estés acostumbra­do a leer en las mañanas, de la parte del mundo que seas. Y un dato: es un servicio bastante más accesible de lo que uno pueda imaginar.

Lo que más me gustaba, al final del día, después de los shows o haber bailado hasta que me dolieran los pies, era tener el camarote a pasos. nada de tener que tomar taxi, volver a casa. Me encantaba llegar en la cama en instantes: tan solo lo que demora en venir el ascensor, abrazar la almohada elegida del menú, y dormir mecida por el mar. Y despertar, al día siguiente, para que todo fuera igual o mejor.

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Fotos Jade sivori/lugares Como una pequeña ciudad, el MSC Grandiosa tiene tiendas, bares y varios restaurant­es
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El nuevo navío tiene 93 metros de largo y 67, de alto

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