LA NACION

Antiguos templos, mafia y otros encantos de Sicilia

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Nuestro hijo reside en Vilnius, Lituania, y nos invitó a recorrer Sicilia en 8 días. Volamos a Palermo y allí Mauro alquiló un auto para hacer el recorrido hasta Catania por la ruta Sur.

La ciudad antigua de Palermo es muy pintoresca y apta para comer por las calles hasta un pulpo en Al tentacolo, preparado al paso por solo 7 euros, que puede ser regado con un vaso de vino Nero d’avola, exquisito. Los menús en los restaurant­es sobre las calles son todo una poesía: por ejemplo: Tortelloni con Fonduta di Tuma persa mantecati alla birra. La ciudad cautiva con su sincretism­o socio cultural bizantina- árabe-normanda. (Los normandos se dirigieron a Sicilia a partir del año 1000 aproximada­mente). Lo más impactante es el Palacio de los Normandos, la Opera de Palermo y el Teatro Massimo (un petit Teatro Colon); la Catedral y las cuatro esquinas o Quattro Canti en el Centro Storico, donde hay exposicion­es que cuentan sobre los muertos por la mafia: Cadaveri eccellenti, recordando al Juez Falcone y otros.

Saliendo de Palermo nos esperaban los templos griegos. El de Segesta

fue construido mirando al mar y la vista desde el mismo es espléndida. Todas las guías lo consideran como el más cautivador de la isla porque está construido dentro de un hermoso paisaje campestre. Se pueden comer unos snacks junto al templo, por ejemplo unas arancinas, que no son naranjas sino croquetas de arroz con queso en su interior, y que por fuera parecen esa fruta.

Saliendo de Segesta, pasamos por Erice un par de horas, el pueblo montañoso con más carácter de la isla. Se trata de un burgo medieval a gran altura, y seguimos viaje.

Pensando pernoctar la tercera noche en Agrigento, nos tomó la lluvia intensa en la ruta y tuvimos que sacrificar el paseo por el campo arqueológi­co de Selinunte que quedaba de paso…

Y llegamos a Agrigento, el yacimiento arqueológi­co más importante de Sicilia, con el Valle dei Templi. Nuevamente en un departamen­to con vista a los templos, por solo 90 euros la noche para tres (en temporada baja). En su época fue una de las colonias griegas más ricas de Sicilia. La visita se complement­a con otra al museo local, donde se da una detalladís­ima explicació­n sobre la forma en que los griegos creaban esas hermosas columnas.

Muy cerca de Agrigento se puede visitar en Realmonte una espléndida playa, llamada Scala dei Turchi, comer un snack y seguir viaje.

Pasando por Ragusa Ibla, otra ciudad antigua con un burgo, cuyo laberinto de callejuela­s está lleno de edificios barrocos, y donde se encuentran rincones tranquilos y escondidos. Aquí vale la pena nombrar la Piazza del Duomo con la Catedral barroca de San Giorgio (1744).

Y así llegamos la quinta noche a Siracusa, durmiendo en el casco antiguo, Ortigia, la punta de la ciudad que da al mar, y que es toda una reliquia. Siracusa fue una ciudad poderosísi­ma durante dos siglos, resistió embates de Atenas y otros, y sucumbió finalmente ante la flota romana.

Platón y Arquímedes

A Ortigia Platón vino a enseñar filosofía en 397 a.c, aquí nació Píndaro el poeta, y el gran Arquímedes defendió a Siracusa contra Roma, muy comentado en el museo local. No deje de visitar la expo Arquímedes, va a aprender de donde viene el concepto de “la mano férrea”, inventada por él, y verá grandes espejos que quemaban las naves romanas. En Ortigia lo más importante para ver son los restos del templo de Apolo, la plaza Arquímedes con su fuente, la barroca piazza del Duomo y el Passaggio Adorno sobre el mar.

En Via Vittorio Veneto, 17 pude tomar un vaso de vino en la calle empedrada antigua, sentado en un banco de plaza. Hay que ver también en Siracusa el fabuloso teatro griego excavado en la roca, uno de los más grandes del mundo antiguo, el anfiteatro romano, y vecino a este la gruta llamada la Oreja de Dionisio.

Después de dos noches en Siracusa, se imponía viajar a Taormina vía Giardini-naxos, por la bella costa. Aquí el must fue caminar por los jardines públicos en terrazas sobre el mar, caminar por el Corso Umberto I, Piazza del Duomo, subir nuevamente a un burgo antiguo llamado Castelmola (en autobús público ), e ir al teatro griego, desde donde se observa la mejor vista del mar y del Etna.

El poeta alemán Goethe pasaba sus vacaciones aquí y estaba fascinado con Taormina. Se puede hacer una excursión en barca a la reserva nacional de Isola Bella. El segundo día es obligatori­o visitar el Etna, (del griego arder) descripta por Píndaro como la montaña que sostiene al cielo, con 3323 metros de altura. Se puede llegar en automóvil hasta Refugio la Sapienza, la base para tomar el funicular, que lleva hasta casi 2000 y luego seguir un poco más con los camiones todoterren­o que se ofrecen allí (Funivia dell Etna). Un guía local nos mostró un par de cráteres y laderas superiores y nos instruyó en la vulcanolog­ía. Allí arriba parece estar uno en la Luna. Nos ahorramos el viaje espacial.

Otra visita interesant­e y que vale la pena hacer, para los que gustaron de la película El Padrino, es ir a 60 km de Taormina, a Savuoca. Visitar y tomar una cerveza en el bar Vitelli. Este pueblo parece detenido en el tiempo con la excepción de la historia referida homenajean­do a Francis Coppola.

Última noche en Catania. Se llega rápido desde Taormina, no hay mucho que ver salvo la Plaza Bellini y caminando por la Vía Etnea, llegar al Duomo, con sus elefantes de mármol. Los bares frente a la plaza en la Vía Manzoni ofrecen las delicias más exquisitas en dulces, tipo Cannoli (¿recuerdan a Los Soprano? Sicilia esta unida a la historia de la Mafia).

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 ?? Roberto y Norma Battellini ?? Él tiene 74 años y es cirujano cardiovasc­ular. Ella, 60 y es psicóloga. Viven en Vicente López
Roberto y Norma Battellini Él tiene 74 años y es cirujano cardiovasc­ular. Ella, 60 y es psicóloga. Viven en Vicente López

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