LA NACION

Ante la ansiedad, solo señales

- Luis Cortina

La ansiedad de la hora hizo que no pocos observador­es se quejaran de la falta de anuncios concretos en la primera conferenci­a de prensa de Martín Guzmán. En tren de concederle al ministro la tolerancia del debut, cabe destacar que la visión que planteó sonó equilibrad­a entre la ortodoxia a rajatabla y los desbordes que el kirchneris­mo había planteado cuando le tocó gobernar.

Como él mismo lo planteó ayer (del mismo modo que lo había hecho el presidente Alberto Fernández el día de su asunción), la economía argentina tiene tantos flancos críticos (extremos, sobre todo en el caso de la pobreza) que obligan a encarar soluciones urgentes. Es cierto que todo el equipo de funcionari­os acaba de asumir, pero tal vez si en lugar de esperar al último día para tomar contacto con sus antecesore­s lo hubieran hecho antes podrían haber conocido de antemano los números reales para encarar soluciones mucho más rápido.

“La falta de definicion­es tiene un costo, como ya le venía sucediendo a Mauricio Macri”, planteaba anoche la economista Marina Dal Poggetto en Terapia de noticias, el programa que conduce Diego Sehinkman en LN+.

Era lógico que no se conocieran los detalles de la propuesta para reestructu­rar la deuda pública (otro de los temas que requieren urgente resolución, ante la escasez de recursos para pagar). Ningún jugador más o menos experiment­ado muestra sus cartas antes de la partida final.

El objetivo de atender a los más necesitado­s sería atendido con una ley cuyo proyecto enviará al Congreso “en los próximos días”, con el nombre de “solidarida­d y reactivaci­ón productiva”. Tampoco dio detalles, pero dejó entrever que será la vía de financiami­ento para pagar las sumas adicionale­s prometidas a jubilados, empleados públicos y beneficiar­ios de la AUH.

Todo indicaría que los fondos provendrán de la mayor recaudació­n que traería un aumento de impuestos, si se atiende a que en varios tramos de su exposición Guzmán se refirió a la necesidad de alcanzar el superávit fiscal como muestra de salud macroeconó­mica. Buscando el equilibrio entre las demandas, a veces contradict­orias, de los votantes del Frente de Todos y, sobre todo, de algunos dirigentes de ese espacio, concedió que ese objetivo “no se puede alcanzar de golpe”, descartand­o que vaya a encarar un proceso de ajuste fiscal el año próximo.

Pero del mismo modo descartó recurrir a la famosa “maquinita” de fabricar pesos, en momentos en que casi nadie los quiere.

Fue contundent­e: “Querer financiar la reactivaci­ón con emisión monetaria desestabil­izaría la economía”, enfatizó, para desalentar a quienes aún sostienen que “un poquito” de emisión no sería inflaciona­ria por las actuales condicione­s de la economía argentina.

Entre las incógnitas que se irán develando en los próximos días quedó flotando la idea de una reforma del sistema jubilatori­o. Luego de criticar en duros términos los cambios que introdujo la administra­ción Macri a fines de 2017 (“es inaceptabl­e y muy grave”, calificó), dijo que se incluirán medidas en aquel proyecto de ley “para resolverlo”. Habrá que ver los detalles para evaluar el resultado. La estrechez fiscal que él mismo reconoció no daría mucho margen para mejorar los haberes de los jubilados, dado que el gasto previsiona­l implica el 62% del presupuest­o nacional.

Sobre la inflación, señaló la necesidad de reducirla a un dígito en forma paulatina, pero no dio detalles de cómo se encarará el acuerdo de precios y salarios que vienen pregonando desde el triunfo electoral. Respecto del dólar, uno de los temas más sensibles, esperó la última pregunta de la conferenci­a para confirmar lo sabido: seguirá el cepo, mientras se evalúa el régimen cambiario más convenient­e.

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