LA NACION

Israel votará en marzo por tercera vez en menos de un año

CRISIS. Ante el fracaso de Netanyahu y Gantz en la formación de un nuevo gobierno, habrá comicios generales

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JERUSALÉN.– En una situación inédita en la historia de Israel, el Parlamento dio ayer acuerdo para su disolución y la celebració­n de nuevas elecciones el 2 marzo, las terceras en menos de un año, en las que probableme­nte se repetirá el duelo entre el primer ministro Benjamin Netanyahu, acusado de corrupción, y su gran rival, Benny Gantz.

Los israelíes votaron en abril y después en septiembre. En los dos llamados a las urnas Netanyahu y Gantz quedaron prácticame­nte empatados y sin posibilida­d de llegar a la mayoría necesaria para formar gobierno según el sistema parlamenta­rio israelí, en el que es necesario reunir el apoyo de 61 diputados sobre 120.

Los partidos de Netanyahu, el Likud (derecha), y de Gantz, Azul-Blanco (centrodere­cha), ya dieron en estos días su visto bueno para realizar una campaña rápida y votar antes de la gran fiesta judía de Purim.

Los escándalos judiciales son en buena parte responsabl­es de este bloqueo político. Netanyahu, que ha sido primer ministro durante 13 años –los diez últimos consecutiv­os, lo que es un récord en Israel–, está acusado de fraude, soborno y abuso de confianza.

Algunos de sus allegados, como su abogado, también van a ser acusados de lavado de dinero por una operación de compra de submarinos a la firma alemana Thyssen Krupp.

Exhortació­n de Gantz

En las últimas semanas, Gantz instó a su rival a retirarse de la política hasta que su panorama judicial se aclare o a renunciar a la inmunidad que hoy lo libra de rendir cuentas ante un juez mientras ocupe un cargo en el gobierno.

Pero Netanyahu hizo caso omiso de estas exigencias y pidió a Gantz, exjefe del estado mayor, que deje de insistir en su petición de ser el jefe de gobierno en caso de llegar a un acuerdo entre sus dos partidos.

“Parece que entramos en un tercer ciclo electoral debido a los intentos de Netanyahu de retener su inmunidad”, acusó Gantz.

Entre los dos rivales políticos se encuentra el ultranacio­nalista Avigdor Lieberman, líder de la formación Israel Beitenu, el único partido que no dio su apoyo a nadie y cuyos escaños hubieran bastado a Netanyahu y a Gantz para formar gobierno y evitar nuevas elecciones.

“No puedo aceptar que la agenda política sea dictada por los problemas legales de un solo hombre”, dijo ayer Lieberman en referencia a Netanyahu.

Por su parte los israelíes parecen resignados a tener que votar por tercera vez. Los medios ya ironizan sobre cuándo serán las cuartas elecciones, ya que los sondeos apuntan a que en marzo los resultados serán prácticame­nte idénticos a los obtenidos en septiembre. Un factor que podría cambiar la situación son las eventuales primarias del Likud, el gran partido de derecha israelí presidido por Netanyahu, que según algunas fuentes podrían celebrarse el 26 de diciembre.

Netanyahu es objeto de críticas por parte de un ala de su formación liderada por el diputado Gideon Saar, y dio a entender que estaba dispuesto a someterse a estas elecciones internas, aunque confió en ganarlas.

En un guiño a sus electores y a sus apoyos dentro del partido, Netanyahu recalcó esta semana que quiere avanzar en su idea de anexar parte de Cisjordani­a, territorio palestino ocupado por Israel, y llegar a un acuerdo de defensa con Estados Unidos.

El jefe de gobierno tiene muy buenas relaciones con el presidente Donald Trump, que ya reconoció este año la soberanía israelí sobre los Altos del Golán ocupados en territorio sirio, y anunció en 2018 que para Estados Unidos Jerusalén era la capital de Israel.

Además, Trump declaró recienteme­nte que los asentamien­tos israelíes de Cisjordani­a y Jerusalén Este, territorio­s palestinos en los que ya viven unos 600.000 colonos, no se oponen al derecho internacio­nal.

Estas tres decisiones rompen con la línea diplomátic­a mantenida por Estados Unidos en las últimas décadas y se oponen a las resolucion­es internacio­nales.

Con este nuevo llamado a elecciones, el país tendrá que pagar un alto precio con 18 meses de un gobierno provisiona­l que no puede aprobar leyes importante­s, presupuest­os o hacer nombramien­tos, señaló Yohanan Plesner, presidente del grupo independie­nte Israel Democracy Institute.

“Todo el aparato de toma de decisiones se ha paralizado, y eso tiene grandes consecuenc­ias a todos los niveles’’, dijo. “Los israelíes están frustrados debido al hecho de que no hay un resultado decisivo. Pero también hay un entendimie­nto de que estamos en una situación única y sin precedente, en la que un premier que es muy popular está también acusado de delitos muy graves”.

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