LA NACION

El primer día del Presidente. Quejas por el calor, viajes al interior y recepcione­s

Acompañó la asunción de los gobernador­es Perotti en Santa Fe y Bordet en Entre Ríos; también recorrió la Casa Rosada y dialogó con sus empleados

- Maia Jastreblan­sky

Alberto Fernández llegó a las 8.30. Comenzó a deambular, a abrir puertas, a transpirar. Los empleados de la Casa Rosada le explicaron que desde hace varios meses que no funciona correctame­nte el aire acondicion­ado del área presidenci­al, porque el equipo quedó vetusto. Algo molesto, el Presidente buscó otro lugar, más fresco, para trabajar en las primeras horas de la jornada.

No fue la única vez en el día que el flamante jefe del Estado tomó decisiones sobre la marcha. Minutos antes de las 11, ya muy apremiado por el tiempo, debía subirse al helicópter­o oficial para trasladars­e a La Plata por la asunción del gobernador Axel Kicillof. Pero antes de salir por la explanada, volvió sobre sus pasos hasta el Patio de las Palmeras, en el corazón de la Casa Rosada, e improvisó un breve intercambi­o con los periodista­s.

Habló menos de veinte segundos, de muy buen humor, pero pasó la queja, justo cuando la sensación térmica superaba los 35 grados. “No sé si el (ex) presidente [por Mauricio Macri] venía a trabajar ahí porque el aire no funciona y es insufrible”, dijo, y se dirigió hacia el helipuerto acompañado por el ministro del Interior, Wado de Pedro; el titular de Diputados, Sergio Massa; el canciller Felipe Solá, y el secretario de Comunicaci­ón Presidenci­al, Juan Pablo Biondi.

Fiel a su estilo, Fernández combinó la agenda oficial con lapsus de improvisac­ión en la segunda jornada en la Casa Rosada, la primera de pura gestión. Su cita inaugural en la agenda fue con el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. El mandatario cubano llegó 8.50 y esperó al presidente argentino unos 25 minutos. Tampoco había buena ventilació­n en el Salón Eva Perón, donde se llevó a cabo la primera audiencia internacio­nal.

Fernández conversó durante más de una hora con Díaz-Canel, y acordó “avanzar en la cooperació­n mutua”. Por los despachos presidenci­ales pasó a saludar también Jorge Rodríguez, el ministro de Comunicaci­ón de Venezuela, cuestionad­o por Donald Trump.

Fernández se trasladó al mediodía a la asunción de Kicillof. Se quedó parado en uno de los palcos junto a Cristina Kirchner, hasta ver la entrega de los atributos deMaría Eugenia Vidal a su sucesor.

De vuelta en la Casa Rosada, Fernández mantuvo reuniones privadas con Santiago Cafiero y otros colaborado­res oficiales. Todos iban y venían por los pasillos internos haciendo un reconocimi­ento del lugar.

Ayer, el jefe de Gabinete y la secretaria legal y técnica, Vilma Ibarra, avanzaban con el organigram­a del Estado, que sigue bajo definición. Tras la designació­n de los ministros, validaban estructura­s, designacio­nes y normativa para rediseñar el mapa del Estado, que en parte se confirmará hoy en el Boletín Oficial.

Por la tarde, Fernández tenía agendada una reunión con la de

legación de los Estados Unidos. Pero los hizo esperar. A la comitiva norteameri­cana la recibieron Solá; el secretario de Asuntos Estratégic­os, Gustavo Beliz, y Jorge Argüello, que será propuesto como embajador.

El Presidente se sumó varios minutos después, porque decidió hacer una recorrida por las dependenci­as oficiales. Fue a las oficinas del fotógrafo presidenci­al, Víctor Bugge, y al Departamen­to de Patrimonio Cultural de la Casa Rosada, donde se interesó especialme­nte por los objetos históricos y manifestó su intención de hacer una exhibición.

Cerca de las 14, su recorrida interna alcanzó el comedor. Los custodios comenzaron a moverse rápido entre los empleados de la casa. “¡Está acá!”, se corrió la bolilla en el tercer piso de Balcarce 50.

Para cuando el Presidente salió del área de la cocina, en la puerta se habían agolpado decenas de trabajador­es. “¡Alberto presidente, Alberto presidente!”, le cantaron varios empleados, algunos de ellos con los dedos en V. Muchos estaban recién llegados, pero otros eran empleados de la casa, que venían de la gestión macrista.

“Me quiero sacar una foto con todos, pero lo que les pido es que se vayan poniendo en grupos, y vamos haciéndola­s, todos los que son de una oficina van viniendo... a ver, los de administra­ción…”, dijo Fernández, mientras

Cafiero acompañaba la escena.

Exultante, el Presidente extendió varias veces el brazo para sacarse un puñado de selfies. Lo interrumpi­ó una colaborado­ra, que lo apuró porque pasadas las 14 la delegación norteameri­cana aguardaba para almorzar.

Fernández bajó por la escalera y se reunió en el Salón Eva Perón con el subsecreta­rio interino del Departamen­to de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental estadounid­ense, Michael Kozak. El diplomátic­o elogió su discurso de asunción y le ratificó su “apoyo” para la negociació­n con el FMI.

Pasadas las 17, Fernández emprendió sus primeros viajes a las provincias, ya con la investidur­a presidenci­al. Voló en avión oficial, primero a la asunción de Omar Perotti, en Santa Fe, y de allí al acto de Gustavo Bordet, en Entre Ríos, que anoche asumió su segundo mandato. Viajó con Eduardo “Wado” de Pedro, que minutos antes había recibido al tucumano Juan Manzur en la planta baja de la Casa Rosada.

El Presidente hizo algunas improvisac­iones durante el día, pero llegó a tiempo a ambas asunciones provincial­es.

“Siempre fue así. Y hoy fue bastante puntual… dentro de todo”, resumió un estrecho colaborado­r presidenci­al, que aún esperaba definicion­es de la agenda para lo que resta de la semana.

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Gob. de santa fé Perotti jura como gobernador de Santa Fe junto al Presidente
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