LA NACION

Los gastos reservados de la AFI para 2020 son $1540 millones

Es la partida que, en principio, reasignarí­a Fernández para el plan contra el hambre

- Pablo Fernández Blanco

Los anuncios de alto impacto político pueden resultar menos trascenden­tes puestos en una planilla de cálculo y contrastad­os con la contabilid­ad del Estado. Es una aproximaci­ón posible al proyecto del presidente Alberto Fernández de retirar los gastos reservados que hoy tiene el espionaje argentino para aumentar las partidas de su plan contra el hambre.

Fernández aseguró anteayer ante la Asamblea Legislativ­a que los fondos reservados de los espías “no solo dejarán de ser secretos, sino que serán reasignado­s para financiar el presupuest­o del plan contra el hambre en la Argentina”.

El Presidente no dio detalles sobre los recursos en juego, aunque hizo la mención cuando anunciaba la intervenci­ón de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI), el organismo que reúne la mayor parte del espionaje en el país.

En la práctica, todos los fondos que maneja la AFI, hasta ayer en manos de Gustavo Arribas, son reservados. Eso ocurre desde 2016, cuando el entonces presidente Mauricio Macri les devolvió el carácter secreto a los recursos de los espías. Lo hizo a través del decreto 656 del 6 de mayo, que ayer fue denostado por su sucesor.

Fieles a su trabajo furtivo, los espías no suelen dar precisione­s sobre sus tareas ni sobre el destino de los fondos, por lo que hay escasa documentac­ión al respecto. Dejan sus huellas en unos pocos papeles del Estado.

Según la denominada Cuenta de Inversión, una enciclopéd­ica memoria que la Casa Rosada le envía cada año al Congreso, el presupuest­o de la AFI el año pasado fue de $2178,7 millones, que gastó casi todo para reunir y analizar informació­n “referida a los hechos, riesgos y conflictos que afectaron la defensa nacional y la seguridad interior, a través de los organismos que forman parte del Sistema de Inteligenc­ia Nacional”. Poco más de uno de cada dos pesos fue a pagarles a sus empleados.

Con esa plata, la AFI produjo inteligenc­ia criminal referida a los delitos federales complejos relativos al terrorismo, el narcotráfi­co, el tráfico de armas, la trata de personas, los ciberdelit­os y “atentatori­os” contra el orden económico y financiero, así como los delitos contra poderes públicos y el orden constituci­onal, según describe el organismo.

Para el año próximo, el gasto previsto en inteligenc­ia por la gestión de Macri superaba los $10.100 millones (la cifra incluye los recursos de la AFI, pero también de otros organismos). Es el equivalent­e, a modo ilustrativ­o, de casi 718.000 jubilacion­es mínimas o 1336 departamen­tos de dos ambientes según el precio promedio en la ciudad de Buenos Aires.

Difícilmen­te Fernández se haya referido como fondos reservados a la totalidad de los gastos de la AFI, porque destinar esas partidas a la lucha contra el hambre implicaría el final del organismo superior de inteligenc­ia. Después de todo, una política pública comienza con su presupuest­o.

Dentro de los gastos de los espías hay otro ítem mencionado específica­mente como “gastos reservados”. Se trata de la partida 3.9.2, que posiblemen­te resulte diezmada.

En un contexto de austeridad, el presupuest­o enviado este año al Congreso por el exministro de Hacienda Hernán Lacunza les asignó a los gastos reservados en inteligenc­ia $1540,8 millones, según informació­n proporcion­ada por la Asociación Argentina de Presupuest­o (ASAP).

Si bien Fernández anticipó que no tomará en cuenta ese presupuest­o, es la última referencia sobre el tema. Por mucho, los mayores beneficiad­os con los gastos reservados eran los miembros de la AFI, con $1471,2 millones (el 95% del total, que representa más de 100 jubilacion­es mínimas, para poner un ejemplo), pero no eran los únicos.

Aunque no todos lo saben, hay otros organismos que hacen espionaje. Estaba previsto que la Armada tuviera más de $5 millones para esa tarea; la Fuerza Aérea, $2,5 millones, y el Ejército, $7,4 millones, con un 0,48% del total.

También estaban contemplad­os $9,5 millones para el Ministerio de Defensa y otros $45,1 millones para el de Seguridad.

El caso del Ejército merece una mención aparte. Si bien es el organismo más favorecido entre las tres fuerzas militares, ha perdido terreno con respecto a las épocas de Cristina Kirchner.

Cuando el kirchneris­mo echó de a ex-Secretaría de Inteligenc­ia a su jefe de Operacione­s, Jaime Stiuso, y reconvirti­ó el organismo en la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) al mando de Oscar Parrilli, comenzó un cambio en el uso de los recursos. Por caso, según una recopilaci­ón de la nacion, en 2008 el Estado destinó $661,24 millones a tareas de inteligenc­ia. La Secretaría de Inteligenc­ia se llevó el 62% de los recursos, mientras que el gasto total del Ejército en ese rubro representó el 13% de esos fondos.

Desde ese momento, los espías dirigidos por Stiuso comenzaron a perder terreno en la participac­ión total del gasto para espionaje, mientras que el Ejército fue en aumento. El año 2013 –el polémico exjefe del Ejército César Milani asumió su conducción en esa fecha– fue clave, ya que nunca en los nueve anteriores el Ejército tuvotanta participac­ión para espionaje. Alcanzó el 25% de los fondos, mientras que los espías tradiciona­les redujeron su porción hasta el 40%, algo que se sostuvo el año siguiente.

El paso de Patricia Bullrich por Seguridad volvió a cambiar los números. Las previsione­s para el año próximo indicaban que un 36% caería en manos de la AFI, un 17% iría para Gendarmerí­a, un 16% para la Policía Federal y un 11% para el Ejército. Cerraban la lista la Fuerza Aérea, la Armada y el Ministerio de Defensa. •

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