LA NACION

Las pymes buscan tecnología­s para mejorar la calidad

El sector, posicionad­o entre los primeros exportador­es del mundo, se prepara para implementa­r nuevas herramient­as que reduzcan costos

- Texto Nieves Guerrero Lozano

Resistenci­a y creativida­d se conjugan en un sector productivo fecundo, aunque sensible: el de los oliviculto­res. Mientras celebran que la Argentina se haya instalado progresiva­mente entre los más grandes exportador­es de aceitunas y aceite de oliva del mundo, los empresario­s, en su mayoría pymes, enfrentan desde plagas y daños de origen climático, hasta tarifas y costos logísticos excesivos. Cierran el año con el anuncio de nuevas herramient­as estratégic­as, programas para innovar en tecnología y un renovado pedido de políticas públicas que resguarden su rentabilid­ad.

Después del récord histórico que marcó la Argentina en 2017, con la exportació­n de 43.600 toneladas de productos olivícolas por más de 220 millones de dólares, a más de treinta destinos, la campaña de 2018 mermó en un 46,2 por ciento su volumen exportador. La caída se repitió en el vacia lor exportado durante los primeros meses de 2019, que fue de un 7,9 por ciento menos con relación al mismo período del año anterior, de acuerdo con el monitoreo difundido por técnicos agrónomos del Movimiento Crea, sobre la región cuyana.

Las variacione­s en el volumen de la producción olivícola se relacionan con factores como la vecería (su producción es de caracterís­tica bianual, con un año alto y otro bajo) y, puntualmen­te en la campaña 2018, además de las heladas y los fuertes vientos que azotaron los olivares. Pero no fue todo; el informe de Crea atribuye también el repliegue productivo al impacto sufrido por altos costos energético­s, de combustibl­es e insumos, que en algunos casos llevaron a reducir las horas de riego y el empleo de nutrientes.

Coincide el estudio difundido por el Instituto de Investigac­iones Económicas Sectoriale­s (IES) en que, si bien durante 2019 hubo un repunte en la cantidad de exportacio­nes, con la consecuent­e gananpor parte de los productore­s, “en competitiv­idad y rentabilid­ad por la suba del dólar”, se observa como impacto negativo “la reinserció­n de las retencione­s en el sector y el incremento en los costos energético­s”.

Perspectiv­as y amenazas

Si bien el informe de IES estima que “el sector olivícola presenta perspectiv­as favorables para seguir aumentando la comerciali­zación (interna y externa) de aceitunas y aceites en los próximos años”, el reclamo de medidas para respaldar la capacidad industrial instalada, políticas activas que permitan reducir costos en toda la cadena de valor, el acceso al crédito, la renovación tecnológic­a y el mantenimie­nto de la mano de obra”, son las prioridade­s de las que se hizo eco el presidente de la Cámara de Industrial­es Olivícolas, José Hilal.

“El pequeño productor está disgregado y en peligro de extinción”, aseguró el dirigente, durante un acto en el que se presentó el proyecto para instrument­ar una Ruta del Olivo en La Rioja, donde instó a “trabajar sobre muchos ítems a nivel de industrias, para ser competitiv­os, y a nivel agrícola la solución podría llegar desde la reconversi­ón a energías renovables”, apuntó.

Otras cuestiones que se gestionan desde el sector son la liberación de aranceles del aceite de oliva y de las aceitunas, en las negociacio­nes del convenio Mercosur-Unión Europea, y el pedido de que se regularice la entrada de estos productos originario­s de Egipto, libre de aranceles en los mercados latinoamer­icanos.

La rioja es la primera productora del país, donde el sector representa la principal producción y generación de PBI. También es importante en Catamarca, San Juan y Mendoza. Otras provincias donde se cultiva el olivo son Córdoba y Buenos Aires, en menor medida, y recienteme­nte surgieron proyectos de expansión del cultivo en Río Negro, San Luis, Neuquén y Salta. En general, el sector está conformado por empresas pymes y unas pocas grandes, con distintos modelos productivo­s, según la cantidad de hectáreas.

Con sus 90 mil hectáreas, sobre una superficie mundial estimada en 11,4 millones, la Argentina es el primer país exportador de aceite de oliva de América Latina y sus principale­s compradore­s internacio­nales son los Estados Unidos, España y Brasil. En tanto, un 80 por ciento de la producción de aceitunas se destina principalm­ente a Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Ecuador.

Hacia los parques solares

Ante la situación que atraviesan los olivares, María Eugenia Gallego, especialis­ta del Consejo Federal de Inversione­s (CFI), señaló que “se está trabajando para impulsar el movimiento de bombas de riego

la instalació­n de parques solares, con el propósito de reducir costos de electricid­ad y combustibl­e”.

La ingeniera agrónoma agregó que, además, se avanza en distintas fases de experiment­ación en “trabajos de campo que apuntan también a reducir costos y manejar mejores condicione­s de kg/ha y de calidad aceitera. Incluso sobre manejos de reutilizac­ión de los residuos líquidos y sólidos para reconversi­ón de subproduct­os, que puedan reemplazar aportes de nutrientes, o para control de ciertas plagas, como bioinsumos, o para uso de energía calórica en calderas”, indicó.

Gallego observó: “Partimos de la base de que el olivo es originario de la cuenca mediterrán­ea y el clima productivo en los valles cordillera­nos dista mucho de las condicione­s ideales de producción de esta especie. Si bien los colegas nacionales han hecho vergeles en los oasis de desiertos cordillera­nos, las variacione­s del clima de los últimos años y los cambios climáticos que se vienen expresando con vientos fuertes de la cordillera, sumadas a las condicione­s de demanda atmosféric­a con aporte de agua por bombeo en profundida­d, hacen que este cultivo dependa de muchos factores externos por el que su fisiología y la economía de los productore­s debe luchar”.

“Los avances tecnológic­os que evoluciona­ron en respuesta a esta actividad productiva han sido los de mecanizaci­ón de las tareas dentro del olivar. Si bien hay una carga importante de podas de formación de la plantación que deben hacerse en forma manual, superada la etapa de despegue del monte se tiende a conduccion­es de mecanizaci­ón para podas de rebaje y de cosecha para las variedades aceiteras, incluso las podas de apertura de copa se hacen en forma manual y la cosecha de aceituna de mesa también con ayuda de peines y vibradores neumáticos para ordeñe de ramas”, describió Gallego.

Tecnología y rentabilid­ad

Con el objetivo de buscar una mayor rentabilid­ad para el sector, se presentó este año durante el Foro del Aceite de La Rioja, el proyecto denominado Prolive, por el que se aplican ultrasonid­os y pulsos eléctricos de alto voltaje a la extracción preindustr­ial de aceite. En el encuentro se comunicó que, tras las pruebas pertinente­s, se comprobó que la aplicación de esta tecnología supone la obtención de mayor cantidad de aceite sin perder la calidad, con la consiguien­te mejora de la competitiv­idad.

Al respecto, Gallego valoró esta innovación tecnológic­a, en tanto “aumente la eficiencia de extracción de las moléculas de aceite del interior de las células del fruto y de la emulsión; tienda a disminuir el tiempo de batido de la pasta; que trabajen a la menor temperatur­a posible para que no aumenten los procesos oxidativos de los ácidos grasos y que mantenga en forma hermética todo el contenido fenólico de los antioxidan­tes”. De esa manera, consideró que “harán un proceso de excelencia para un AOVE (siglas de Aceite de Oliva Virgen Extra) impecable, acorde con la expresión del varietal y de los cuidados del oliviculto­r en el manejo del olivar durante la producción y la cosecha”.

La representa­nte del Área Sistemas Productivo­s del CFI, dijo que “distintas universida­des y centros tecnológic­os de España, Portugal e Italia, están colaborand­o con estudios de investigac­ión a nivel químico-molecular”, especialme­nte para facilitar a ciertos varietales “que puedan liberar el aceite bloqueado y aumente el proceso de extracción”.

Fortalecim­iento sanitario

Acerca de enfermedad­es como la Rama Seca, que dañan los olivares, Gallego aclaró que se trata de “una problemáti­ca mundial desde que el olivo existe. Se trata de una enfermedad asociada a un complejo de factores bióticos y abióticos que es muy estudiada en todas las provincias, por la preocupaci­ón de posibles bajas en la población de olivos, sobre cómo evitar su propagació­n y mitigar su expansión”. Destacó que, con el aporte técnico y financiami­ento del CFI, se lleva adelante un programa de fortalecim­iento sanitario para la producción olivícola, en el cual interviene­n fitopatólo­gos y zoólogos de diversos organismos, como el Senasa, el INTA, la Universida­d Nacional de La Rioja (Unlar) y la Universida­d Nacional de La Plata (UNLP), entre otros.

La ingeniera resaltó que “con este programa se consiguió aislar y describir los componente­s patogénico­s asociados a la sintomatol­ogía de la Rama Seca”, y destacó que “con el trabajo de los expertos que intervinie­ron en estas cooperacio­nes técnicas se generaron documentos y cartillas de difusión para que los productore­s reconozcan los síntomas, estén atentos a las plagas y puedan tener los productos autorizado­s para el trabajo en el olivar”.

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