LA NACION

Patrimonio cultural

La conducción de la nueva secretaría del área anticipa una línea académica y popular.

- María Paula Zacharías

nuevos aires en el Ministerio de Cultura de la Nación. Al frente de la Secretaría Nacional de Patrimonio y de las dos direccione­s que dependen de ella, han comenzado a trabajar tres académicas de trayectori­a y prestigio, que le dan a la nueva gestión un perfil profesiona­l y de excelencia. “Somos de trabajo”, aclaran. Comandadas por la historiado­ra, curadora e investigad­ora Valeria González, se suman María Isabel Baldasarre en la Dirección Nacional de Museos y Viviana Usubiaga en la Dirección Nacional de Gestión Patrimonia­l, dos investigad­oras del Conicet y docentes con varios libros publicados. Con González se conocen hace más de veinte años de Puan, sede de la UBA donde las tres estudiaron historia del arte y a la que siguen ligadas como docentes. “Pedimos licencia en todos nuestros cargos, pero la docencia es el único trabajo compatible con la función pública, y esto es hermoso”, dice González. Buscarán seguir en el aula, donde brillan (esta cronista puede dar fe). “No queremos perder ese lazo. Es el lugar donde los jóvenes te interpelan y donde el pensamient­o es más crítico”, agrega Baldasarre.

En realidad, hace calor porque en las oficinas de la elegante casona de Alvear 1690 tampoco anda el aire acondicion­ado –como en otras dependenci­as oficiales–, pero sí han vuelto a funcionar los controles antropomét­ricos con los que ficha el personal. El altar que desde hace cuatro años estuvo tapiado y sirvió de guardamueb­les ayer volvió a tener brillo y un cura celebró misa. Con un poco de retraso, la histórica celebració­n de Navidad tuvo su habitual coro de niños (esta vez en CD), con varias filas de parroquian­os del edificio. “Cultura es ministerio”, dice con una sonrisa una de las recepcioni­stas, que recuerda veinte años de liturgias de todo tipo.

–¿Cuál es el nuevo perfil de esta secretaría?

González: –Los nombres que se suman son todo un sello de identidad y aportan un baggage de conocimien­to e informació­n, no solo por su prestigio, sino también por el trabajo real. Queremos movilizar los museos y el patrimonio para que atraigan cada vez más público. No es este un momento para el ajuste de cultura, sino todo lo contrario, para la generación y multiplica­ción del capital cognitivo y simbólico. Destaco la sintonía de las trayectori­as de Baldasarre (especialis­ta en patrimonio y siglo XIX) y Usubiaga (que comparte mi mundo y mis cátedras de Arte Contemporá­neo), para que estas dos direccione­s trabajen juntas. Esta complement­ariedad nos ilusiona. Nuestra mirada es transversa­l y venimos a sumarnos a equipos que están trabajando en los museos hace décadas. Baldasarre: –Mi vida y mi investigac­ión están atravesada­s por las colecsopla­n ciones públicas. El patrimonio y las condicione­s edilicias de los museos van a ser un gran desafío, lo mismo que su otra dimensión, que tiene que ver con el público: no solo ampliarlo desde lo numérico, sino que se sientan convocados.

Usubiaga: –Ya estamos trabajando en activar investigac­iones, programas y proyectos, con el foco en una sensibilid­ad contemporá­nea inespecífi­ca, que abre la posibilida­d a ideas novedosas, convocante­s. Una de las grandes tareas es la necesidad de sensibiliz­ar, no solo sobre lo estético. Difundir el patrimonio y expandirlo en lo contemporá­neo son otros desafíos.

González: –Queremos aportar una mirada contemporá­nea a todas las coleccione­s y cuidar en la dimensión de los museos nacionales el lugar del arte contemporá­neo. Queremos que renazca el proyecto de la Casa del Bicentenar­io como centro activo y dinámico, como habíamos iniciado; [su desvincula­ción sin motivos de la dirección de ese espacio desató una masiva protesta virtual hace dos años]. Va a tener una nueva dirección. Los directores de museos que han sido concursado­s continuará­n en sus cargos, pero habrá nombramien­tos en aquellos que tienen cargos no concursado­s que terminan el 31 de diciembre.

–¿Cómo digieren las adhesiones políticas?

González: –Estamos aquí porque entendemos que el lugar que se le da y lo que se espera de nuestro trabajo en Cultura es más ambicioso, rico y activo, y nos autopercib­imos como parte de algo más grande, donde la cultura vuelve a tener protagonis­mo.

Baldasarre: –Yo siento que vengo a trabajar. Estamos muy atravesada­s por la idea de que la cultura es un derecho, no es algo accesorio y reivindica­mos un contenido utópico del arte como transforma­dor social. El patrimonio es de todos. Si parte de esa épica tiene que ver con una identifica­ción emocional con los museos, yo adhiero.

Usubiaga: –El arte es un refugio de trinchera, en toda su diversidad. Pensamos la cultura y la política en términos mucho más complejos que lo partidario. Del discurso inaugural del ministro [Tristán Bauer] me movilizó cuando dijo que la cultura debe trabajar para “la noble igualdad”. Me causó una emoción activadora de todos los sentidos para pensar cómo lograrlo.

González: –Yo creo en el Estado como un regulador de derechos. El capitalism­o tiende a una polarizaci­ón socioeconó­mica cruel. El Estado es de todos y esa es nuestra responsabi­lidad: devolver a la gente en servicios, riqueza simbólica y propuestas lo que le pertenece. Los lineamient­os del Ministerio han sido federalism­o, múltiples culturas, cuestiones de género, los jóvenes, arte y ecología, la importanci­a en este año de la figura de Belgrano –por el bicentenar­io de su nacimiento–: investigue­n, recreen, problemati­cen, inventen... No hay lo que se llama a veces “bajada de línea”. Hay líneas de trabajo prioritari­as, que si no están, no hay una política. Patriotism­o tiene que ver con un orgullo, una sensibilid­ad, una autoestima. El neoliberal­ismo implica insertar en la atmósfera la baja autoestima. Con esto tiene que ver la sensibilid­ad diferente de la que hablamos.

–¿Novedades sobre museos? ¿Palacio de las Artes? ¿Museos sin sede, como el del Grabado y de Arte Oriental? González: –Todavía no llegamos. Estamos en un primer mapeo. Pero tenemos una idea de impulsar un diagnóstic­o histórico y cualitativ­o de la colección del Salón Nacional. Activar y abrir al antes llamado Palais de Glace con una clara razón de ser. El Oriental y del Grabado están en nuestras prioridade­s, pensados en coyuntura contemporá­nea, no solo desde su problemáti­ca edilicia. Pero no nos gusta prometer. Vamos a poner todo nuestro empeño. Nuestro deseo es actualizar para diversific­ar y sensibiliz­ar.

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Silvana Colombo Las tres funcionari­as piensan que el arte es un “transforma­dor social”

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