LA NACION

Recuerdos en el barrio más golpeado por la trágica noche de Cromañón

En apenas dos manzanas, ocho familias sufrieron la pérdida de sus hijos, que habían asistido al recital de Callejeros el 30 de diciembre de 2004

- Gustavo Carabajal

El día que murieron, Ezequiel Agüero, Marianella Rojas y Matías Ferreira se juntaron con otros siete vecinos en la esquina de Santa Rosa y Del Carmen, caminaron hasta la ruta 3, tomaron un colectivo de la línea 88 y se dirigieron a la zona de Once para asistir al recital de Callejeros. De los diez amigos que vivían alrededor de esa esquina y que el 30 de diciembre de 2004 estuvieron en República Cromañón, solo siete regresaron.

A pocas cuadras de allí, en dos manzanas del barrio Don Manuel, de isidro Casanova, vivían Lucas Pérez, Pablo Salazar, Mario Torres, Lucas Guzmán y David Chaparro. Todos murieron el mismo día: el 30 de diciembre de 2004; en el mismo lugar: República Cromañón.

Ocho de las 194 víctimas de la tragedia de Cromañón formaban parte de dos grupos de amigos y vecinos que vivían en dos manzanas, separadas por pocas cuadras, en el límite de los barrios Don Manuel y San José.

Un altar con la imagen de la Virgen de Luján, rodeada por tres estrellas con los nombres de Marianella, Matías y Ezequiel recuerda a los tres integrante­s del grupo de diez amigos que salieron juntos para ver a Callejeros y que falleciero­n en la trampa mortal de Cromañón. El altar levantado por los vecinos marca el lugar donde se reunían habitualme­nte esos amigos.

“Comprendo a la madre de María Soledad Morales, a la madre de José Luis Cabezas. Yo las veía por televisión, me conmovían y pensaba sobre lo difícil que se hacía sobrelleva­r la muerte de un hijo”, relató, entre llantos, Hilda Alvarado, la madre de Lucas Pérez, de 12 años, horas antes de que se cumpliera el primer aniversari­o de la tragedia.

Lucas estudiaba en el instituto Buenos Aires, de isidro Casanova. Sus compañeros recordaron que hasta cuatro meses después de la muerte del joven seguían pasando lista con su nombre, a pesar de que había fallecido.

Muy cerca de allí, en dos cuadras de Edison al 2200 y al 2400, la tragedia ocurrida hace 15 años en Cromañón, sigue presente. Allí vivían David Chaparro, Lucas Pérez, Lucas Guzmán, Mario Torres y Pablo Zalazar.

Mario Torres vivía en la misma manzana que Lucas Pérez, tenía 32 años y era padre de dos nenas, de

10 y 5 años, y de un chico de un año. Cuando llegó a Cromañón se encontró con un grupo de amigos, de Flores, donde trabajaba como cortador en un taller textil. Uno de los amigos que lo acompañaro­n, Nicolás Sillak, también falleció.

Dos días antes de ir al recital de Callejeros, Ezequiel Agüero cumplió

25 años. Había festejado su cumpleaños con sus amigos. El 30 de diciembre de 2004 se encontró con los mismos amigos que compartier­on su festejo de cumpleaños y partió rumbo a Cromañón. Nunca volvió.

“No hay muerte sin olvido”, expresa la leyenda que lleva en su remera Mirian Araneda, madre de David Chaparro.

“Para los padres que seguimos concurrien­do a las marchas, los chicos no murieron el 30 de diciembre de 2004. Se fueron antes de este mundo. Van a morir si nosotros los olvidamos”, manifestó Mirian.

David tenía 14 años cuando falleció en el trágico recital de Cromañón. Había aprobado el examen de ingreso para estudiar mecánica de aviación en la escuela Jorge Newbery. Concurría a la Escuela General de Educación Básica Nº 50, de isidro Casanova, y murió cuando estaba por terminar el noveno grado.

En diciembre de 2005, Graciela D’onofrio, la directora del colegio, convocó a Mirian y a Leonardo Chaparro

para entregarle­s la medalla de egresado de David y el diploma al mejor compañero.

“Muchos de los compañeros de la primaria de David vienen a saludarme. Los veo pasar por mi casa o los cruzo en el barrio. Tienen 29 años y algunos son padres. Quince años parece mucho tiempo, pero nosotros nos quedamos congelados en esa noche del 30 de diciembre de

2004”, agregó Mirian. Daniel, tío de Emanuel Rodríguez, uno de los mejores amigos de David, acompañó a los dos chicos al boliche de la zona de Once. Era la primera vez que David concurría a un recital de Callejeros.

“La tragedia no es solo para nosotros, sino también para Emanuel. David y él estuvieron juntos hasta último momento. Manu me dijo que apenas comenzó a tocar la banda se cortó la luz y el boliche se llenó de humo. Contó que él y David se tomaron de la mano. Pero se separaron. Manu se cayó desde el primer piso y se despertó en el hospital. Manu dice que todavía sigue escuchando los gritos de David”, recordó Mirian.

A Ezequiel Agüero no le gustaba el grupo Callejeros. Era fanático de los autos del Turismo Carretera, especialme­nte de la marca Chevrolet.

“Era la primera vez que Ezequiel iba a un recital de Callejeros. A él le gustaban los Redondos. Lo encontré en la morgue de Chacarita, el 1º de enero, y me dieron el cuerpo al día siguiente. La ambulancia que lo traía se paró justo en esta esquina, en la que Ezequiel se juntaba con sus amigos, y no arrancó más. Con los vecinos tuvimos que llevar el cajón a mano hasta mi casa”, recordó Adolfo Agüero, padre de Ezequiel.

En la casa de los Agüero, la pieza de Ezequiel está tal como la dejó el

30 de diciembre de 2004 cuando decidió ir a Cromañón para acompañar a su amigos que eran seguidores de Callejeros.

El drama de tres hermanas

Además de vecinos y amigos que vivían en dos manzanas de dos barrios y que falleciero­n en el trágico recital de Cromañón, hubo caso igual de dramático. Se trata del caso de las hijas de Margarita Noboa. Sus tres hijas concurrier­on al recital de Callejeros. Dos de ellas falleciero­n en Cromañón.

Lucía Noboa, de 20 años, fue al recital de Callejeros con su novio. Había quedado en encontrars­e con sus hermanas Cecilia, de 18, y Daiana, de 15, y con Gisella Barbalace, una amiga de ellas, a la vuelta de República Cromañón.

Era tanta la gente que había que se desencontr­aron y ella entró en la disco con su novio. Sus hermanas y Gisella falleciero­n. Lucía fue salvada por su novio. Estuvo internada un día en el Hospital Fernández.

“Tratamos de que nadie se olvide de las víctimas de Cromañón, pero con el paso de los años muchos de los padres perdieron las esperanzas de que se hiciera justicia por los chicos fallecidos. Antes, desde la plaza de isidro Casanova salían más de 26 colectivos con familiares y amigos para participar de las marchas. En la actualidad, vamos en transporte público”, explicó Mirian.

Durante los 15 años que transcurri­eron de la tragedia también falleciero­n muchos de los padres de las víctimas. Según la ONG que integra Mirian y otros familiares, desde diciembre de 2004 hasta la actualidad murieron 68 padres de los 194 víctimas del incendio en el local de la zona de Once.

Mariana Márquez fue la primera de las madres de las víctimas en fallecer después de la tragedia. Su hija, Liz Olivera Márquez, fue una de las víctimas mortales en el recital de Callejeros.

Liliana Britos, madre de Paula Antón, también fallecida en Cromañón, fue el último caso de los 68 padres que murieron después del trágico incendio.

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Hernán zenteno la familia de David Chaparro

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