Basta de privilegios
Una de las condiciones esenciales de la democracia es la alternancia de los partidos en el gobierno. En la Argentina se ha dado esporádicamente y los cambios de gobierno de partidos diferentes conllevan siempre empezar de nuevo. El que llega arrasa con lo hecho por el anterior, despide funcionarios, reemplaza embajadores, paraliza obras, cambia nombres de calles y de instituciones, las políticas básicas son borradas y sustituidas por otras de sentido contrario y empiezan a invadir a los otros poderes del Estado para manejarlos a su antojo. Pero lo que jamás cambian son los privilegios de la clase política. Por el contrario, los consolidan y aumentan, y mientras el ciudadano de a pie se esfuerza y es aplastado por la carga fiscal, que alcanza hasta sus jubilaciones, los políticos disfrutan de toda clase de ventajas que los colocan más allá de la cacareada igualdad ante la ley. Se han conformado en nuestro país dos clases de ciudadanos: los que trabajan y contribuyen a mantener la inversión y el gasto público y aquellos que viven del Tesoro nacional, con sus prebendas envidiables e intocables.
¿Cuándo nuestros representantes dejarán de ser una casta privilegiada y se colocarán en el mismo nivel de quienes los eligen? En tanto no lo hagan, serán repudiados por sus mismos electores, que, atados a las listas sábana, no tienen más remedio que votarlos aun cuando no los consideren dignos de sus cargos.
Florencio Olmos
DNI 5.941.080