LA NACION

Controles rigurosos y tecnología, la posible solución del problema

- Gustavo Brambatti Subgerente de Seguridad Vial de Cesvi

La discusión sobre los colectivos de doble piso se generó hace más de diez años cuando se planteó el debate: ¿son más inseguros que las unidades tradiciona­les? La respuesta es concreta: transporta­r personas a más de tres metros de altura trae problemas originados, principalm­ente, por la inestabili­dad de los colectivos a raíz de la altura de su centro de gravedad. El tema se trabajó, pero no se generaron alternativ­as de mucho valor más allá de limitar la velocidad máxima a 100 km/h en las nuevas unidades, ya que las viejas no contaban con los avances electrónic­os para incorporar esa tecnología.

Ante un determinad­o evento como entrar de forma imprevista a la banquina, exceder la velocidad en una curva o esquivar un objeto en la ruta, la fuerza sobre el centro de gravedad le jugará en contra al conductor y le restará chances de resolver con éxito el problema que se le presenta. Si la velocidad es más alta de lo permitido, la situación se agrava.

Desde el Centro de Experiment­ación y Seguridad Vial (Cesvi) entendemos que el transporte público es una pieza fundamenta­l en la estructura de la seguridad vial y que estos problemas son posibles de compensar o resolver. Es importante, por parte del Estado, tomar el tema con protagonis­mo de forma que la sociedad no vea solo parches ante una situación puntual.

En el corto plazo se debería realizar un control más estricto en las terminales de salida de los colectivos y en distintos puntos del recorrido para verificar la velocidad, si hubo o no consumo de alcohol en los conductore­s y si los choferes tuvieron las horas de descanso estipulada­s. Pero a futuro habrá que implementa­r mayores controles satelitale­s de velocidad y otros monitoreos más específico­s que dieron gran resultado en otras partes del mundo. Funcionan como cajas negras que no solamente alertan de los excesos del conductor, sino que, además, permiten tener un rol preventivo mediante alarmas o mensajes de voz.

Además de estas herramient­as que podrían ayudar a evitar accidentes, hay otros aportes para generar mayor seguridad en el viaje. Por ejemplo, el control de estabilida­d, un dispositiv­o que ofrece un aporte tecnológic­o accesible. Ante un episodio inesperado, el control de estabilida­d genera una compensaci­ón a esa inestabili­dad de forma autónoma a instancias de la acción del conductor. La combinació­n de control y tecnología puede generar gran parte de la solución de los problemas que hasta aquí no se han podido resolver. Una respuesta acorde con los daños que genera.

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