LA NACION

La historia de “The Look”, el hit de Roxette

Cómo un fan logró que sonaran en los EE. UU.

- Juan Manuel Strassburg­er

Apenas se supo de la muerte de Marie Fredriksso­n, los portales se plagaron de notas que recordaron a Roxette, el dúo que la cantante formó junto a Per Gessle y que dejó clásicos como “It Must Have Been Love”, “Listen To Your Heart” y “The Look”, el tema que los hizo conocidos en Estados Unidos y en todo el mundo. Y que involucró, en su origen, una historia no tan conocida de flechazo musical, golpe de suerte y convicción a prueba de incrédulos. Una acción sin la cual, aunque suene exagerado, Roxette quizás no hubiese alcanzado el renombre mundial que finalmente obtuvo. O habría tardado algunos años más en alcanzar.

“La calidad de Roxette era tan alta que habrían despegado sin mi ayuda. Estoy seguro”, relativiza hoy Dean Cushman, el protagonis­ta de esta historia, a treinta años de su “gesta”, en un testimonio reciente recogido por la cadena CBC. “Sí, reconozco haber aportado mi granito de arena. Me siento como el dueño de un local de lotería que vendió el boleto ganador. Y el ganador fue Roxette”, grafica.

Abba Luego del cuarteto, Roxette es la banda sueca más exitosa a nivel mundial en materia de rock y pop

“Yo sabía que las bandas y canciones europeas podían tardar un tiempo en llegar a los Estados Unidos. Pero también sabía que ‘The Look’ podía gustar de verdad”

Viene de tapa ¿Qué hizo este oriundo de Minneápoli­s, Minnesota, hoy de cincuenta y tres años de edad, pero entonces un veinteañer­o atrapado como tantos en el pop-rock más radial? Nada menos que abrirles las puertas de su país, siempre esquivas cuando se trata de una banda extranjera que no sea inglesa, a la que sería la banda sueca más importante de la historia después de Abba, y sin tener ningún contacto en la industria discográfi­ca. Sólo un genuino entusiasmo. Nada más que eso.

La historia arranca a fines de 1988 con Cushman recienteme­nte llegado de un intercambi­o en Suecia, caminando sonriente hasta la radio de su universida­d y entregándo­le al programado­r el CD que llevaba en la mano. “Por favor escuchalo. Es una bomba”, le dice al DJ que lo mira con algo de escepticis­mo: ¿cuántas veces le habían dicho lo mismo? Demasiadas. El CD de Roxette, entonces, queda ahí, apilado junto a tantos otros. Ya lo escucharía. Alguna vez.

Pasan los días y cuando Dean observa que “The Look” no suena en la emisora, toma una decisión que cambiaría el curso de la historia: insistir hasta lograr su objetivo. Regresa a la oficina del DJ y vuelve a contarle lo bueno que a su juicio era ese dúo de hombre y mujer de pelos cortos y puntiagudo­s. “Yo sabía que las bandas y canciones europeas podían tardar un tiempo en llegar a los Estados Unidos. Pero también sabía que ‘The Look’ era una canción que podía gustar de verdad. Así que me dije: ¿por qué no?”, contó recienteme­nte en un testimonio para el sitio Huffpost.

Y era real: ya para entonces, Roxette tenía todo el potencial para convertirs­e en un nuevo A-HA o sus compatriot­as Abba de esos años noventa que estaban a punto de arrancar. Sus temas trepaban en varios rankings de Europa y no había dudas de que “The Look”, su último corte, el cuarto del álbum, tenía “algo” especial. “Me resultaba muy divertido y pegadizo. Me encantaban las voces. Realmente te hablaban”, señala con acierto Dean muchos años después.

Lo que no sabía es que en Estados Unidos el dúo había sido rechazado terminante­mente por los principale­s sellos. Y que en su país no había ni una sola copia disponible de Look Sharp, el disco que contenía “The Look”. La única persona que en ese momento estaba insistiend­o por la banda era él. Y lo hacía con tal entusiasmo que Brian Phillips, el DJ universita­rio, decidió darle una oportunida­d.

“Bueno”, aceptó Phillips. “Lo pasaremos una vez. Pero sólo una. A ver si es tan buena como decís”. Y la incluyó en un segmento -formato habitual en las radios aún hoy- que enfrentaba a dos canciones y dejaba al voto de los oyentes la decisión de cuál se mantendría al aire.

“The Look” arrasó. Dean sonrió con satisfacci­ón y el derrotado Phillips cumplió su promesa. Le empezó a dar aire. Una vez. Dos veces. Tres. Y cada vez que lo hacía nuevos oyentes llamaban pidiendo que la volvieran a pasar. Faltaba mucho para que llegaran las plataforma­s de streaming y la única forma de escuchar una canción –sobre todo cuando ni siquiera estaba el disco editado– era radio mediante.

“El asunto empezó a salirse de las manos”, recuerda Cushman. “Cuando quisimos ver ya nos estaban pidiendo el tema de otras radios universita­rias. Phillips tuvo que ponerse a hacer copias para poder cumplir con sus colegas. Yo no lo podía creer”. Pero no fue suficiente.

La explosión radial

Puesta a sonar en las radios college de la zona, la demanda por más Roxette explotó –”se viralizó” diríamos hoy en día– y de repente ya no alcanzó con “The Look”; también empezaron a pedir “Dangerous”, “Dressed for Success”, “Listen To Your Heart”, los otros cortes de Look

Sharp. Roxette se convirtió en uno de los grupos de moda de ese verano del 89 (invierno de Argentina) y a la industria, al fin, no le quedó alternativ­a que tomar nota.

Una mañana de esa misma temporada, entonces, a miles de kilómetros de ese fenómeno inesperado, Per Gessle, el cantante y compositor de Roxette, se levanta a la hora habitual y mientras desayuna y escucha los mensajes de rigor encuentra uno que le llama la atención. Habla de boom en los Estados Unidos, de organizar urgente una gira allá. “Qué raro”, piensa. “¡Si ni siquiera tenemos editado el disco ahí!”. Lo toma como un error. O una broma de mal gusto. Pero resulta ser muy cierto.

Apenas se reúne con Marie Fredriksso­n constatan que el boom es real y que la propuesta del sello es organizar una visita allí lo más rápido posible para aprovechar el golpe de suerte. Se ponen manos a la obra y arman en tiempo récord una primer gira promociona­l que también tiene en cuenta la firma de papeles y trámites para finalmente editar Look Sharp en Estados Unidos. Cuando arriban el clima de aceptación es total y en pocas semanas “The Look” pasa del top 50 en el ranking de Billboard a un inesperado número uno.

“Era absolutame­nte increíble, no entendíamo­s nada. Todos se paraban y se inclinaban apenas entrábamos a una habitación, como si fuéramos verdaderas estrellas de rock”, destacaba todavía incrédula Fredriksso­n en una entrevista de la época. “¡No sé cuántas veces dije la palabra increíble en las últimas dos semanas!”, señalaba en aquella ocasión.

En Argentina, el boom se replicaba. “The Look” se convirtió en una de las canciones más escuchadas de ese 1989 hiperinfla­cionario, compitiend­o en los asaltos adolescent­es con “Oh L’amour”, de Erasure; “Pump up the Jum”, de Technotron­ic; “Domino Dancing”, de Pet Shop Boys, y con créditos locales que sonaban desde hacía un par de temporadas, como los súper hits “Yo te avisé”, de Los Fabulosos Cadillacs y “El ritual de la banana”, de Los Pericos.

“Caminando como un hombre, golpeando como un martillo, ella es una estafa juvenil, nunca abandonó nada, saboreada como una gota de lluvia. Ella tiene el look”. Los primeros versos del tema –tras el riff inicial bien estridente y rockero para los estándares tecno-pop de la época– sugieren una protagonis­ta que va por el mundo sin temor y sin medir demasiado las consecuenc­ias. Una femme fatale posmoderna que, gracias al videoclip –una puesta en escena en una casa derruida–, no costaba asociar con Marie Fredriksso­n, más allá de que más adelante revelaría una fragilidad interpreta­tiva que matizaría en parte esta primera impresión.

“Escribí esos primeros versos medio como asociación libre, como excusa para tener algo para cantar. Y después, como no encontramo­s nada mejor, quedaron”, reveló Gessle sobre la génesis del tema que también tuvo en el horizonte a los ZZ-TOP para darle ese filo rockero. “The Look”, efectivame­nte, fue una bomba que llegó al tope de los rankings en diez países y se convirtió en icónico de la banda, quizás su hit más representa­tivo. El que les dio una primera identidad global y les permitió pasar de pantalla.

¿Qué pasó con Cushman después? Su historia tuvo al principio cierta notoriedad en la prensa de Estados Unidos, al punto de que en un par de entrevista­s los Roxette debieron rechazar los rumores de que le habían pagado para que recomendar­a “The Look” la primera vez. “Tampoco somos pareja ni estamos divorciado­s”, bromeaban Per y Marie, ya duchos en tratar con la prensa y sus prejuicios de época.

Por lo demás, lo que la mayoría llegado a este punto quiere saber –si hubo encuentro cara a cara entre la banda y el fan que les cambió la suerte– hay que decir que sí, que sucedió ya en el primer viaje. Y que el vínculo se mantuvo por años. “La radio organizó una fiesta de recepción y me invitaron. Tanto Per como Marie estaban sorprendid­os con el éxito que estaban teniendo y en todo momento se mostraron agradecido­s conmigo. Fueron muy cariñosos. Y luego compartimo­s varios backstages y cenas”, cuenta Dean, que también recibió una réplica en oro de “The Look” y pasajes para poder asistir a futuras giras en Suecia, donde no casualment­e terminó conociendo a su esposa con la que todavía está casado.

Cuando se conoció la noticia de la muerte de Fredriksso­n, a los 61 años a causa de una recaída de un cáncer que se trataba desde hacía años, la historia de Cushman volvió a salir a la luz. “Fue muy triste enterarme”, expresó. “Realmente la voy extrañar, aunque me reconforta saber que su música resistió el paso del tiempo y seguirá viva por mucho tiempo más”.

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Archivo
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Per Gessle y Marie Fredriksso­n despertaro­n un día con la noticia de que una de sus canciones sonaba incansable­mente en Norteaméri­ca
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Marie y Cushman

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