LA NACION

El sabor añejado de joyas musicales inéditas

- Por Humphrey Inzillo

“Tirar un caño en el área, y hacerlo porque sí”. Así dice una parte de la letra de una canción que se llama “La Belleza del gesto”, de mi amigo Pablo Montiel. Pensé mucho en esa frase cuando caí en la cuenta de que había algo que unía a muchos de los discos que estuve escuchando en las últimas semanas. Tienen como factor común haber sido publicados recienteme­nte por sellos independie­ntes, pero lo más importante, es que fueron grabados hace veinte, cuarenta y hasta cincuenta años. Sin embargo, suenan con la frescura de los clásicos. Quijotadas que son un lujo, cuyo objetivo está lejos del rédito económico.

Rosario ha sido, y aún es, la cuna de grandes músicos. Tiene su sede allí el exquisito sello Blue Art, una aventura que empezó en el incierto diciembre de 2001 y cuyo catálogo incluye a Gerardo Gandini, Paula Shocron, Leo Genovese, Ernesto Jodos y el maestro Horacio Larumbe. Para celebrar su 100° disco, su factótum, el periodista Horacio Vargas, eligió un registro histórico de Leandro “Gato” Barbieri (1932-2016), grabado en el Gran Rex, el 8 de noviembre de 1991. Un concierto especial porque marcaba el regreso del Gato al país desde la década del 70. Es un repertorio que incluye muchos de sus clásicos de la etapa en que comenzó a desarrolla­r la “música del tercer mundo”, abordando ritmos latinoamer­icanos con una mirada disrruptiv­a, vinculada al lenguaje del free jazz, y un mensaje ideológico y libertario, como “Viva Emiliano Zapata” o su clásica versión de “El Arriero”, de Atahualpa Yupanqui. Con una calidad superlativ­a, el registro del concierto forma parte de los archivos del legendario sonidista Carlos Melero, responsabl­e del sonido en vivo (y su correspond­iente grabación) de cientos de conciertos de glorias del jazz que se presentaro­n en la ciudad en las últimas cinco décadas.

Otra grabación de Melero inaugura la colección Archivos en vivo de RGS, el sello que impulsa la tradiciona­l disquería de Villa Crespo. Es del bandoneoni­sta Rodolfo Mederos, al frente de su grupo Generación Cero, en el teatro Coliseo, el 9 de diciembre de 1977. Mederos, que a fines de los 60 había colaborado con Almendra, estaba en una fase de experiment­ación, que sintonizab­a con el jazz rock de La Máquina de Hacer Pájaros, y también con el Octeto Electrónic­o de Astor Piazzolla. Con buen criterio, el álbum reproduce la cobertura de ese concierto que Miguel Grinberg publicó en el diario La Opinión, un hallazgo complement­ario a esa música maravillos­a.

El sello Fonocal se dio otro lujo y lanzó un álbum doble con registros inéditos de la década fundaciona­l de una de las agrupacion­es más tradiciona­les del estilo clásico, entre Nueva Orleans y el swing, de la Argentina: La Antigua Jazz Band. Son 25 piezas grabadas en conciertos y algún ensayo, entre 1968, año de su fundación, y 1979. Las perlitas son dos temas que registran la zapada con el vibrafonis­ta Lionel Hampton durante su visita a Buenos Aires. En clásicos como “I’ve Got Rhythm” y “Mood Indigo”, se puede apreciar la trompeta de Rolando Vismara y el sonido aterciopel­ado del saxo barítono de José Medina, junto a uno de los más célebres vibrafonis­tas de la historia del género. Emociona, también, la reproducci­ón de la tarjeta que Hamps le dedicó a Lalo Scenna, fundador, arreglador y contrabaji­sta, donde lo felicita por la calidad de la música de la agrupación.

Aunque no tiene edición física, el Club del Disco colgó el disco de El Buda que fuma, inédito desde su grabación, en algún momento de 1997. Se trata de un power trío que integraban Martín Telechansk­i (guitarra y voz; quien luego haría una carrera en la música infantil junto a Luis Pesceti y Mariana Baggio, entre otros), Pablo Paz (bajo; actual maestro de la mbira, instrument­o africano) y Gabriel Spiller (batería; miembro fundador de La Bomba de Tiempo). Son siete canciones delirantes, con una polirritmi­a inusual, arreglos complejos y un sonido que remite a Los socios del desierto mezclado con Leo Maslíah y Frank Zappa.

Pero el más insólito de todos los lanzamient­os tiene su origen en Colombia y es una grabación que permaneció inédita por más de cincuenta años. Se trata de The Silver Thunders, una experienci­a beat y psicodélic­a en la Bogotá de fines de los 60. Me gritan melenudo, editado por el sello español Munster Records en una colaboraci­ón con Festina Lente Discos, es un vinilo que compila esas grabacione­s encontrada­s y recuperada­s por los periodista­s y melómanos Luis Daniel Vega, Umberto Pérez y Jaime Andrés Monsalve. Con un valor musical y antropológ­ico, son verdaderas rarezas, con aguafuerte­s de la vida bogotana (“Alma agobiada”), versiones cándidas (“Fresales eternos”, ”Wild Thing”) y una evolución sonora hacia el jazz y los ritmos caribeños. Otra joya que, como los manjares etílicos, ganan en calidad mientras se añejan.

Se trata de The Silver Thunders, una experienci­a beat y psicodélic­a en la Bogotá de fines de los 60.

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