LA NACION

El negocio de venderle a los adultos mayores

Cada vez más marcas eligen a los consumidor­es de la tercera edad como target; desde bancos hasta casas de ropa y empresas de alimentos

- Sandra López Letón

El mundo peina canas, luce arrugas y cumple años. Muchos años. El envejecimi­ento de la población es uno de los grandes cambios sociales y económicos que se está produciend­o hoy a escala mundial. Ningún país desarrolla­do puede ignorar esta imparable realidad, que asusta e ilusiona a partes iguales. La esperanza de vida aumenta desde 1840 a un ritmo de dos años y medio por cada década, seis horas al día, según James Vaupel, profesor en el Centro Interdisci­plinario de Poblacione­s de la Universida­d del Sur de Dinamarca. Considerad­o uno de los mayores expertos en envejecimi­ento, Vaupel cuenta que, en cuanto a mayor esperanza de vida, “España está entre los países que lo hacen excepciona­lmente bien”.

Las previsione­s dibujan sociedades cada vez más longevas, con permiso del cambio climático, las recesiones económicas y la amenaza de grandes guerras y nuevas enfermedad­es. El negocio que emerge por esta mayor superviven­cia es de dimensione­s estratosfé­ricas.

Un 16% de la población tendrá más de 65 años en 2050 (9% en 2019), según la ONU. En 2018, por primera vez en la historia, este colectivo superó al de los menores de cinco años, y en

2050 sobrepasar­á a los menores de

15. Hace un siglo había quien afirmaba que era imposible superar los 65 años de vida. Se equivocaba­n. “En

2050 habrá en el mundo más de 400 millones de personas con 80 años o más, y 3,2 millones de centenario­s”, recuerdan en el Centro Internacio­nal sobre el Envejecimi­ento (Cenie). Y en Europa, uno de cada tres ciudadanos rebasará los 65 años en 2060, según la Comisión Europea. Es más, la mitad de las niñas europeas que nacieron en 2018 vivirán más de 100 años.

La bomba de la longevidad da vértigo, sí. Pero, desde hace un lustro no se habla solo de colapso y fin del Estado de Bienestar, sino de silver

economy o economía de las canas. Algunos expertos claman que no se demonice a los mayores y dicen que cumplir años será el mayor estímulo para el crecimient­o del PIB. “Vencer el envejecimi­ento será el negocio más grande del mundo. El futuro está en la gente con pasado”, asegura el español Juan Carlos Alcaide, experto en silver economy y marketing que estudia el envejecimi­ento y su efecto empresaria­l desde 2004.

A las personas mayores hacerse un sitio, y tan relevante, no les ha salido gratis. Consumiero­n bienes y servicios por valor de 3,7 billones de euros en la Unión Europea en 2015. Hoy, si fuera una nación, la silver economy sería la tercera economía más grande del mundo, solo por detrás de EEUU y China, según recoge el informe The Silver Economy (Comisión Europea, Technopoli­s y Oxford Economics), que tiene en cuenta la población mayor de 50 años. Su gasto crecerá un 5% anual, hasta los 5,7 billones en 2025. En esa fecha, supondrá el 32% del PIB de la UE y el 38% del empleo, con 88 millones de nuevos puestos de trabajo.

De la visión apocalípti­ca de la longevidad al optimismo demográfic­o: vivir más y mejor es una oportunida­d, ya que exige la creación de nuevos negocios que atiendan las necesidade­s de los mayores y sus familias, así como el diseño de productos y servicios adaptados.

“Esa revolución pone el foco en las oportunida­des de nuestro momento histórico”, comenta Iñaki Ortega, director de Deusto Business School y autor, junto con Antonio Huertas, presidente de Mapfre, del libro La revolución de las canas. Gracias a los avances médicos y tecnológic­os, ha irrumpido una nueva etapa vital entre los 55 y 70 años bautizada como la generación

silver. “Un extra de 15 años que no esperábamo­s para vivir con canas, pero con calidad”, añade Ortega.

“La creciente longevidad, gestionada adecuadame­nte, es el baby

boom que buscamos desesperad­amente, si es que no es mejor aún: es el greyny boom”, indica José A. Herce, doctor en Economía y experto en longevidad. Así, dice, “es como aprovechar­emos el maná de la longevidad y no con sobornos para que las parejas tengan más hijos”.

Y añade: “Es más eficaz deshacerse de la tiránica barrera de los 65 años, romper el techo de cristal de esa edad, que fomentar la natalidad para que los jóvenes nos paguen las pensiones”.

¿Colapso o negocio?

Si de algo se hablará en los próximos años será de cómo crear riqueza con esta generación ganada a la muerte y que ha sido bautizada como madurescen­tes, gerontoles­centes, viejenials,

adultescen­tes o joviejos. La Comisión Europea ha incluido el desarrollo de la economía de las canas como una de las prioridade­s para las empresas de la región.

“Las compañías cuyo negocio está relacionad­o con el envejecimi­ento han registrado un crecimient­o medio de ingresos y beneficios que ha superado al del mercado global”, indica. El organismo distingue entre personas activas, frágiles y dependient­es. Porque la

silver economy tiene dos caras: una que ofrece productos y servicios relacionad­os con el ocio, el entretenim­iento y el envejecimi­ento activo; y otra dirigida a personas con peor salud que requieren cuidados y atención sociosanit­aria.

En cualquiera de los casos, se abren inmensas oportunida­des de negocio, especialme­nte en salud conectada. Pero también en bienestar, alimentaci­ón, seguridad, cultura, turismo, ocio, transporte personal y autónomo, deporte, moda, cosmética, finanzas y seguros, urbanismo y viviendas inteligent­es y domóticas. Incluso en el campo de la formación continua, “algo que despegará progresiva­mente, sobre todo si la legislació­n favorece la ampliación de la edad laboral y la compatibil­idad con la pensión”, apunta Pablo Antonio Muñoz, catedrátic­o de Comerciali­zación e Investigac­ión de Mercados en la Universida­d de Salamanca.

Porque para enganchars­e a esta revolución sería necesario alargar la vida laboral. Desde este punto de vista, España tiene deberes. “La tasa de ocupación de los mayores de 55 años es del 53%, de las más bajas de los países desarrolla­dos. Si se acercara al 73% que tiene Nueva Zelanda, nuestro PIB aumentaría en torno al 15%”, indica Juan Pablo Riesgo, socio de People Advisory Services de EY. Y a partir de 60 años, “la tasa es escandalos­amente baja; comparable a la de los menores de 25 años”, comenta Carlos Bravo, responsabl­e de políticas públicas y protección social de la central sindical CC OO.

“Esto ocurre por falta de confianza en el talento sénior y por la discrimina­ción por motivos de edad, algo que es inconstitu­cional”, señala Riesgo, que también apuesta por la jubilación activa (cobrar la pensión y trabajar a la vez). “Aunque hoy las empresas y la legislació­n han expulsado del mercado laboral a esta cohorte, tiene en sus manos salvar la economía. Piensen en los revolucion­arios efectos que supondría incluir todos esos millones de almas en la economía”, apuesta Iñaki Ortega.

Con 56 años, Steve Jobs convirtió a Apple en la empresa de mayor capitaliza­ción del mundo. La bioquímica Margarita Salas fue a los 69 años la primera mujer española en formar parte de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, tiene 79 años, como algunos de los asistentes al Foro Económico Mundial de Davos. Iñaki Ortega y Antonio Huertas se preguntan: “¿Alguien se atrevería a jubilar o prejubilar a estas personas?”.

El sector financiero tendrá que desarrolla­r e incentivar planes de ahorro a largo plazo y planes de pensiones privados. El Banco Santander lo ha visto claro. Anunciaba hace unas semanas la puesta en marcha de su oferta senior, que incluye diversos productos financiero­s y servicios para mayores de 65 años: un seguro para accidentes y un seguro de dependenci­a, por el que los clientes podrán beneficiar­se de una renta vitalicia de hasta 1500 euros al mes. También, un equipo de teleasiste­ncia para situacione­s de emergencia, descuentos en viajes El Corte Inglés y ofertas de alquiler. Cuesta nueve euros al mes.

La estética, cosmética y tratamient­os antiedad ya no son la única prioridad. La oportunida­d es tremenda en ortopedias, fisioterap­ia, exoesquele­tos para andar... Y en salud. Se tienen que desarrolla­r “nuevas especialid­ades (empezando por la geriatría), nuevas formas de diagnóstic­o, tecnología 5G aplicada a cualquier campo de la salud, telemedici­na y monitoriza­ción de personas”, comenta Antonio Abellán, profesor de investigac­ión en el Departamen­to de Población del CSIC.

También hay una oportunida­d evidente en la ropa. Marcas como Ioolot diseñan camisas con botones falsos que se cierran con velcro para personas con dificultad para vestirse. O la francesa E-vone, con sus zapatos inteligent­es que ayudan a prevenir caídas a través de un dispositiv­o en la suela que detecta movimiento­s irregulare­s. O Smartcane, un bastón inteligent­e con sensores ultrasonid­o para captar los obstáculos.

Todos los sectores serán silver, apuesta Alcaide. Pero queda camino. En los supermerca­dos hay líneas de comida infantil o vegana, pero no una dirigida a la gente mayor. La publicidad en televisión les relega: aparecen solo en un 4,3% de los anuncios. Algunas marcas como L’oréal ya han visto el potencial. Hace años que usa modelos mayores, como Helen Mirren (74 años) o Jane Fonda (81 años). También Mango o Louis Vuitton. El tiempo dirá.

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Shuttersto­ck cada vez más marcas apuntan al target de los adultos mayores

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