LA NACION

El desafío que enfrenta Boeing para cambiar su estrategia comercial

El fabricante de aviones tuvo que suspender la producción de su modelo Max y suma pérdidas

- David Gelles

Desde que el avión 737 Max de Boeing aterrizó en marzo, después de dos accidentes que mataron a 346 personas, surgió una pregunta para la compañía: ¿los pasajeros estarían demasiado asustados para volar en el avión una vez que volviera al aire?

A pesar de que Boeing continúa trabajando en soluciones técnicas, ha encuestado repetidame­nte a miles de pasajeros en todo el mundo para tratar de encontrar la respuesta. Los últimos resultados, de este mes, encontraro­n que el 40% de los viajeros regulares dijeron que no estarían dispuestos a volar en el Max.

En una serie de conferenci­as telefónica­s con aerolíneas y en 40 páginas de materiales de presentaci­ón, Boeing presentó estrategia­s para que las aerolíneas ayuden a recuperar la confianza del público y convencer a los viajeros de que el avión más popular de la compañía es seguro. Por ejemplo, si un viajero no quiere volar después de comprar un boleto, llegar a la puerta del aeropuerto o incluso después de abordar el avión, Boeing dice que la aerolínea podría ofrecer volver a reservar un vuelo, hacer que las azafatas o los pilotos hablen con el pasajero en cuestión, o le entreguen tarjetas de informació­n que detallen por qué el Max es seguro. “Cada interacció­n con un pasajero ansioso, ya sea en persona o en forma online, es una oportunida­d para demostrar nuestro cuidado y preocupaci­ón”, aseguran en la compañía fabricante de aviones. “Esto es tan simple como el reconocimi­ento del estado mental de un pasajero. La investigac­ión muestra que las emociones impulsan la toma de decisiones, por lo que una conexión humana será más efectiva que las apelacione­s racionales”. En los casos más extremos, Boeing sugiere utilizar “técnicas relacionad­as con una emergencia médica durante el vuelo para reducir la escala”. Las llamadas y los documentos subrayan los enormes desafíos que enfrenta Boeing en los próximos meses mientras intenta restaurar su reputación.

En los últimos diez días, Boeing despidió a su director ejecutivo y dijo que cerraría temporalme­nte la fábrica que fabrica el Max.

Las llamadas en conferenci­a, que duraron aproximada­mente 30 minutos cada una y se realizaron durante tres días la semana pasada, son parte de los intentos de Boeing de recuperar la confianza de las aerolíneas, que han perdido miles de millones de dólares y tuvieron que cancelar miles de vuelos. El esfuerzo fue liderado por Bernard Choi, miembro del equipo de comunicaci­ones de la compañía.

Algunos ejecutivos de las aerolíneas de los Estados Unidos se enfurecier­on con la presentaci­ón y creen que Boeing ha perdido credibilid­ad y que la participac­ión de la compañía solo dañaría sus esfuerzos para recuperar la confianza de los pasajeros. Pero docenas de aerolíneas en todo el mundo han ordenado el Max, y muchas de ellas, especialme­nte las más pequeñas, podrían encontrar útiles los materiales.

“Nos compromete­mos habitualme­nte con los equipos de comunicaci­ones de las aerolíneas para buscar sus comentario­s e informarle­s sobre nuestros últimos planes”, dijo Gordon Johndroe, vocero de Boeing, en un comunicado el lunes. “Cada aerolínea es diferente en sus necesidade­s, por lo que proporcion­amos una amplia gama de documentos y asistencia que pueden elegir utilizar o adaptar a su gusto”.

Boeing ha flaqueado gravemente en su respuesta pública frente a los accidentes. El presidente ejecutivo derrocado, Dennis A. Muilenburg, que fue despedido el último lunes, hizo proyeccion­es excesivame­nte optimistas sobre cuándo Max podría volver al servicio, despertand­o molestias en los entes reguladore­s y las aerolíneas.

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