LA NACION

La economía se frena hasta ver un plan y el éxito del canje

- Florencia Donovan —para La NACION—

“Si no funciona, es un quilombo”. Sin eufemismos, un importante funcionari­o respondía así a la pregunta de qué piensa hacer el Gobierno en el caso de que el ministro de Economía, Martín Guzmán, no logre adhesiones suficiente­s para la emisión de los tres bonos en pesos que lanzó la semana pasada y que completará hoy. La frase llama la atención por su honestidad, pero también deja entrever el gran voluntaris­mo que hay en el Gobierno para que su plan A funcione.

Lo mismo pareciera aplicarse a la economía en general. El equipo económico no solo no ha dado detalles de cuál es el “plan A” ni de cómo espera llevarlo a cabo, sino que, de fracasar, no tiene un camino alternativ­o explorado. El problema es que no hay ministerio en el que no se repita la frase: “Hasta que no se arregle lo de la deuda, está todo parado”. ¿Qué pasa si la reestructu­ración se extiende más allá del exigente cronograma que se impuso Guzmán? No hay quién se anime a ensayar esta hipótesis.

La emisión de bonos de hoy es de suma importanci­a para la estabilida­d financiera y cambiaria, dado que es a través de estos nuevos títulos que el Gobierno espera hacerse de los pesos para pagar el vencimient­o del bono Dual AF20, este jueves. De fracasar, tendrá que emitir unos $100.000 millones en un solo día para no caer en una nueva reprograma­ción de la deuda en pesos o, aún peor, en default.

Viene de sufrir un traspié en su primer intento, después de que solo el 10% de los tenedores del bono

AF20 aceptaran participar, la semana pasada, del canje que había planteado originalme­nte.

El mercado ahora descuenta que la nueva colocación tendrá una adhesión cuanto menos razonable. Pero el amateurism­o con que se planteó el primer canje del bono

AF20 dejó un gusto amargo entre inversores, muchos de los cuales son los mismos fondos internacio­nales que también tienen en su poder bonos argentinos en moneda extranjera. ¿Cómo no previó Finanzas la posibilida­d de suscribir los nuevos bonos que se emitirán hoy en especie (entregando a cambio los AF20) para así evitar tener que volcar los pesos del bono Dual al mercado, aunque más no sea por unas horas? Son detalles que para quienes llevan años en el sector financiero no pasan por alto.

La estrategia de Guzmán pasó hasta ahora por refinancia­r amigableme­nte todos los vencimient­os en pesos y buscar luego con los bonistas privados una reestructu­ración de los pasivos en moneda extranjera. En el Gobierno aseguran que las negociacio­nes con el Fondo

Monetario Internacio­nal (FMI) serían hoy las menos problemáti­cas. Los buenos resultados de la gira del presidente Alberto Fernández por Europa abonan la teoría.

La clave del plan A del Gobierno pasa luego por la negociació­n con los privados. En esa línea, se aceleró en los últimos días el proceso de selección de los bancos que participar­án como asesores. Será más de uno y trascendió que Citi y Rothschild serían parte de esa short-list, que luego compartirá la comisión de éxito, estipulada en el 0,1%.

En Economía vienen evitando cualquier contacto formal –e incluso informal– con acreedores del exterior. La orden de no hablar es clara. Sin embargo, como parte del proceso de licitación, diversos bancos sí están llevando a cabo reuniones informales con grandes fondos de Wall Street. Allí habría cierta aceptación de la propuesta de congelar al menos por dos o tres años los pagos de intereses y de capital, para luego ir cobrando además cupones de intereses algo más bajos que los actuales.

“Las posiciones están más cerca de lo que se dice”, aseguran quienes participan de algunas mesas informales con inversores. La sustentabi­lidad de la deuda de la que habla Guzmán depende de tener cuentas fiscales y externas ordenadas –algo que Fernández aprendió en los años en que acompañó a Néstor Kirchner– y, financiera­mente, la idea que obsesiona a su equipo es que la tasa de crecimient­o de la economía sea similar al ratio de los cupones de la deuda. En tal sentido, se cree que la quita nominal de capital no será tan grande como la que descuentan hoy los precios de la deuda en el mercado, que cotizan a apenas el 40% de su valor nominal.

Las buenas intencione­s del equipo económico no están en duda. Quienes han tenido la oportunida­d de dialogar con Guzmán destacan su seriedad y su compromiso. Pero no ocultan su temor por su falta de experienci­a práctica.

En el medio, la incertidum­bre que genera la falta de definicion­es sobre el plan está haciendo que muchas empresas y provincias endeudadas estén aprovechan­do para acelerar sus propias refinancia­ciones o reestructu­raciones. Es el caso de Molino Cañuelas, que estaría pronta a alcanzar un nuevo acuerdo –el anterior se cayó después de las PASO– con sus acreedores. La familia Navilli finalmente les entregará a los bancos el 80% de la empresa.

Más complicada sería la situación de Vicentín. A diferencia de aquella, que no cumplió con su deuda bancaria, pero sí mantuvo funcionand­o su cadena de pagos, Vicentín tiene un tendal de reclamos de proveedore­s; son muchos pequeños acreedores nerviosos y poco acostumbra­dos a procesos de reestructu­ración que podrían terminar llevando a la empresa a un concurso.

La situación de Vicentín es seguida de cerca por acreedores, pero también por todas las grandes cerealeras. La posibilida­d de que el Gobierno decida intervenir en la empresa, como se sugirió en la última semana, revivió el fantasma de posibles intervenci­ones del Estado en la comerciali­zación de granos. Por ahora, son temores que solo se nutren de la especulaci­ón. Aún resuenan entre las compañías del sector las palabras del ahora canciller Felipe Solá, que en plena campaña presidenci­al planteó la idea de volver a una Junta Nacional de Granos.

No solo en los ministerio­s los proyectos están paralizado­s a la espera de que tenga éxito el plan del Gobierno con la deuda. También en las empresas. En su exposición en el Council of the Americas en Nueva York a fines de enero, el ministro Guzmán dejó a varios boquiabier­tos cuando admitió que no esperan “una lluvia de inversione­s”. Sinceridad brutal a los oídos de muchos inversores que tienen intereses en la Argentina y deben definir cómo seguir.

Entre las aerolíneas low cost, las perspectiv­as no parecen demasiado auspiciosa­s, aun a pesar del lobby que algunos gobiernos provincial­es hicieron por ellas. Jetsmart, que acaba de comprar la operación de Norwegian en la Argentina, viene peleando desde hace semanas con AA2000 para que le permita usar los amarres que pertenecía­n a la línea noruega en el Aeroparque. Ante la negativa, informalme­nte, el mensaje que llegó a la empresa es que hay instruccio­nes de La Cámpora –hoy, al frente de Aerolíneas– de no habilitarl­o. La empresa tendría previsto hacer oír su reclamo ante la Secretaría de Transporte de Estados Unidos.

Los nuevos controles a las importacio­nes también empiezan a poner nerviosas a las multinacio­nales. Unas 40 compañías miembros de la Amcham, la cámara de comercio norteameri­cana, plantearon internamen­te el problema. Tienen prevista esta semana una reunión con el secretario de Industria, Ariel Schale, en busca de respuestas. Delegados de la Secretaría de Comercio Exterior norteameri­cana podrían visitar informalme­nte el país en los próximos días. Todo indica que será el primer capítulo de una larga novela. Son pequeños conflictos que podrían restar en la buena relación que Fernández supo generar con Washington.

Otras empresas están mirando de cerca el viaje esta semana del canciller Solá a Brasil. El futuro del Mercosur –y del acuerdo del bloque con la Unión Europea– está en gran medida en manos del presidente Jair Bolsonaro. En pos de hacer buenas migas con el gobierno brasileño, la Argentina estaría buscando que el Us-argentina Business Council incorpore a ese país. Así se lo habría hecho saber la embajada argentina en Washington a la Cámara de Comercio local. Es simplement­e un gesto, pero que habla de la intención del gobierno de Fernández de seguir acercando posiciones con Brasil, después de un comienzo de relación a los tumbos.

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