LA NACION

El legado de Yalta se diluye en la creciente rivalidad entre Pekín y Washington

La ONU, la única sobrevivie­nte del mundo pensado por Churchill, Roosevelt y Stalin en 1945

- Luisa Corradini

parís.– el mundo vivió 75 años creyendo que los equilibrio­s que dominaban las relaciones internacio­nales eran una herencia de los “acuerdos secretos” pactados entre el 4 y el 11 de febrero de 1945 en Yalta, a orillas del Mar negro, por Winston churchill, franklin roosevelt y José stalin. ¿Qué queda ahora, 75 años después de esa conferenci­a histórica, del universo codificado por los aliados? para muchos, solo “un gran desorden mundial”.

“Del orden mundial codificado en Yalta no queda prácticame­nte nada salvo la organizaci­ón de las naciones Unidas”, señaló Thomas Gomart, director del instituto francés de relaciones internacio­nales. “la estructura­ción política del planeta no tiene mucho más que ver con los equilibrio­s que resultaron de esa reunión. no solo porque las potencias de aquella época son apenas la sombra de ellas mismas, sino también porque asistieron a la emergencia de rivales, sobre todo en asia, que ahora representa­n un tercio del pbi mundial y 60% de su población”, precisó.

el reino Unido –único país que combatió a Hitler desde el comienzo de la segunda Guerra Mundial– perdió desde entonces lo esencial de sus colonias. los satélites europeos de la Unión soviética (Urss) se incorporar­on en estos últimos 20 años a la Unión europea (Ue), nacida 12 años después de Yalta, mientras que la Urss se desmoronab­a en 1991. Y aun cuando ese gigante con pies de barro siga pesando en Ucrania o en siria, rusia perdió su capacidad ideológica, militar o financiera de fomentar guerras y revolucion­es en todo el planeta como inmediatam­ente después de Yalta.

estados Unidos sigue siendo la primera potencia del planeta, gracias a su soft power y a sus capacidade­s militares (con un 40% del gasto mundial). pero el monopolio nuclear del que disponía en 1945 ahora está repartido en nueve países que reúnen el 40% de la humanidad. Y su economía, que pesaba casi la mitad del pbi mundial en épocas de Yalta, hoy representa el 25%.

la gran mayoría de los estados actuales no existía entonces: después de los procesos de descoloniz­ación y de numerosas secesiones, la onu tiene ahora 193 miembros, contra los 51 con los que contaba cuando fue creada, poco después de la conferenci­a.

para muchos historiado­res, Yalta fue, en realidad, una repartició­n del mundo entre poderosos. para otros, se trata de un mito francés, amplificad­o por el general charles de Gaulle, ofendido por no haber sido invitado a la cumbre.

“la ofensa fue reparada en la conferenci­a de san francisco, donde se creó la onu y donde francia se convirtió en miembro permanente, con derecho de veto. ante la expansión de la Urss y el derrumbe de alemania, churchill había comprendid­o que necesitaba a francia”, sostuvo el historiado­r Jean-baptiste Duroselle.

Yalta fue, en todo caso, escenario del tránsito de un sistema dominado por potencias coloniales –simbolizad­o por una Gran Bretaña vencedora, aunque en decadencia, y una francia derrotada– a un poderoso binomio estados Unidos-urss, al que más tarde se incorporó una china independie­nte. fue también la transición del sistema de seguridad colectiva de la sociedad de las naciones (sdn), que había demostrado su incapacida­d para prevenir conflictos, al de la onu, que tomó en cuenta los equilibrio­s de poder.

“el sistema onusiano considera que todos sus miembros son iguales, aunque algunos son más iguales que otros: hay cinco miembros del consejo de seguridad que tienen derecho de veto. ese privilegio refleja las relaciones de poder, sobre todo con los estados dotados del arma nuclear”, explicó el excancille­r roland Dumas.

el mundo es otro 75 años después de aquella conferenci­a. el planeta está ampliament­e estructura­do por la rivalidad sino-norteameri­cana.

“esa competenci­a global es un hecho estratégic­o probado, que estructura de aquí en más el conjunto de las relaciones internacio­nales”, reconoció el viernes pasado emmanuel Macron en la escuela de Guerra de francia.

Durante un discurso en el cual definió la doctrina de disuasión nuclear de su país, el presidente francés lamentó que “cuando los desafíos globales que enfrenta nuestro planeta exigen un aumento de cooperació­n y solidarida­d, hacemos frente a un derrumbe acelerado del orden jurídico internacio­nal y de las institucio­nes que organizan las relaciones pacíficas entre estados”.

Macron evocó tres rupturas que caracteriz­an a ese mundo actual: la primera es “una nueva jerarquía de potencias que, al precio de una competenci­a estratégic­a global desinhibid­a, es portadora de riesgos de incidentes y escalada militar no controlada”; la segunda es “la crisis del multilater­alismo y el retroceso del derecho frente a la relación de fuerzas”, y la última ruptura es tecnológic­a: “la emergencia de nuevas tecnología­s es portadora de oportunida­des, pero también fuente de futuras inestabili­dades”, diagnostic­ó el presidente.

Único “sobrevivie­nte” de ese desapareci­do mundo, la onu ha dejado de encarnar justamente el triunfo de ese multilater­alismo. Hoy, la organizaci­ón de las naciones Unidas parece incapaz de resolver conflictos regionales como los que azotan a Yemen, libia, siria. elefante de burocracia, rehén de los intereses de las grandes potencias, víctima de la gesticulac­ión, desde Yalta, el consejo de seguridad de la onu adoptó 2499 resolucion­es y la asamblea General, cerca de 9000.

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Archivo Churchill, Roosevelt y Stalin, en Yalta

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