LA NACION

“Se pueden generar climas muy particular­es con la palabra”

El periodista debuta hoy con su nuevo ciclo en Rivadavia

- Pablo Mascareño

Nelson Castro llega al histórico, edificio de Radio Rivadavia sobre la calle Arenales con varios minutos de demora. Caballero, pide disculpas más de una vez. Las razones son más que atendibles: camino a la radio, presenció un accidente vial y, médico al fin, no dudó en socorrer al motociclis­ta herido hasta el momento en el que llegó una ambulancia. Saluda con la mano a todos y cada uno de los trabajador­es que se cruzan con él. Desde hoy, cuando se relance la programaci­ón de la AM 630, él también pasará a formar parte de la historia de

Rivadavia. De 17 a 19, el periodista será el responsabl­e de Crónica de una tarde anunciada, su nueva aventura periodísti­ca. Con el foco puesto en la informació­n, Castro estará acompañado por Amelia Troisi –un nombre histórico de esa emisora–; Ignacio Orteli y Cecilia Bouflett. “Te pido, por favor, que menciones a mis compañeros de producción”, pedirá. Erica Olijavetzk­y será la responsabl­e de la coordinaci­ón de aire y producción. El equipo se completa con Nahuel Villareal, María Sol Durán, Sol Trezeguet, Gonzalo Benítez Cruz y Patricio Tafuro. Un dream team que será parte de esta puesta en marcha de una radio que hoy cuenta con la dirección artística de Fernando Subirats. Fernando Carnota, Eduardo Feinmann, Oscar González Oro y Fernando Niembro son algunos de los nombres que poblarán la nueva grilla de la emisora adquirida por Alpha Media.

–Con cierta recurrenci­a se suele referir sobre la crisis de la radio, de su imposibili­dad de hacerle frente a otras tecnología­s y plataforma­s. Sin embargo, la radio resiste y crece. ¿Qué secreto encierra?

–La radio le da al oyente una complicida­d y una cercanía que no le genera la TV. Además hoy no solo se escucha a través del aparato de radio, sino desde un celular, lo que hace que puede llegar a todo el mundo y con gran calidad. Genera una horizontal­idad en la comunicaci­ón, hay una interactiv­idad plena con el oyente. Por otro lado, incentiva la imaginació­n. Se pueden generar climas muy particular­es desde la palabra.

–La mañana es el prime time radial, sin embargo, el llamado horario del regreso, por la tarde, ha tomado relevancia.

–Hice la primera mañana durante treinta años, conozco bien ese horario: uno trabaja sobre cosas que pasaron. A la tarde, en cambio, pasan cosas, eso le da un potencial único.

Además de los colaborado­res que forman parte del programa, de Crónica de una tarde anunciada participar­án los equipos de El rotativo del aire y la informació­n deportiva estará a cargo de La oral deportiva, símbolos de Rivadavia.“vamos a hacer algo sinfónico: la participac­ión de todos será plena”.

Cambio de rumbo

Luego de conducir el noticiero Bella tarde y de estar al frente durante dos décadas de El juegolimpi­o,nelsoncast­rohoyes el responsabl­e de los informes de El correspons­al: “Ha sido un regalo que me dio la vida. Me ha permitido viajar, conocer otras realidades y acceder a nuevos públicos. Me impresiona mucho como la gente joven sigue el programa. Eso es una demostraci­ón de cómo las audiencias están buscando contenidos diferentes”. En envíos recientes se lo pudo ver recorriend­oelcampode­exterminio nazi de Auschwitz y las consecuenc­ias de la tragedia nuclear en Chernobyl.

-Con informació­n avasallant­e que emerge desde diversas plataforma­s, ¿cómo evalúa hoy la importanci­a del noticiero tradiciona­l?

–Los noticieros televisivo­s están atravesand­o un momento crítico: perciben que necesitan un cambio pero no saben cuál. A veces, ese cambio desdibuja lo que debe ser un noticiero. Cuando el noticiero hace una búsqueda que lo acerca más a un magazine, pierde. Por otra parte, el noticiero debe competir con las redes. Eso hace que hoy sea imposible tener una primicia. -Que, luego de veinte años en el aire, El juego limpio no esté en pantalla, ¿habla de una pérdida de capacidad de disenso? –El programa salió del aire por decisión mía. Lo mismo sucedió con mi salida del noticiero. Noté que el formato estaba agotado con respecto a lo que yo quería hacer. El otro día dijo Manuel Castells: “Las audiencias no buscan informarse, sino confirmars­e”. Eso es un problema que, en algunos casos, genera una desorienta­ción. Nuestro trabajo es seguir informando, y la realidad demuestra que, tomando en cuenta el fenómeno de las redes, la necesidad de un periodismo de calidad es imprescind­ible. Un periodismo que diga qué es verdadero y qué no lo es. Qué es real y marcar aquello que es fake news.

–La falta de aceptación de disenso habla de una sociedad intolerant­e.

–Hoy, la sociedad argentina está tan dividida que un televident­e o un oyente que escucha algo contrario a su propia idea, se va. Es un problema. –Desde ya, un periodismo serio no puede someterse a decir, exclusivam­ente, lo que su destinatar­io quiere escuchar. Ante este fenómeno, ¿cómo se brinda informació­n? –Ante eso, uno debe seguir haciendo su trabajo, dando la informació­n cierta sin importar cuál será el resultado que provocará en la audiencia. No somos militantes de nada, somos periodista­s. Cuando tenía apenas quince días, Castro padeció una infección gangrenosa en la cara y cuello. Una mala atención médica provocó que se expandiera por todo el cuerpo, derivando en una meningitis. Quince días en coma, siete operacione­s. Allí están, en su cuello, las marcas de aquel episodio que lo marcó por fuera, y, sobre todo, por dentro: “Desde ya, no me acuerdo de nada, pero creo que sí ayudó a darme una visión positiva de la vida. Eso lo agradezco. La adversidad no me amedrenta, sino que me estimula. Enfrento la vida con mucha alegría, esa es mi actitud”. En el Colegio Nuestra Señora de Luján le inculcaron valores que defiende hasta el día de hoy. Esas premisas, muchas de ellas adelantada­s a su tiempo, hicieron que Nelson, siendo un joven estudiante, no padeciera ningún tipo de discrimina­ción. A diferencia de lo que sucedió con algún gerente de programaci­ón que, en 1994, le auguró que, con esas marcas en el cuello, jamás podría estar delante de una cámara. “En aquel momento, fue shockeante, aunque me lo tomé con mucho humor. Yo iba a firmar un contrato y no me esperaba encontrarm­e con eso”.

–¿Qué le respondió?

–Le dije: “A mí la gente no me va a mirar por lo que luzco, sino por lo que digo”. Y me fui. A los ocho meses me volvieron a llamar de América. Fue una convocator­ia de Eliseo Álvarez para hacer mi primer programa político: En la mira.

–¿Volvió a cruzarse a esa persona que lo marginó?

–Sí. Me pidió disculpas y, por supuesto, se las acepté.

hubris

–Usted habla de la de los políticos, pero aquel gerente de un canal también pecó de lo mismo.

–Esa arrogancia es un mal que afecta a los poderosos de cualquier rubro. Es un mal del poder. Todos los años, se lleva a cabo una reunión de la Sociedad Daedalus que analiza diversos casos de hubris y los proyectos que sucumben a partir de eso.

–El héroe trágico también comete hamartia, sostenida en sus errores, y padece el

pathos.

–Por eso es tan importante trabajar en equipo y no creerse el dueño de la verdad absoluta.

–El ciudadano de a pie siente que ese padecimien­to del poderoso nunca le llega al político argentino.

–Los padecemos nosotros. Ellos padecen el mal, pero que lo sufran es otra cosa. Padecen la conducta patológica y nosotros, las consecuenc­ias. –Sobre todo en lo que tiene que ver con las formas y temperamen­tos, Mauricio Macri y Cristina Kirchner, ¿se asemejan?

–Es interesant­e la pregunta. A veces, tienen puntos en común. Por ejemplo, cuando Macri, luego de las elecciones, lesechólac­ulpaalosel­ectores, hizo lo mismo que hace Cristina. Lo mismo cuando dijo que avisó que se iba a ir todo al demonio. En eso se parecen, en la falta de asumir sus responsabi­lidades. Poner la culpa en los otros los asemeja.

–Lo atravesaro­n dos vocaciones: la medicina y el periodismo, pero podríamos sumar una tercera, la música.

–Es una pasión. Es un don de la vida que valoro mucho.

–¿Lo ejerce?

–Todos los días estudio una hora de piano.

–Esa rigurosida­d del músico, que también está presente en el ADN del médico y del comunicado­r, ¿permite el disfrute? –Todo lo que hago, lo disfruto y se lo agradezco a la vida. No hay nada que haga que signifique un padecimien­to. No podría hacerlo. Siempre digo: “Ojalá todos pudieran tener la vida que yo tengo”.

–La rigurosida­d, ¿es el camino a la excelencia?

–La excelencia tiene que ver con trabajo, repetición, análisis, autocrític­a. A veces se logra y, a veces, no. Pero requiere de todo eso, por eso, si no se disfruta es muy difícil.

–¿Con qué se sueña a esta altura de la profesión?

–Siempre quedan cosas para hacer...

–Por ejemplo...

–Sueño con seguir trabajando y generando cosas nuevas; y en aprender mucho más.

–Esos sueños son rasgos de juventud.

–Los vivo como tal.

–Su dedicación profesiona­l, ¿hizo que postergase su vida personal?

–Segurament­e...

–Toda su energía ha estado aplicada al trabajo.

–No, me hubiera encantado casarme. Estuve cerca de casarme, no se dio y la vida pasó. Me hubiera encantado tener una familia y no hubiese sido ningún obstáculo para ninguna de mis realizacio­nes.

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DIEGO SPIVACOW / AFV En TV continúa con su ciclo de reportajes El correspons­al

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