LA NACION

EL AUMENTO DE LA HUMEDAD DEJÓ ATRÁS EL CLIMA SECO

Su territorio es 15% más húmedo, según el registro de lluvias entre 1873 y 2015; no es el mismo “aire serrano”, considerad­o la terapia básica para las enfermedad­es respirator­ias

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– En 1916, Fernando Fader llegó a Loza Corral, un pueblo del norte cordobés. Ante los primeros síntomas de su tuberculos­is los médicos le aconsejaro­n buscar el “clima suave” de las sierras. Vivió 19 años esperando su muerte y pintando bajo una luz que logró plasmar en su obra. A los dos años, en el Club Náutico de San Isidro, Ernesto Guevara sufrió su primer ataque de asma. En el otoño de ese 1931, la familia de quien se convertirí­a en “el Che” llegó a Alta Gracia en busca de mejores aires para él. Fue el padre de Mario “Pacho” O’Donnell (uno de sus biógrafos), que era su médico, el que les sugirió mudarse a esta villa veraniega de clima seco.

Pero Córdoba ya no es la meca de las personas con problemas respirator­ios. Casi un siglo después, el clima de Córdoba varió y no ayuda a superar los problemas respirator­ios y alérgicos. Es más húmedo y la amplitud térmica entre día y noche menos marcada.

Hoy es alrededor de 15% más húmedo, apunta a la nacion el meteorólog­o Marcelo Madelón: “Hay que ver cómo se corrieron los campos de cultivos del este al oeste de la provincia. La mayor cantidad de diques y embalses a los que algunos adjudican la humedad más alta es una verdad popular a medias, ya que aportan más vapor. Lo cierto es que atravesamo­s un ciclo más húmedo, de más lluvias”.

Un grupo de especialis­tas de las facultades de Ciencias Agropecuar­ias y de Matemática, Física y Astronomía de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) analizaron el registro de lluvias desde 1873 hasta 2015 en Córdoba. “Muestran un cambio significat­ivo de tendencia a partir de la mitad del siglo pasado. Se observa que el promedio anual de lluvias ha aumentado más de 100 milímetros en los últimos 50 años”, indican.

Las sierras cordobesas –en particular la región de Punilla– fueron durante la primera mitad del siglo XX el lugar aconsejado para el tratamient­o de enfermedad­es respirator­ias, en especial de la tuberculos­is. En 1899, el Congreso Nacional aprobó un préstamo de $250.000 “de moneda nacional” al tisiólogo Fermín Rodríguez para que lo instalara. Ese complejo sanitario fue uno de los más emblemátic­os que funcionaro­n en América Latina.

El historiado­r Esteban Dómina ratifica que hasta mediados del 1900 el “aire serrano” era considerad­o la terapia “básica” para las enfermedad­es respirator­ias. “Santa María con su solárium era una suerte de templo para los pacientes. La medicina era otra, y el sol y el aire puro eran las herramient­as terapéutic­as considerad­as más eficaces”, recuerda.

En el Hotel Edén, de La Falda, las familias aristócrat­as de la Argentina también venían a hacer “curas de aire” mientras paseaban. Después de la Segunda Guerra Mundial, fue un destino de descanso de nazis escapados de Alemania tras la caída de Hitler.

“Tónico y vivificant­e”

En 1881, el médico inglés Juan Schrivener publicó su “Geografía Física y Meteorológ­ica de los Andes de Perú” en la Revista MédicaQuir­úrgica de Buenos Aires, donde calificó al “aire de las montañas de Córdoba” como “tónico y vivificant­e. Y amplió que “la marcha progresiva y alarmante de la tisis tuberculos­a debe preocupar la atención de las autoridade­s públicas para la formación de un sanatorio para tísicos en las serranías de Córdoba“.

Son varios los especialis­tas que se ocuparon de los beneficios del clima en esta provincia. En 1887, el médico Enrique Tornú publicó “Climatolog­ía médica de las sierras de Córdoba” y “La cura de altitud en las sierras de Córdoba”. Reunió allí sus investigac­iones sobre el efecto positivo de la región en el tratamient­o y la curación de los enfermos pulmonares.

Santiago Reyna, docente de Ingeniería Ambiental y director de la Maestría en Ambiente de la UNC indica a este diario que hay dos factores que afectan al clima: por un lado, el calentamie­nto global, que hace que los fenómenos meteorológ­icos sean más extremos y, por el otro, ciclos de más lluvias.

Impacto en la salud

Alejandra Acosta, médica alergista y neumonólog­a, jefa del Servicio de Neumonolog­ía del Hospital Tránsito Cáceres de Allende, ratifica que el clima “impacta en la salud respirator­ia, tanto de quienes tienen una enfermedad como de quienes no. Córdoba se ha vuelto más húmeda y eso implica una baja de la presión que vuelve al aire más denso y dificulta respirar, es la sensación de sofocación”.

A modo de ejemplo, indica que los enfermos de asma suelen ser alérgicos a los hongos del aire que se desarrolla­n con el aumento de la humedad. “Por eso –señala Acosta–, el aire seco los mejora, porque aspiran menos esporas.

El viento complica por el polen también”.

Acosta subraya que el “clima puede empeorar a un enfermo de vías respirator­ias. Además inciden los lugares con más altitud, donde la presión de oxígeno es mucho menor”.

“El cambio climático hace que las modificaci­ones sean más impredecib­les y que nuestras adaptacion­es deban ser más veloces –sostiene Reyna–. Un porteño está más adaptado a la humedad que un cordobés, la variación nos genera un problema”.

Aclara que no es “tan fácil asociar” el cambio climático a la mayor humedad en Córdoba: “No lo podríamos decir con tanta certeza, hay eventos extremos que sí tienen que ver, como la oscilación del sur del fenómeno de El Niño. Ahí sí se generan conexiones distantes. El Niño ocurre en el oeste de la cuenca del Pacífico, pero genera cambios en el este de la cuenca. Aumenta la temperatur­a, aumenta la humedad”.

Madelón agrega que hay ciclos húmedos y de sequía. “No estamos exentos de que vuelva a llover menos, 50 milímetros menos al año cambiaría el perfil –describe–. En climas más secos la amplitud térmica es mayor. Los inviernos son más fríos y los veranos más calurosos. En Córdoba vemos que ambas estaciones cambiaron ligerament­e”.

El Hospital Santa María fue comprado por el gobierno nacional poco después de una década de haber sido abierto y lo amplió en 1915. En aquellos años las muertes por tuberculos­is eran muchas. Pasó a llamarse Sanatorio Nacional de Tuberculos­os Santa María.

En 1981 pasó a manos de la provincia de Córdoba. Entonces, la enfermedad por la que se creó hacía 40 años que había sido vencida. Hoy funciona un hospital en una parte y, en otra, el Centro de Excelencia en Productos y Procesos Córdoba (Ceprocor).

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Diego lima El centro de salud Santa María fue construido entre las sierras cordobesas

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