El Papa pide a los laicos más protagonismo
La Santa Sede publicó Querida Amazonia, el documento papal en el que no se aborda la ordenación de hombres en matrimonio para cubrir tareas sacerdotales y pastorales en zonas remotas
Fue tras evitar hablar sobre los curas casados.
ROMA.– Francisco evitó abrirle la puerta a la ordenación excepcional de hombres casados para solucionar el problema de falta de sacerdotes en zonas remotas en su esperado documento postsinodal Querida Amazonia, publicado ayer por el Vaticano. Ni siquiera tocó el tema, descolocando a todos los que esperaban una respuesta. Pero propuso, en su lugar, enviar a esta región considerada una periferia de la periferia del mundo, a más misioneros y darles “más protagonismo” y autoridad a los laicos, hombres y mujeres.
Una apertura a la ordenación de hombres casados o a los viri probati –hombres maduros de probada fe–, en efecto, en este momento hubiera dividido dramáticamente a la Iglesia Católica, polarizada entre un sector ultraconservador que en los últimos meses presionó y advirtió del peligro de un cambio y otro reformista, que quedó decepcionado con la decisión del Papa.
En el documento, de hecho, el Papa también le dijo no al diaconato para las mujeres, otra propuesta salida de la asamblea de obispos de octubre pasado, marcada por profundas divisiones justamente en estas dos cuestiones de alta sensibilidad.
En Querida Amazonia, exhortación postsinodal que comienza como una carta de amor, Francisco se concentra en temas para él mucho más importantes, como el “desastre ecológico” y las “injusticias y crímenes” perpetrados por “empresas sedientas de rédito fácil” en esta región del mundo crucial por ser uno de los pulmones del planeta.
Llama a indignarse, sale en defensa de los castigados pueblos originarios, a quienes les pide perdón, y advierte: “No podemos permitir que la globalización se convierta en un nuevo tipo de colonialismo”.
El documento, de 111 párrafos, escrito en forma poética –hay citas de Vinicius de Moraes, Pablo Neruda y Mario Vargas Llosa–, está dirigido “a todos los fieles del mundo”, aclara al principio el Papa.
También advierte en el comienzo que si bien no cita al documento final elaborado por el sínodo, un órgano consultivo, lo invita a leer “íntegramente”. Es más, auspicia que “toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por este trabajo”.
El documento final no solo había propuesto la ordenación de hombres casados –cuestión conflictiva sobre la que el Papa en la exhortación no se pronuncia, dejando en claro que no es el momento de avanzar en esta dirección–, sino también la introducción del “pecado ecológico” y de un “rito amazónico”, entre otras iniciativas.
Querida Amazonia se divide en cuatro capítulos que son los cuatro “sueños” del Papa para esta región, que utiliza como ejemplo profético para toda la Iglesia. El primero es un sueño “social”: “Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida”.
En esta parte Francisco es duro y directo. “Los intereses colonizadores que expandieron y expanden –legal e ilegalmente– la extracción de madera y la minería, y que han ido acorralando a los pueblos indígenas, provocan un clamor que grita al cielo”, denuncia. Palabras que no le caerán bien al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que envió un proyecto de ley para permitir actividades mineras en tierras indígenas de la Amazonia.
El segundo capítulo habla de un sueño cultural: “Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana”. El tercero es un sueño ecológico: “Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas”. Y el cuarto sueño es eclesial: “Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos”.
En este capítulo, Francisco reconoce el “acuciante” problema de la falta de sacerdotes en zonas remotas. Pero no menciona la solución de ordenar hombres casados, una propuesta que congela. Y propone otras soluciones: exhorta a los obispos de
América Latina “a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia”.
“Llama la atención que en algunos países de la cuenca amazónica hay más misioneros para Europa o para Estados Unidos que para auxiliar a los propios Vicariatos de la Amazonia”, critica, en una nota al pie de página.
Por otro lado, habla de la necesidad de revisar las estructuras de formación sacerdotal y recuerda “la carencia de seminarios para personas indígenas”.
“Los desafíos de la Amazonia exigen a la Iglesia un esfuerzo especial por lograr una presencia capilar que solo es posible con un contundente protagonismo de los laicos”, afirma el Papa, que propone asimismo más diáconos permanentes y “la presencia estable de líderes laicos maduros y dotados de autoridad”.
Por otro lado, Francisco elogia el “aporte indispensable” de las mujeres en la Amazonia. Pero, como se había anticipado, rechaza la propuesta de un diaconado femenino: para él, “el acceso al orden sagrado [...] en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable”.
El documento final no solo había propuesto la ordenación de hombres casados, sino también la introducción del “pecado ecológico” y de un “rito amazónico”