Dan Bejar impacta con su nuevo trabajo
★★★★ have we met: “Crimson Tide”, “Kinda Dark”, “It Just Doesn´t Happen”, “The Television Music Supervisor”, “The Raven”, “Cue Synthesizer”, “University Hill”, “Have We Met”, “The Man in Black’s Blues”, “Foolssong”
Dan Bejar (el hombre detrás del nombre en Destroyer) asegura que aquellos que escuchen antes sus discos se sorprenderán cuando lo vean en vivo. O viceversa. Pero las voces diferentes de este canadiense –hijo de un físico granadino que emigró a Vancouver y una profesora de español estadounidense– son en realidad muchas más. Canta suave y dulce cuando graba y de una manera más desprolija y vigorosa en los conciertos, cambia la entonación de acuerdo con el humor que tenga en el día, prueba con diferentes versiones de una misma canción... “En el estudio intento cantar como Billie Holiday; en los shows como John Lydon”, graficó él alguna vez. Lo cierto es que Have We Met, su nuevo disco, exhibe la faceta más cool del personaje: el repertorio configura un ambiente íntimo en el que Bejar se interna con delicadeza (se supone que hizo las tomas de voces encerrado en una pequeña habitación de su casa durante un par de noches, intentando no despertar a su mujer y su hija) para seguir exhibiendo su perplejidad ante el mundo y, también, para asumir la madurez con una especie de calma resignada. “Estoy listo para perder completamente de vista todo lo que es bueno”, dice en algún pasaje de este disco que conserva ese poder de atracción tan particular con el que ha contado siempre Destroyer: el de involucrar emocionalmente al que escucha su música sin apelar al sentimentalismo.
Have We Met tiene un refinamiento similar al de Kaputt (2011), aquel disco brillante en el que Bejar le incorporó el glamour de Roxy Music y la prolijidad de Steely Dan a una fórmula creada con el folk metafísico de Dylan y el glam provocativo de T. Rex y el Bowie más temprano, entre otros muchos ingredientes. Pero es una versión más económica de aquel plan de espíritu claramente barroco: las disertaciones del protagonista navegan ahora en un mar pacífico de synth pop retro alterado de vez en cuando por alguna guitarra eléctrica con filo.
Fundamental en el resultado final fue el trabajo del productor John Collins (habitual colaborador de The New Pornographers, otro de los proyectos de Bejar), muy lúcido a la hora de insertar en las canciones pequeñas capas sonoras construidas con material sobrante de las grabaciones de Kaputt y Poison Season (2015) e interpretar cuáles eran las necesidades de un disco donde domina de punta a punta la melancolía.