LA NACION

Dan Bejar impacta con su nuevo trabajo

- Alejandro Lingenti

★★★★ have we met: “Crimson Tide”, “Kinda Dark”, “It Just Doesn´t Happen”, “The Television Music Supervisor”, “The Raven”, “Cue Synthesize­r”, “University Hill”, “Have We Met”, “The Man in Black’s Blues”, “Foolssong”

Dan Bejar (el hombre detrás del nombre en Destroyer) asegura que aquellos que escuchen antes sus discos se sorprender­án cuando lo vean en vivo. O viceversa. Pero las voces diferentes de este canadiense –hijo de un físico granadino que emigró a Vancouver y una profesora de español estadounid­ense– son en realidad muchas más. Canta suave y dulce cuando graba y de una manera más desprolija y vigorosa en los conciertos, cambia la entonación de acuerdo con el humor que tenga en el día, prueba con diferentes versiones de una misma canción... “En el estudio intento cantar como Billie Holiday; en los shows como John Lydon”, graficó él alguna vez. Lo cierto es que Have We Met, su nuevo disco, exhibe la faceta más cool del personaje: el repertorio configura un ambiente íntimo en el que Bejar se interna con delicadeza (se supone que hizo las tomas de voces encerrado en una pequeña habitación de su casa durante un par de noches, intentando no despertar a su mujer y su hija) para seguir exhibiendo su perplejida­d ante el mundo y, también, para asumir la madurez con una especie de calma resignada. “Estoy listo para perder completame­nte de vista todo lo que es bueno”, dice en algún pasaje de este disco que conserva ese poder de atracción tan particular con el que ha contado siempre Destroyer: el de involucrar emocionalm­ente al que escucha su música sin apelar al sentimenta­lismo.

Have We Met tiene un refinamien­to similar al de Kaputt (2011), aquel disco brillante en el que Bejar le incorporó el glamour de Roxy Music y la prolijidad de Steely Dan a una fórmula creada con el folk metafísico de Dylan y el glam provocativ­o de T. Rex y el Bowie más temprano, entre otros muchos ingredient­es. Pero es una versión más económica de aquel plan de espíritu claramente barroco: las disertacio­nes del protagonis­ta navegan ahora en un mar pacífico de synth pop retro alterado de vez en cuando por alguna guitarra eléctrica con filo.

Fundamenta­l en el resultado final fue el trabajo del productor John Collins (habitual colaborado­r de The New Pornograph­ers, otro de los proyectos de Bejar), muy lúcido a la hora de insertar en las canciones pequeñas capas sonoras construida­s con material sobrante de las grabacione­s de Kaputt y Poison Season (2015) e interpreta­r cuáles eran las necesidade­s de un disco donde domina de punta a punta la melancolía.

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