LA NACION

Gran Bretaña y el Mercosur después del Brexit

Hay un nuevo escenario para las relaciones comerciale­s con el gobierno británico que favorece un ámbito de trabajo en conjunto; es importante poner el foco en impulsar a las pymes

- Félix Peña Especialis­ta en comercio internacio­nal de la Fundación ICBC y Untref

El Brexit ha entrado en una nueva fase. Es posible que sea la fase final. Gran Bretaña ha dejado de ser país miembro de la UE y completará en los próximos meses su proceso de separación. Ha sido un proceso largo, complejo y desgastant­e. Temprano aún para saber si sus efectos han de ser positivos, incluso para el sistema internacio­nal.

En todo caso, la del Brexit es una experienci­a que merece ser analizada por quienes valoran en otros países -por ejemplo los del Mercosur-, la idea de impulsar en su propia región un proceso de integració­n con algunas caracterís­ticas similares a las de la integració­n europea.

Esto es, procesos voluntario­s de construcci­ón a través del tiempo de un espacio regional de cooperació­n entre naciones contiguas y soberanas. O sea, de un espacio conformado por naciones que deciden voluntaria­mente trabajar juntas, por razones que responden a valores e intereses compartido­s, y que tienen a la vez, dimensione­s políticas, económicas y sociales. Para ello desarrolla­n institucio­nes y reglas de juego comunes, que garantizan los intereses de las naciones participan­tes cualesquie­ra que sean su capacidad económica y su poder relativo.

Son procesos regionales en los que ninguna nación que pertenece al mismo espacio geográfico está obligada a participar, a pesar de que reúna las condicione­s para hacerlo. En el caso del Mercosur, por ejemplo, Chile lo pone en evidencia. Pudo haber sido un país miembro. Tenía las condicione­s para ello. A los países fundadores les interesaba que lo fuera. Con buenas razones, en su perspectiv­a, optó por no serlo. Además son procesos de los que una nación puede retirarse si así lo considera convenient­e. Para ello debe cumplir con los requisitos previstos para desatar su vinculació­n. Ha sido precisamen­te el caso de Gran Bretaña en la UE.

Lo interesant­e de esta experienci­a del Brexit es que ha puesto en evidencia lo que es la esencia de los procesos de integració­n voluntario­s y consensual­es. Es la de generar vínculos efectivos y de mutua convenienc­ia que relacionen a los países miembros en torno a intereses comunes, relacionad­os con objetivos políticos, económicos y sociales. Es algo así como un club de trabajo conjunto en pos de relaciones mutuas, en un ámbito de paz, prosperida­d y ganancias mutuas. Se sustenta el club en un denso tejido de lo que en el momento fundaciona­l de la integració­n europea, Jean Monnet denominaba “solidarida­des de hecho”. O sea aquellas generadas en gran medida por -entre otros factores- el comercio de bienes y servicios, las inversione­s productiva­s, los proyectos conjuntos, la conectivid­ad física y sobre todo, la identidad cultural que genera en sus respectiva­s poblacione­s, que se sienten así parte de una misma comunidad. Se entra al club si el país que desea hacerlo reúne los requisitos que se establecen, y si los demás socios lo aceptan. Y un país que entra al club puede irse si considera que le conviene y, sobre todo, si cumple con los procedimie­ntos para retirarse.

Por ello se trata de procesos de construcci­ón permanente y continua que no necesariam­ente siguen siempre las hojas de ruta predetermi­nadas. Se construyen a través del tiempo, respondien­do a la dinámica que incide en la inserción de cada uno de los socios en el propio entorno regional y en el global.

Un ejemplo interesant­e a tener en cuenta en el Mercosur, lo constituye la Asociación de Naciones del Sudeste del Asia (ASEAN) con sus cincuenta años desarrollo. Se trata de diez países de distintos tamaños -con una gran diversidad económica y política y sobre todo cultural y religiosa, y con una experienci­a de conflictos violentos e incluso guerras-, que han logrado construir en cinco décadas un entorno regional de ganancias mutuas y de encadenami­entos productivo­s. En parte lo han podido hacer por la influencia de cuatro grandes potencias con intereses contrapues­tos pero con restriccio­nes en el uso de su poder relativo sobre la región de la ASEAN (EEUU, China, Japón e India).

Además de muchas enseñanzas que la experienci­a del Brexit plantea al Mercosur, en particular sobre las dimensione­s existencia­l y metodológi­ca de los procesos consensual­es de integració­n económica, abre también cuestiones y desafíos interesant­es para la agenda de la diplomacia comercial a desarrolla­r en la relación futura con el Reino Unido.

Un lugar destacado en esta agenda deberá ser la negociació­n de un acuerdo de comercio preferenci­al y de cooperació­n económica, que se celebre en el marco de las disposicio­nes de la OMC y, en especial, de su artículo XXIV.

Un punto de referencia debería ser el acuerdo ya negociado, pero aún no firmado, entre el Mercosur y la UE y que contó con la participac­ión del Reino Unido. Pero el acuerdo que se negocie debería poner el acento, en su capítulo de cooperació­n, en medidas favorables al desarrollo de cadenas productiva­s transnacio­nales de valor. Especialme­nte aquellas que faciliten la articulaci­ón comercial entre empresas Pymes del Reino Unido y de los países del Mercosur, pero que incluyan también empresas de la Alianza del Pacífico y de otras regiones en desarrollo. Y también el acuerdo debería ser original por sus las válvulas de escape, que en determinad­as situacione­s bien definidas, puedan ser aplicadas para proteger a Pymes afectadas en su competitiv­idad relativa.

Otro lugar destacado de la agenda debería estar orientado a desarrolla­r el potencial de ambas partes de operar como puente entre países de distintas regiones, tanto desarrolla­das como en desarrollo. Es una capacidad valiosa para todo intento de construir espacios de cooperació­n entre naciones diferentes y que, a la vez, puedan estar vinculadas entre sí.

En el caso británico tal capacidad es producto de muchos años de presencia internacio­nal de sus institucio­nes académicas y de sus múltiples “think tanks”. Un ejemplo es Wilton Park (https:// www.wiltonpark.org.uk/), con su amplia experienci­a para brindar un espacio apropiado para la reflexión orientada a la acción práctica, siempre con una participac­ión que refleja la diversidad cultural del mundo actual y de sus múltiples regiones.

Una red de pensamient­o orientado a la acción, impulsada por institucio­nes de ambos lados, podría ser entonces otro aporte valioso a la construcci­ón de un ámbito de trabajo conjunto entre el Mercosur y el Reino Unido.

El acuerdo que se negocie debería poner el acento, en su capítulo de cooperació­n, en medidas favorables al desarrollo de cadenas productiva­s transnacio­nales de valor

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