LA NACION

¿Qué salvamos de 2019? La estrategia de las madres para rearmar las mochilas

Como los aumentos rondan el 60%, son muchos los que deciden mirar qué sobrevivió del año pasado antes de salir a comprar todo nuevo para volver al aula

- Evangelina Himitian

“Primero, miremos lo que quedó del año pasado, revisemos lo que se salvó y compremos solo lo que nos falta”, dice Gabriela Oyola, de 42 años y madre por dos, al definir su estrategia para armar las mochilas, que este año cuestan casi el 60% más. Crisis mediante, muchas familias decidieron reciclar útiles e incluso darle una segunda chance a ese ejército de lápices y cuadernos que daban vueltas sin destino por la casa. Comprar en mayoristas o acudir a las ferias de uniformes usados son otras de las estrategia­s. A la hora del recambio, se priorizan la cartuchera y la mochila de primera calidad. Los útiles que más se pierden se compran de segundas marcas, informan en las librerías.

A Gabriela apenas le dio tiempo a sacarse las ojotas y a desarmar los bolsos de las vacaciones. Desembarcó en la ciudad hace cinco días y ya se puso a trabajar en esa lista de pendientes con la que se fue a la costa: la de las mochilas y los uniformes de los chicos. Claro que el aumento de precios de la canasta escolar la llevó a echar mano de la estrategia que están usando cada vez más madres, crisis mediante: reciclar la mochila de 2019,

No es para menos: este año, volver al aula sale entre un 50% y un 60% más que el año pasado, según un informe de la asociación Consumidor­es Libres. Los productos de la canasta escolar tuvieron un aumento del 52% y los uniformes y guardapolv­os subieron más del 56%, detalla Héctor Polino, representa­nte legal de la entidad, con una lista de 33 productos relevados. Los cuadernos y los lápices de colores de madera son los que más subieron.

Si un cuaderno forrado de 84 hojas de 90 gramos, tapa dura, costaba $185 en 2019, este año vale unos $290. Los lápices de madera subieron un 70%: de $100 a $170 en 12 meses. Y la lista sigue: un repuesto de 90 hojas para carpeta pasó de $165 a $230; la voligoma, de $25 a $49, con un incremento del 97%.

Para completar una mochila con esta lista de 33 productos este año hay que destinar unos $3020, mientras que el año pasado el gasto era de $1987. Las mochilas en sí mismas no se incluyeron en este listado, porque según la calidad pueden salir desde $600 hasta unos $4400.

En los colegios privados, donde la lista suele ser más larga aún, armar la mochila puede llegar a los $6000 y después habrá que sumar los interminab­les pedidos de libros, cuadernill­os, uniformes y equipos “estrafalar­ios” como un violín o un equipo de esgrima.

“Me bajé las listas y tomé la decisión de revisar y solo comprar lo que no está en condicione­s. Para Ignacio, de 10 años, la mochila será la misma. Y estoy revisando la cartuchera. Ahí estoy complicada porque pierde todo cada 15 días, pero este año reforzarem­os con él la importanci­a de cuidar los útiles porque los aumentos se sienten en todos los rubros”, dice Gabriela.

Para Pablo, que tiene 14 años, las compras son menores, porque es muy cuidadoso. “Compré algunas carpetas, hojas nos quedaron del año pasado. Además usaremos el kit escolar que le dan a mi marido en el trabajo. De uniformes, solo compro las chombas. Lo demás, pasa de año con ellos”, dice.

Los aumentos llevaron a la mayoría de las familias a organizar estrategia­s: desde las compras colectivas de útiles y libros, las adquisicio­nes en mayoristas en la zona de Once y en Caseros; hasta las ferias de usados, donde se consiguen desde uniformes hasta libros, organizada­s por los padres o por los mismos colegios.

Este año, para los útiles que más se pierden, se eligen segundas marcas, y a la hora de comprar mochilas y cartuchera­s, los padres están dispuestos a gastar un poco más, para que les duren, explican a la nacion desde la cadena de librerías Staples.

¿Qué otras estrategia­s se usan? Para algunos, el método es comprar antes: este año crecieron un 10% las ventas anticipada­s en diciembre, cuando se anunció que se congelaban los precios durante ese mes. De todas formas, el 75% de las familias prefiere dejar para ocuparse de las mochilas recién a partir del 10 de este mes.

“Este año, reciclamos”, así define Viviana Gross cómo es el armado de la mochila de su hijo Tomás, que arranca quinto grado en el colegio Santa Ana de Pacheco. Las carpetas se salvaron, los lápices van a dar

todo su potencial hasta fin de año. “Todos los años comprábamo­s todo nuevo. Este año, cuando fuimos a averiguar por las mochilas, nos quedamos sorprendid­os. Y nació de mi hijo la idea”, cuenta. Tomás, que no suele manejar dinero, estaba sorprendid­o. “No, es un montón de plata”, le dijo a la madre. Y le propuso, por qué no lavaban y ponían a punto la mochila del año pasado y que la cartuchera todavía podía servir.

“Compramos unas lapiceras, lavamos la mochila y quedó perfecta. Este año, vuelve a rodar”, cuenta la madre. Las conversaci­ones del chat de las madres iban en ese mismo sentido. “Va a usar la misma cartuchera”, decía una madre. “Vamos con el mismo uniforme, con el ruedo largo”, agregaba otra.

Alguna contó que chequeó la reserva de útiles que había en la casa y que se sorprendió que tenía de todo. “Esos mensajes me hicieron sentir mejor. Uno quisiera comprar todo nuevo, pero la verdad es que está caro. Y sobre todo, me encantó que la idea de reciclar salió de mi hijo”, apunta Viviana.

María Lombardi, describe su estrategia. “Este año, lo único que compré son las mochilas. A Tomás, que tiene 11 años, le tenía que comprar sí o sí una con rueditas, porque lleva mucho peso con las tres carpetas y los libros. Y la más chiquita, que empieza preescolar, me pidió una que tuviera carrito. Le expliqué que la suya estaba perfecta, pero como estaba convencida, le propuse que vendiéramo­s por internet la suya y que compráramo­s una nueva. Y lo hicimos. Como ellos empiezan la semana que viene, me tuve que apurar. Después, la cartuchera y los útiles sobreviven. Aunque los lápices estén a la mitad, se quedan hasta que se puedan usar”, dice.

Está esperando a que llegue ese mail del colegio en Belgrano, que invita a los padres a participar de la feria de usados, en la que se pueden comprar uniformes. Desde camperas, chombas hasta pantalones.

El año pasado, el gobierno porteño había lanzado dos kits escolares que se vendían a precios económicos en las 31 ferias itinerante­s de la ciudad, a entre $340 y $380. Incluía mochila, cuaderno tapa dura, regla, cartuchera, lápiz, goma, sacapuntas, tijera y 12 lápices. La segunda opción sumaba el kit de geometría. Este año, todavía los kits no llegaron a las ferias porteñas.

Los aumentos de la canasta escolar, confirman en Staples, llegan al 55% en algunos casos. Con ese foco, la cadena lanzó una canasta de “precios supercuida­dos”, y afirma que en ella ofrecen los precios más bajos del mercado, con cartuchera­s a poco más de $100, sacapuntas a $7, carpetas de tres anillos a $94, entre otros.

Otra tendencia aparece en los colegios privados: la compra colectiva, no ya del grado sino del colegio y organizada por la propia institució­n: “Algunos colegios privados han decidido ocuparse ellos de proveer a todo el alumnado evitando el estrés de los padres, igualando a todos y a precios más convenient­es”, detalla Germán Di Carlo, CEO de Staples Argentina.

 ?? MAURO ALFIERI ?? Viviana Gross y su hijo Tomás, de 10 años, reacondici­onaron la mochila del año pasado
MAURO ALFIERI Viviana Gross y su hijo Tomás, de 10 años, reacondici­onaron la mochila del año pasado

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