LA NACION

El largo brazo del extremismo islámico en América Latina

- Carlos Manfroni Abogado y escritor

La investigac­ión del director de cine británico Justin Webster sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, en enero de 2015, puso nuevamente sobre la mesa de discusión la acción del terrorismo islámico en la Argentina, esta vez como saga del feroz atentado contra la AMIA, en 1994. Todo parecía haber comenzado con el ataque explosivo que demolió la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992. Pero en aquellos dos estallidos se concentró la parte cruenta, horripilan­temente sangrienta de la relación de la Argentina y de América Latina con el terrorismo islámico, que lamentable­mente es una historia mucho más amplia.

Hoy es muy conocido el estrecho lazo de Venezuela con Irán, a tal punto que ese país podría considerar­se el centro de operacione­s del extremismo islámico en América. Hezbollah ha actuado en Venezuela durante años, con centro en la isla Margarita y bajo la protección de Hugo Chávez. Ese poderoso grupo terrorista iraní, lo mismo que Hamas, recibió financiami­ento del comercio ilegal de drogas venezolano. Sin embargo, Chávez no fue el pionero de esa vinculació­n criminal, que continúa. La “primicia” la tuvo allí el famoso terrorista Vladimir Illich Ramírez Sánchez, alias Carlos o el Chacal, autor de una de las series más largas y sanguinari­as de atentados en Europa, especialme­nte en formacione­s ferroviari­as y estaciones de trenes, hasta que fue condenado y detenido en una cárcel de Francia.

El Chacal, antisemita y estrecho aliado del comunismo soviético, se incorporó al Frente Popular de Liberación de Palestina en 1970 y fue quien proclamó que “la revolución es hoy, ante todo, islámica”. Venezuela exportó la revolución islámica a todos los países bolivarian­os con enorme rapidez, como lo demostró Joel Hirst, en un trabajo para el Interameri­can Institute for Democracy. Entre 2007 y 2008, bajo la presidenci­a de Rafael Correa, el comercio entre Irán y Ecuador aumentó de US$6.000.000 a US$178.000.000 al año. En cambio, la relación entre Nicaragua e Irán procede del primer gobierno sandinista, en 1980.

Daniel ortega, jefe de la revolución sandinista y una y otra vez presidente de Nicaragua, viajó a Teherán y declaró que la revolución de Irán y la de Nicaragua son hermanas gemelas. En Bolivia, el expresiden­te Evo Morales recibió durante su gestión la visita de su par iraní Mahmoud Ahmadineja­d, que llegó en un avión de la Fuerza Aérea Venezolana acompañado por Hugo Chávez. Evo Morales retribuyó la visita y otorgó la concesión de un yacimiento de litio de Bolivia a una compañía explotada por la Guardia Revolucion­aria de Irán. El yacimiento está próximo a otro de uranio. A su vez, el gobierno iraní construyó un hospital en la zona de El Alto, donde las enfermeras son obligadas a llevar hiyab.

No se han conocido movilizaci­ones de “colectivos” feministas en protesta por esa imposición. Una manifestac­ión feminista, en 2017, por otros motivos, fue reprimida por la policía de Evo Morales.

organizaci­ones que apoyan las metas llamadas “progresist­as” en las sociedades occidental­es, como open Society, promotora de la liberaliza­ción de las drogas y el aborto, reciben constantes acusacione­s de periodista­s como Rachel Ehrenfeld, del American Center for Democracy, por sus posiciones anti-Israel y el financiami­ento a los palestinos a través de otras asociacion­es, como BDS, que propone un boicot mundial a las empresas israelíes. Llama la atención el apoyo a grupos cuyas pautas culturales son degradante­s al extremo del papel de la mujer –en Medio oriente– y al mismo tiempo a corrientes que declararon la guerra a lo que denominan “sociedad patriarcal”, en occidente.

La política del extremismo islámico hacia occidente encuentra su sello en la organizaci­ón para la Liberación Palestina, de Yasser Arafat. Desde fines de los 60, la oLP usó el narcotráfi­co con el doble fin de financiars­e y, a la vez, desgastar la moral de los jóvenes de las naciones desarrolla­das, como después lo hicieron tantos grupos terrorista­s de Medio oriente. Lamentable­mente, la oLP también –de distinta manera que Hezbollah– tuvo su contacto con la Argentina. Es famosa la fotografía de Yasser Arafat con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, dos de los miembros de la cúpula de Montoneros. La organizaci­ón de Arafat entrenó a los guerriller­os en El Líbano, en Siria y en Libia, entre 1977 y 1980. A cambio de ese adiestrami­ento, Montoneros armó en Beirut una fábrica de explosivos plásticos.

En 1973, de la mano de José López Rega, la Argentina ingresó en el bloque de Países No Alineados, una liga promovida por los Estados árabes y la Unión Soviética. Se firmaron acuerdos con Libia, bajo el interminab­le gobierno de Muammar Khadafi, y López Rega armó una unidad operativa para supervisar su cumplimien­to.

En aquel momento, Libia representa­ba para el terrorismo más aún de lo que hoy significa Irán. Si bien Khadafi no encabezaba un gobierno teocrático, como el iraní, sus maniobras en la oPEP habían hecho crecer 4 veces el precio del petróleo en 1973. Mientras el mundo desarrolla­do vivía una aguda crisis a consecuenc­ia de ese aumento desmedido, Khadafi usó el dinero que Libia recaudaba como exportador del combustibl­e para financiar a prácticame­nte todos los movimiento­s terrorista­s del mundo, de izquierda o de derecha, en tanto que combatiera­n a las democracia­s occidental­es. Desde Libia se organizó el asesinato de los atletas israelíes en las olimpíadas de Múnich, en 1972; el atentado contra Juan Pablo II, por Ali Agca, en 1981, en combinació­n con la KGB; la bomba en la discoteca de Berlín, colmada de público joven, en 1986, y el estallido del avión de pasajeros de la empresa PanAm, en 1988.

Libia tampoco se privó de llevar a cabo dos atentados simultáneo­s contra los principale­s aeropuerto­s de Roma y de Viena, en las instalacio­nes de la compañía aérea israelí El Al, mediante disparos de fusiles y bombas de mano, el 28 de diciembre de 1985, a las 9.15, con el resultado de 16 muertos y 124 heridos. Y esto a pesar de que Italia había tenido un papel importante como proveedora de armamento a Libia. El precio del petróleo siguió aumentando hasta 1979 y, en la misma medida, el poder de Khadafi. A la vez, el alto costo del combustibl­e perjudicó enormement­e a los países subdesarro­llados, lo cual favoreció la acción de las guerrillas, incluidos Montoneros, que también se entrenaron en Libia.

En 1982, ingresó en la Argentina el BCCI, un banco internacio­nal del árabe Gaith Pharaon, que se cerró en nuestro país tras algunos escándalos descubiert­os en EEUU y en Inglaterra. El BCCI había financiado a numerosos grupos del extremismo islámico. El intercambi­o con Irán continuó en los 80. En cuanto a las relaciones del gobierno de los Kirchner con Irán y con Venezuela, son historia vigente en la Justicia y en las noticias .

Los objetivos de la penetració­n hoy parecen ser los de siempre: drogas, armas y energía nuclear, además de despliegue en el territorio. Se trata del problema geopolític­o más grave de América Latina, y como tal, debería ser abordado con una estrategia conjunta por todos los países del hemisferio que no siguen las directivas de Venezuela, su plataforma en el continente.

Se trata del problema geopolític­o más grave de América Latina

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