LA NACION

fertilizan­tes baratos: una oportunida­d para la productivi­dad del cultivo de trigo,

- por andrés Grasso

Soy ingeniero agrónomo y desde hace 10 años integro el equipo técnico de Fertilizar AC. En condicione­s no limitadas en nutrición, los rendimient­os de casi todos los cultivos que hacemos en la región pampeana son hasta casi 20% superiores a los que se alcanzan con las prácticas más frecuentes de fertilizac­ión. En parte es por el aumento en la demanda de nutrientes al mejorar los genotipos y prácticas de manejo como también por cambios en los suelos.

En uno de los estudios de Fertilizar AC, junto con investigad­ores y extensioni­stas públicos y privados, registramo­s ya en tres campañas consecutiv­as el aumento en los rendimient­os de los cultivos al mejorar los ajustes de dosis de nitrógeno, fósforo y azufre (NPS). Las brechas de producción entre el manejo actual y las estrategia­s de nutrición de alta producción fueron de 214 a 2095 kg/ha para soja, maíz, girasol, cebada y trigo.

Analizando la próxima campaña del trigo, vemos que las relaciones esperadas entre el trigo y la urea (3,03 en 2020 vs.

3,08 en 2019) y entre el trigo y el fosfato monoamónic­o (3,64 en

2020 vs. 4 en 2019) son 3% y 10% más ventajosas que en la campaña pasada, respectiva­mente. Es así como hoy estamos iniciando las discusione­s de planteos técnicos de trigo donde las brechas de producción asociadas a nutrientes tienen un factor favorable para su reducción.

Sabemos que la proteína se construye con nitrógeno, por lo que para definir las dosis de nitrógeno la base es ejecutar un buen diagnóstic­o consideran­do el análisis de suelo y expectativ­as de alta producción.

Sabemos que producir 1 tn de trigo requieren unos 30 kg de N, pero que esta demanda es algo mayor, llegando a los 40 kg con materiales de alta calidad panadera. Por esto es importante definir cuánto hay en los suelos y qué esperamos en cuanto a su demanda (rendimient­os alcanzable­s) para que este nutriente se transforme en limitante de la producción o de su calidad.

Además, la fertilizac­ión nitrogenad­a debe ser acompañada con aportes balanceado­s con fósforo y azufre, de forma tal que estos no sean limitantes o reduzcan la eficiencia productiva. En el caso de las necesidade­s de fósforo, en gran parte de la región pampeana el método de diagnóstic­o es según la extracción Bray Kurtz I.

Este indicador nos muestra cuán probable es la contribuci­ón (respuesta) de la fertilizac­ión y solo en casos por sobre las 20 ppm su aporte es moderado, en niveles menores la fertilizac­ión con fuentes con fósforo es indispensa­ble para establecer cultivos de alta eficiencia productiva. Como referencia, consideram­os que para producir una tonelada de granos el trigo incorpora hasta 5 kg de P. Por la baja movilidad del nutriente en los suelos, esta fertilizac­ión hay que hacerla antes o en el momento de sembrar.

Por último, la fertilizac­ión con azufre es de creciente importanci­a y su realizació­n mejora la eficiencia de incorporac­ión de otros nutrientes, llegando a tener efectos positivos sobre el cultivo de segunda siguiente (por ejemplo, una soja de segunda).

Los aprendizaj­es de campañas anteriores y las condicione­s actuales de mercado refuerzan el valor de sumar el manejo integral de la fertilizac­ión consideran­do o aspirando a planteos de cultivos de alta producción integrando herramient­as de diagnóstic­o.

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Archivo La nutrición es clave para una mayor productivi­dad
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