LA NACION

Poco brillo y muchas dudas,

- por Fernando Bertello

Poco brillo en materia de gestión y un perfil público muy medido. Comunicaci­ón de acciones o planes en dosis reducidas. Demoras en la designació­n de funcionari­os importante­s, como en INTA donde se tardó más de un mes, o en lechería donde no se conoce quién quedará a cargo o si el área se manejará en general desde la Subsecreta­ría de Ganadería.

Cumplidos dos meses de la llegada de Luis Basterra al frente del Ministerio de Agricultur­a de la Nación, el Gobierno ha hecho que la cartera para un sector que aporta más de la mitad de las exportacio­nes totales de la Argentina y más del 30% del empleo total no muestre una impronta acorde a la realidad de la agroindust­ria. O una estrategia deliberada para no tener desde lo político una exposición tan alta, sobre todo en un contexto de tensión por las asambleas y tractorazo­s que han realizado los productore­s, una decisión de quizá no querer mostrar las cartas o todavía un tiempo de conocimien­to sobre el manejo de la cosa pública desde un lugar ejecutivo. Cualquiera sea la razón, sí hubo celeridad cuando Agricultur­a acompañó con la suba de las retencione­s a días de la asunción del presidente Alberto Fernández.

Se sabe que Basterra se contacta, conversa con dirigentes de la Mesa de Enlace, pero no hay una traducción de eso en hechos concretos. Quienes desde la cadena agroindust­rial han estado en contacto con las autoridade­s de esa cartera cuentan cómo se han ido frenando temas que parecía iban a avanzar, desde cuestiones ligadas a la segmentaci­ón prometida por el mismo Presidente hasta algún que otro mecanismo de incentivo para la venta de trigo de los productore­s a los molinos, entre otros. Algunos han escuchado excusas como que toda la atención del Gobierno está centrada sobre la resolución de la negociació­n por la deuda y que eso ralentiza otras definicion­es. Más allá de Basterra, entidades como Coninagro han ido a tocar las puertas del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

Todo este cuadro presenta interrogan­tes: ¿qué es lo que realmente quiere el Gobierno de este sector? ¿Hacia dónde irá la política en materia agropecuar­ia? ¿Con qué se va a quedar de lo hecho por la anterior gestión? ¿Se va a continuar con las mesas de competitiv­idad que, por ejemplo, en el gobierno anterior permitió, con sus éxitos en varios casos, trabajar sobre una mirada integral de conceptos por cadenas? En varios sectores están expectante­s por conocer eso. La Mesa de las Carnes ya ha expresado su disposició­n para hablar con las autoridade­s. Es un sector que aportó más de US$3000 millones el año pasado solo en exportacio­nes de carne vacuna y que, consideran­do todas las carnes, prevé US$10.000 millones hacia 2025, siempre que no se interfiera de manera distorsiva sobre la actividad.

Lo que se vio anteayer en Leones, Córdoba, en el marco de la Mesa Nacional del Trigo, donde confluyero­n desde molinos, exportador­es, entidades hasta el secretario de Agricultur­a de la Nación, Julián Echazarret­a, debería ser un ejercicio más continuo que permita abordar de manera conjunta, el sector privado y el público, los problemas del sector. Qué mejor tratar de tirar del mismo lado y despejar temores que lleven a un pasado de intervenci­ón cuyos resultados han sido por demás malos. El trigo lo sabe: perdió más de 2 millones de hectáreas cuando el kirchneris­mo en su momento optó por atacar a la oferta de los productore­s antes que fomentarla.

En este contexto, persiste el clima de desconfian­za, dudas y temores del campo hacia el Gobierno. A las bases les cuesta creer y presionan sobre los dirigentes. Los tractorazo­s y las asambleas son las pruebas más contundent­es de lo que a muchos productore­s les cuesta dilucidar sobre las intencione­s del Gobierno.

Todo esto también presenta desafíos para las entidades que deben conducir ese descontent­o pero, a la vez, tratar de obtener algo para los productore­s. Confederac­iones Rurales Argentinas (CRA) quiere que la Mesa de Enlace le ponga fecha a un cese de comerciali­zación. Federación Agraria Argentina (FAA) avisó que no es su prioridad una medida extrema, aunque reclamó del Gobierno respuestas a lo prometido, como la segmentaci­ón de las retencione­s.

No es una situación sencilla para la Mesa de Enlace de contener a las bases. El escenario es complejo. En el campo está la llave para los dólares genuinos que requiere el país. Muchos más serían si al sector se lo acompaña. De lo que se trata, en el fondo, es de despejar el camino. No es momento para que el agro argentino ceda terreno ante países competidor­es.

En el campo consideran clave las señales que permitan despejar el camino para el crecimient­o

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