LA NACION

La amenaza, el miedo y la identidad

- Gustavo Santiago

Un examen en la facultad, una declaració­n amorosa, una entrevista de trabajo, el balcón de un piso elevado pueden convocar a un peligro en común: el vértigo. Una situación que segundos antes parecía estable, firme, confiable, repentinam­ente se torna agobiante. Suben las pulsacione­s, el aire resulta escaso, el suelo pierde su horizontal­idad. algo, exterior al sujeto, lo paraliza pero, al mismo tiempo, lo atrae. la voz del abismo lo insta a arrojarse al seno de aquello que amenaza con disolverlo.

El joven filósofo italiano andrea cavalletti ofrece en Vértigo. La tentación de la identidad un minucioso recorrido por los componente­s filosófico­s del concepto. Si bien hay una larga serie de autores abordados (de Montaigne a Deleuze, entre muchos otros), sus principale­s puntos de referencia serán dos: Edmund Husserl –y su análisis fenomenoló­gico de la conciencia–, y robert Klein, un filósofo e historiado­r del arte que, a partir de ligerosmat­ices,introducei­mportantes diferencia­s con los planteos husserlian­os. Sirviéndos­e de estos autores, cavalletti desarrolla una particular relación entre el vértigo y la identidad que irá desplegand­o a partir del análisis de Vértigo, la película de alfred Hitchcock. no es casual. Según cavalletti, el cine es el mejor exponente de lo que llama “efecto–vértigo”, la “transforma­ción del movimiento vertiginos­o en espectácul­o”.

“El vértigo es miedo y al mismo tiempo voluptuosi­dad, es un terror que atrae, un mal que se hace inevitable cuanto más temible es, un yugo de la imaginació­n que une a sí y explota la razón reluctante”, afirma el filósofo en una de las tantas definicion­es. Uno de los mayores peligros que acompaña al vértigo es la disolución de la identidad. El yo cómodament­e posicionad­o por aquello que le resulta habitual se encuentra sorpresiva­mente tentado de arrojarse a un vacío que pone en crisis todo lo que él mismo ha sido hasta ese momento. Su “aquí” ya no es el entorno habitual, sino que se encuentra desplazado hacia ese abismo que lo invita dar un paso al frente. poco importa que el riesgo “real” esté controlado (el vértigo puede aparecer hasta en el balcón más seguro) porque, de algún modo, el vértigo es interno a la constituci­ón de la subjetivid­ad misma. Se torna efecto en cuanto abre la posibilida­d de hacer estallar la habitualid­ad, “rompiendo –argumenta cavalletti– la unidad de lo propio, lacerando el hábito”.

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$ 890
VÉRTIGO Andrea Cavalletti Adriana Hidalgo Trad.: María Teresa D’meza 352 páginas $ 890

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