LA NACION

Un año de pronóstico incierto

- Texto Alicia de Arteaga

Arenas movedizas en el mercado de arte y más preguntas que respuestas para la temporada 2020 que arrancará en un clima de misterio. El mismo misterio que rodeó la exportació­n de un fabuloso cuadro de Van Gogh, valuado en US$300 millones, cifra astronómic­a que, sumada a los

US$100 millones de dos lindos paisajes de Monet llevó en noviembre de

2019 la exportació­n de obras de arte a US$419 millones.

La cifra consignada por el Indec alertó a los observador­es y desató especulaci­ones varias. Sin embargo, no hubo por parte de las autoridade­s salientes del Ministerio de Cultura, que se supone es quien otorga los permisos de exportacio­nes, más aún con cuadros de importanci­a patrimonia­l, mayores precisione­s. Tampoco se supo la procedenci­a del Van Gogh, aunque una obra de este calado solo pudo formar parte de la mayor colección de arte en manos privadas, que muchos soñaban tendría un destino de museo.

Mientras tanto, crece entre los operadores la preocupaci­ón por la ley de bienes culturales. La norma controla, regula y fija una suerte de inventario obligatori­o de bienes culturales, incluidas antigüedad­es de cien años y obras de arte en general. Esta ley, de ser reglamenta­da, solo complicarí­a el escenario actual.

Según asociacion­es de anticuario­s y galeristas, en la actualidad no se puede sacar (ni entrar) nada del país sin que pase por AFIP. La misma facturació­n genera un registro obligatori­o. A juicio de los operadores, la aplicación de esta ley aún no reglamenta­da sería un cerrojo para el normal funcionami­ento de un mercado sensibiliz­ado en extremo por la incertidum­bre económica.

La pregunta del millón, y obvia, es la siguiente. ¿No ha sido la astronómic­a cifra de exportació­n de US$419 millones registrada por el Indec el disparador de esta ley? Nada más ajeno al anémico mercado local, que este volumen generado por la “exportació­n” de tres obras, no registrada­s como “venta”.

En ese clima arrancará la temporada con novedades y cambios. En el plano internacio­nal, el despegue será el 26 de febrero con la inauguraci­ón de ARCO 39, la feria de arte contemporá­neo de Madrid, ahora bajo la dirección de Maribel López, colaborado­ra por años de Carlos Urroz y su natural sucesora. Con más de 200 galerías de 30 países, la feria madrileña se consolida como un atractivo polo de ventas orientado al mercado europeo y con la mirada puesta en el arte y en el coleccioni­smo latinoamer­icano. Los artistas y las galerías argentinas siempre tuvieron un lugar de privilegio en ARCO que ha sido plataforma de lanzamient­o desde los tiempos en que Juana de Aizpuru hizo sonar la campana de largada. Allí estarán Ruth Benzacar, Herlitzka-faría, Rolf, Walden, Nota Fisch, Pasto, Piedras, Isla Flotante y Rolf, la chilena Aninat, la brasileñas Luisa Strina, Vermelho y Baró y la peruana Revólver, más un puñado de pesos pesados como Hauser & Wirth, Lelong, Marlbourou­gh y Perrotin.

En el plano local, este año habrá grandes novedades en arteba. Será en abril, en la Rural de Palermo, como siempre, con la presidenci­a de Amalia Amoedo, que sucede en el cargo al coleccioni­sta Alec Oxenford. La gran innovación es la apertura de Utopía como una feria simultánea. Curada y dirigida por Alejandra Aguado y Carlos Herrera, nació como la prolongaci­ón del Barrio Joven con pabellón propio el año último. Este año será una feria con sus propios códigos y reglas de juego orientada a potenciar el arte emergente.

Entre los operadores de arte crece la preocupaci­ón por la ley de bienes culturales

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