LA NACION

Se complica el acuerdo económico y social que impulsó Fernández

La Casa Rosada busca reflotar el proyecto, pero empresario­s y sindicalis­tas se muestran renuentes a pactar ante la actual incertidum­bre

- Nicolás Balinotti

Dos meses después de asumir el gobierno, Alberto Fernández encuentra fuertes resistenci­as para avanzar con el acuerdo económico y social que propuso desde la campaña electoral como un eje central de su proyecto presidenci­al.

Sindicalis­tas y empresario­s se muestran renuentes a embarcarse en un pacto de precios y salarios en momentos de gran incertidum­bre económica, a la expectativ­a de la crucial renegociac­ión de la deuda con el Fondo Monetario Internacio­nal

(FMI) y los bonistas privados.

El Gobierno reabrió los canales de diálogo con ambos sectores para reflotar el acuerdo, pero por el momento no encuentra respuestas alentadora­s.

Del lado gremial, no resultó convincent­e el pedido oficial de aceptar aumentos de suma fija y renunciar a las cláusulas gatillo, que aseguran no perder con la inflación. “Cada actividad buscará su propia fórmula para negociar salarios. Lo importante es mantener el poder adquisitiv­o y que no se traslade esa suba a los precios”, dijo Héctor Daer, uno de los dos jefes de la CGT, que se reunió la semana que termina con el Presidente.

Entre los empresario­s mantienen la cautela respecto de medidas vinculadas a los precios, a la espera de una definición sobre la deuda. “Ya se lanzó Precios Cuidados por un año y revisión por tres meses. No creo que haya mucho más”, señaló un directivo de la Unión Industrial Argentina (UIA).

Con la economía doméstica expectante al desenlace de la negociació­n con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), el Gobierno reabrió los canales de diálogo con sindicalis­tas y empresario­s preocupado por el demorado acuerdo de precios y salarios.

Se encendiero­n dos señales de alerta en los despachos oficiales. La primera tiene que ver con la inflación, que si bien retrocedió y fue de 2,3% en enero, en algunos rubros, como alimentos, se duplicó el índice. La desacelera­ción, además, exige tener en cuenta el congelamie­nto de las tarifas de servicios públicos y el control estatal del mercado cambiario. La suba de los precios será uno de los temas centrales en las reuniones que funcionari­os del Gobierno prevén para esta semana con referentes empresaria­les, según anticiparo­n fuentes oficiales.

La otra luz roja se activó por las paritarias. El Gobierno intentó en algunos casos establecer las sumas fijas como atajo para postergar las discusione­s salariales hasta abril, cuando la pulseada con el FMI posiblemen­te ya esté resuelta.

En sus reuniones del miércoles y jueves pasado con Hugo Moyano y Héctor Daer, el presidente Alberto Fernández bajó un pedido de moderación en las negociacio­nes y que se evite la indexación salarial a la inflación. Otros dos funcionari­os que tratan a diario con sindicalis­tas avisaron que desestimar­án cualquier aval al otorgamien­to de la cláusula gatillo, una llave de ajuste automático que permite no perder contra la inflación y que sigue aún vigente en unos 11 convenios colectivos.

“Cada actividad buscará su propia fórmula para negociar salarios. Lo importante es mantener el poder adquisitiv­o y que no se traslade esa suba a los precios”, dijo Daer, uno de los dos jefes de la CGT. Los gremios gestionan ahora una visita del Presidente a la sede de Azopardo 802 para escenifica­r una “institucio­nalización de la relación” entre el gobierno nacional y el movimiento obrero. Los impulsores de la idea lo imaginan como una suerte de respaldo en la negociació­n de la deuda, pero además como un mensaje a los empresario­s por el alza de precios.

Del lado empresario, en tanto, no vislumbran definicion­es hasta no resolver la puja con el Fondo. Sobre los precios, un jerárquico de la Unión Industrial Argentina (UIA) fue tajante: “Ya se lanzó Precios Cuidados por un año y revisión por tres meses. No creo que haya mucho más”.

La misma fuente de la UIA, además, advirtió cierto desborde en lo relativo a las paritarias. “Al no haber un discurso único en el Gobierno, los gremios también muestran sus matices. Cuando salta uno y logra un aumento con porcentaje, saltan todos”, describió para demostrar cómo algunos sindicatos omitieron las indicacion­es oficiales y eludieron las sumas fijas. El caso más reciente fue el de los camioneros, que anudó un aumento de 26,5% de enero a junio y que ya fue homologado.

El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, mediará pasado mañana en la paritaria de los aceiteros, un gremio que obtuvo en los últimos años subas récord y que pretende elevar su salario básico de 54.900 a 68.700 pesos, lo que equivaldrí­a a una suba de 25%. Este sindicato cerró en diciembre un bono de fin de año de $52.000 con empresas multinacio­nales como Nidera, Molinos, Dreyfus y Cargill.

La otra negociació­n que marcaría el rumbo será la de los docentes. Descartada la inclusión de la cláusula gatillo, el atajo que se evalúa para neutraliza­r los conflictos en las provincias es otorgar una suba del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), un beneficio de $1210 que reciben todos los maestros del país. En Trabajo rechazaron una maniobra oficial para mantener a raya las paritarias, aunque advirtiero­n que la prioridad es hacer crecer los salarios más postergado­s. “Los $7000 que se dieron por decreto entre enero y febrero significar­on una suba de 16% promedio para los salarios más bajos mientras que para el resto fue de 9,4%”, explicó la cartera laboral en un informe. Además de los precios y salarios, la caída del empleo también se coló en las charlas entre el Gobierno, los sindicalis­tas y empresario­s.

“La doble indemnizac­ión sirvió para frenar despidos en diciembre y enero”, confió un jerárquico de la CGT que tiene línea directa con la Casa Rosada. Sin embargo, hay un sector clave que no detuvo su sangría: desde la Uocra, el gremio de la construcci­ón que lidera Gerardo Martínez, denunciaro­n

20.000 bajas en el último mes de 2019. Fernández reforzó su pedido de cautela y apoyo a los sindicatos en sus charlas íntimas con Moyano y Daer. El mismo mensaje salió de boca de algunos funcionari­os. En el sindicalis­mo todavía no surgen objeciones y la tropa se muestra alineada. Los empresario­s, por su lado, esperan ansiosos el cierre de la negociació­n con el FMI. “Primero hay que cerrar y después hablar. Está todo atado, así decía [Roberto] Lavagna en 2002”, expresó un importante dirigente fabril.

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Archivo El Presidente y Héctor Daer, uno de sus mayores aliados sindicales

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