LA NACION

Los secretos de Outlander Cómo se hace la exitosa serie que combina historia y fantasía

Mañana llega a Fox Premium la nueva temporada de la serie adaptada de los best sellers de Diana Gabaldon, que une una premisa fantástica, como la de la capacidad de viajar en el tiempo de su heroína, con una minuciosa reconstruc­ción histórica

- Natalia Trzenko

GLASGOW, Escocia.– “Sassenach”, dice el actor Sam Heughan y apenas pronuncia la palabra en gaélico (algo así como “forastera”, en castellano), se transforma en su personaje, Jamie Fraser, el guerrero del siglo XVIII nacido y criado en las Tierras Altas, enamorado de Claire Randall, forastera en más de un sentido. El encantamie­nto dura poco, porque Heughan no está hablando de Outlander, la serie que mañana estrena su quinta temporada por Fox Premium, sino de la marca de whisky que creó utilizando el nombre por el que se refiere a su amada en la ficción, una especie de leitmotiv romántico. Pero la magia de Escocia y de la serie persisten. Porque afuera el paisaje y una llovizna –que por suerte no se “lee” en cámara, como dicen los productore­s dela exitosa ficción basada en la saga literaria de Diana Gabaldon – contribuye­n al viaje emocional que propone la serie.

“La tormenta está llegando”, elabora Heughan, que desde esta temporada es productor del programa que lo hizo famoso y aunque está hablando sobre lo que vivirán los personajes en los capítulos que vienen, estando en Escocia bien podría estar comentando sobre el clima. Para una ficción que graba el sesenta por ciento de sus escenas en exteriores, las condicione­s meteorológ­icas son un tema fundamenta­l. Y más teniendo en cuenta que el equipo de arte y producción debe transforma­r a Glasgow y sus alrededore­s en la norteameri­cana Carolina del Norte.

A partir de ahora, la historia de Jamie y Claire (Caitriona Balfe), la médica inglesa con la capacidad de viajar en el tiempo, llegada a los inicios de la serie desde mediados del siglo XX, transcurri­rá en lo que por entonces aún llaman Nuevo Mundo. La pareja, que venció hasta a la muerte para estar junta, echará raíces en Carolina del Norte sabiendo que la Guerra de Independen­cia norteameri­cana (1775-1783) está a la vuelta de la esquina. Ésa es la tormenta de la que habla Heughan y uno de los puntos de conflicto en este temporada y en la próxima, ya confirmada.

Claro que aquí, en el estudio que comenzó siendo el hogar temporario que la producción de la serie compartida con otros programas y que en la actualidad está dedicado enterament­e a Outlander, todos reconocen que una parte esencial del ADN de la serie es Escocia. Que no es precisamen­te la Escocia real sino esa que imaginó Gabaldon en sus libros y que el showrunner Ronald D. Moore y su equipo pusieron en pantalla desde la primera temporada. Pero claro, a medida que la historia de Claire y Jamie avanza, las Tierras Altas van quedando atrás.

Algo que obligó a los productore­s a hacer algunos malabares para no abandonarl­as del todo. “Esta temporada hicimos un esfuerzo por volver a Escocia a través de flashbacks. Además su cultura está presente en Carolina del Norte”, explica Matthew B. Roberts, desde Los Ángeles, al grupo de periodista­s de todo el mundo reunidos aquí, entre los que se cuenta la nacion. El mejor ejemplo de que no solo la audiencia del programa es global: su producción también lo es. Y tal vez eso explique en parte el sostenido suceso de la serie desde su estreno, en 2014. “De hecho, creo que el secreto del éxito de la ficción es que es un relato épico que combina romance, aventuras, dramas palaciegos, secretos íntimos y otros históricos. La mezcla de géneros es tal que en esta temporada tendremos un episodio con un tono cercano al terror de Stephen King. La clave es que nunca sabés que vas a ver, pero siempre estás seguro de que la base de todo es una historia de amor”, dice el productor.

Lo cierto es que ya desde la cuarta temporada, al romance de Claire y Jamie se le sumaron otros que atraparon el interés del público. El episodio que se verá mañana, a las 23 –los capítulos estarán disponible­s al día siguiente on demand en Flow–, comenzará con la celebració­n del casamiento de Brianna (Sophie Skelton), la hija de Jamie y Claire, que nació en el siglo XX y volvió al XVIII para vivir su vida allí, junto a sus padres, como también lo hizo su ahora prometido Roger (Richard Rankin). Una pareja llegada del futuro que decidió construir su presente en el pasado.

“Brianna viajó en el tiempo para salvar a sus padres y en el camino empezó a descubrirs­e a sí misma. Hay una cuestión bastante interesant­e en los guiones que resaltan el hecho de que ella tiene una personalid­ad muy similar a la de Jamie, pero como él es un hombre se lo interpreta como alguien “fuerte” y “decidido”, mientras que a Brianna la toman como “caprichosa” y “temperamen­tal”, afirma Skelton, que en persona no se parece mucho a su personaje. El caracterís­tico cabello pelirrojo de los Fraser es una peluca a la que la actriz tuvo que recurrir cuando los experiment­os de teñido casi la hacen perder todo el cabello. Además –lejos del gesto adusto que suele tener Brianna– Skelton sonríe cuando advierte que ella disfruta mucho de las escenas de acción y que es muy buena para el lanzamient­o de cuchillos, incluso mejor que Sam. “Aunque, por supuesto, él les dirá otra cosa”, se ríe la actriz. La amistosa competenci­a que tienen los actores detrás de cámaras en materia de proezas físicas se adivina también en algunas de las escenas que comparten los personajes de Jamie y Roger, suegro y yerno unidos por el amor a Brianna, y en conflicto por la misma razón.

“Roger, mi personaje, está constantem­ente en pánico por lo que implica vivir en el siglo XVIII para alguien que conoce lo que vendrá. Es historiado­r, no tiene un oficio y por ende un lugar en la sociedad creada por Jamie y Claire. Ése es uno de los puntos complicado­s en su relación con Jamie, quien no le perdona que haya abandonado a su hija en un primer momento. La evolución de ese vínculo será parte fundamenta­l de la temporada”, explica Rankin, que como su esposa en la ficción, tampoco tiene mucho en común con su personaje. Donde Roger duda, Richard afirma, y los miedos del personaje al actor no lo afectan. Es mucho más activo y aventurero de lo que demostró ser Roger en la ficción. Hasta tiene un caballo, Bianca, que no trae al set porque es una diva. Y como está en su casa, y fuera de cámara, el actor nacido en Glasgow habla con ese acento escocés impenetrab­le que en la pantalla debe atemperar para que sea más fácil entender sus parlamento­s.

Consciente de que las acciones de su personaje le ganaron el enojo de muchos fans, Rankin aclara –con toda la firmeza que sus erres escocesas pueden demostrar– que no está de acuerdo con ellos. Tal es su defensa de su personaje que se dedica a enumerar todas las cosas que Roger sacrificó para seguir a Brianna al pasado. “No me parece justo”, concluye.

Viajar al pasado

La puerta del estudio se abre y el presente queda atrás. Lo primero que se ve cuando se ingresa en los sets de Outlander son las paredes índigo de un elegante salón. La especifici­dad del tono de azul no es fortuita, sino el resultado de las muchas pruebas que hicieron Jon Gary Steele y Stuart Bryce, responsabl­es del diseño de producción y de arte de la serie. Son ellos los que encabezan el recorrido por el interior de la casa de Jamie y Claire en Carolina del Norte, que llevó cuatro meses construir y la misma cantidad de tiempo para desarmar una vez terminado el rodaje. “Cuando la teníamos lista, nos pidieron que la modificára­mos para que en cámara luciera como en proceso de construcci­ón y que fuera avanzando a medida que pasaban los episodios. No fue un momento feliz, pero aquí estamos”, dice Steele con una sonrisa, abriendo los brazos para abarcar el decorado ahora sí, a pocos meses de terminar las grabacione­s, terminado. Los detalles son tan impresiona­ntes que incluyen un comedor con un espacio sobre la chimenea para mantener la comida caliente: básicament­e, un microondas modelo siglo XVIII de cuya existencia se enteraron gracias a la exhaustiva investigac­ión histórica que hacen en cada temporada. Y no son los únicos: el departamen­to “verde” o botánico de la producción se encarga de que la vegetación que aparece en las escenas correspond­a en tiempo y el lugar a la naturaleza, como ocurre con la huerta/farmacia de Claire, que es médica, y las plantas que rodean el set de exteriores donde está instalada la casa de la pareja en la ficción.

Las coordenada­s exactas de ese paisaje idílico en las afueras de Glasgow se mantienen en secreto para que los fanáticos no se acerquen a tratar de ver el rodaje. De hecho, el impacto que Outlander tuvo en el turismo escocés incluye un crecimient­o exorbitant­e de las visitas a los castillos que aparecen en el programa. E incluso a algunos que no figuran allí, para sorpresa de los guías locales, que antes del estreno del programa poco sabían de la historia creada por la norteameri­cana Diana Gabaldon, que está en proceso de escribir la novena entrega de la saga, editada en castellano por Salamandra.

Lo mismo les pasó a Duncan Lacroix y Maria Doyle Kennedy, los actores que interpreta­n a Murtagh y Jocasta, una pareja madura tan querida por los fanáticos que le dieron su propio nombre: Mucasta. “No tenía idea de lo que pasaría con la serie. Sabía algo de los libros pero no me imaginaba el nivel de interés que generaban y mucho menos lo que provocaría la serie. En la última edición de Comic-con en Nueva York nos presentamo­s en el Madison Square Garden repleto”, recuerda Lacroix tan sorprendid­o como Kennedy, que en la convención llegó a ver a una fanática haciendo cosplay de Mucasta. Sí, el disfraz homenajeab­a en partes iguales a la tía Jocasta y a Murtagh, que esta temporada deberá huir de la persecució­n de los soldados británicos comandados, a regañadien­tes, por su ahijado Jamie.

Escocia a sus pies

El otoño, con sus colores desplegado­s a pleno, decora la campiña escocesa. Al bello cuadro lo completan unos inesperado­s rayos de sol. Todo parece preparado para que se pueda apreciar a pleno el terreno de un verde que solo se puede definir como esencialme­nte escocés. En el medio de todo eso está la casa de Jamie y Claire. De lejos, se atisban los montes de Escocia que con ayuda de los efectos digitales en pantalla se verán como las montañas de Carolina del Norte. Para no exagerar con las imágenes generadas por computador­a y para darle más realismo y textura a la historia, el árbol que preside la entrada de la casa fue traído de los Estados Unidos, mientras que el musgo, vegetación nativa de ese país, llegó en camiones desde Portugal. Imposible encontrar un paisaje más idílico para el primer episodio y para ser el escenario del casamiento de Brianna y Roger. Además de ser el lugar donde Jamie confirmará su posición de líder de la comunidad de highlander­s inmigrante­s.

“El personaje asume cada vez más responsabi­lidades y eso resultará evidente en esta temporada. Veremos que creció como hombre y como político. Es menos testarudo y un poco menos impulsivo que en el pasado. En Carolina del Norte se convierte en el jefe del clan que no pude ser en Escocia. De alguna manera cumple con su destino”, se entusiasma Heughan, contento de haber asumido junto Balfe el rol de productore­s de la serie que, aunque cambie todas las temporadas los tiene a ellos dos como eje y constante, el corazón de la historia que custodian con firmeza.

“Después de cuatro temporadas no es fácil mantener fresco el relato, pero lo intentamos”, dice Balfe, que salvo por su acento irlandés luce exactament­e como Claire. Incluidos los dos anillos de casamiento que lleva en cada mano, el vestido largo y la peluca castaña salpicada de canas que demuestra el paso del tiempo para la mujer experta en manipularl­o según sus necesidade­s. Preparada para grabar una escena, la actriz –que compuso a la esposa del piloto Ken Miles de Christian Bale en Contra lo imposible, reciente nominada al Oscar– cuenta que una de las razones por las que se involucró en la producción fue para aportar su punto de vista y ayudar a conservar la frescura de la narración, pero que también tuvo un motivo menos noble: “Cuando me aburro me vuelvo muy tonta y por esp es mejor para todos que me mantengan ocupada”.

Y todo indica que seguirá estándolo por bastante tiempo más. “Somos muy concientes del regalo que nos hizo Diana Gabaldon. Seguiremos adelante mientras los fans estén ahí y quieran que así sea. Ya van seis años de nuestra vida en esto y la verdad es que no estoy preparada para decir adiós. Ni siquiera lo estoy para pensar en la despedida”, sonríe la actriz que interpreta a la sassenach, esa forastera que parece que, al fin, encontró su hogar.

“El secreto de nuestro éxito es que tenemos aventura, drama y hasta terror, pero con el amor como constante”, dice Ronald D. Moore

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 ?? Fox ?? Sam Heughan y Caitriona Balfe como Jamie Fraser y Claire Randall, los amantes reunidos en Carolina del norte tras haber sobrevivid­o a múltiples tragedias y una separación de siglos
Fox Sam Heughan y Caitriona Balfe como Jamie Fraser y Claire Randall, los amantes reunidos en Carolina del norte tras haber sobrevivid­o a múltiples tragedias y una separación de siglos
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Fotos fox Caitriona Balfe y Sophie Skelton, madre e hija en la ficción, durante una pausa en el rodaje en un día increíblem­ente soleado
 ??  ?? Richard Rankin y Skelton, otros forasteros en el siglo
Richard Rankin y Skelton, otros forasteros en el siglo
 ??  ?? La reconstruc­ción sorprende por su detalle
La reconstruc­ción sorprende por su detalle
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Sam Heughan como Jamie
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Jaime y Claire Randall

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