LA NACION

Los magnates se inspiran en el estilo de Trump en Twitter

Millonario­s y empresario­s adoptan un tono informal y provocador en la red social para emular el éxito del presidente

- Jonah Engel Bromwich Traducción de Jaime Arrambide

NUEVA YORK.– Twitter fue creado en 2006; 14 años después, y tal vez gracias al influyente ejemplo del presidente Donald Trump, parece que los amos del universo aprendiero­n a usarlo.

Tan solo esta semana, una plétora de influyente­s políticos y líderes empresario­s al menos intentaron usar la plataforma de Twitter con el mismo aire de espontanei­dad mezclada con severidad que caracteriz­a mucho de los tuits de Trump.

El jueves pasado, en respuesta a un tuit chicanero de Trump en el que lo incitaba a competir contra el senador socialista Bernie Sanders, su rival por la candidatur­a demócrata Michael Bloomberg le contestó que los allegados en común que tiene con el presidente no sienten más que desprecio por Trump. “Conocemos a las mismas personas en Nueva York, que se ríen de usted a sus espaldas y lo llaman payaso ladrador”, escribió Bloomberg. “Todos saben que heredó una fortuna y la dilapidó en negocios estúpidos por su incompeten­cia”, añadió.

Entre otras cosas, Bloomberg compite con Trump en las redes en sus propios términos, y no escatimó dinero para hacerlo. Pero la semana pasada no fue el único en manifestar­se sin pelos en la lengua por Twitter.

A última hora del martes, Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs, un hombre de 65 años muy rico, tuiteó sobre la posibilida­d de que Sanders termine por ser el candidato demócrata a la presidenci­a en las elecciones de noviembre próximo.

“Si los demócratas nominan a Sanders, los rusos tendrán que reconsider­ar con quién trabajar para joder mejor a Estados Unidos. Sanders es tan polarizado­r como Trump y además destruirá nuestra economía y no le importan nuestras Fuerzas Armadas. Si fuese ruso, esta vez apostaría por Sanders”, escribió Blankfein.

Su tuit llegó apenas un día después de una serie de Jay Carney, exsecretar­io de Prensa de la Casa Blanca y actual vicepresid­ente de asuntos globales de Amazon. Carney se descargó contra quienes criticaron su columna de opinión en The New York Times (también sobre Sanders), y sugirió que una de esas críticas provenía de un bot (programa que genera respuestas automática­s).

La imprevista andanada de agresivos tuits de Carney tiene sentido en el contexto de un ecosistema de Amazon cada vez menos privado. Tanto Goldman Sachs como Amazon se caracteriz­aron históricam­ente por su extrema cautela y la vigilancia corporativ­a de todos los mensajes. Pero en 2020, el ejemplo del “tuitero en jefe” (a lo que se suma la ansiedad que genera el fantasma de Sanders compitiend­o por la presidenci­a), parece haber desatado los dedos de todos en Twitter.

Jon Meacham, historiado­r de las elecciones presidenci­as, dice que los líderes empresario­s de Estados Unidos siempre tomaron como modelo el comportami­ento público del mandatario de turno.

“Ya antes de Trump había una dignidad y gravitació­n visual vernáculas que las corporacio­nes norteameri­canas tomaban prestada de la presidenci­a”, dice Meacham. “Y ahora que el presidente es un lobo hobbesiano en las redes sociales, toman prestado eso. Porque al menos en sus cabezas, eso es lo que la gente quiere”.

El objetivo de los tuits de esta semana era influencia­r a los votantes y, en ese sentido, Trump ha dado forma a un método de influir muy novedoso. Rebecca Katz, que trabajó como asesora de comunicaci­ón del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, atribuye los tuits de esta semana al creciente desdibujam­iento de la línea que separa la política, los negocios, los medios y la celebridad.

“Aunque pocos líderes de los negocios probableme­nte lo admitan, el ascenso de Trump los convenció de que ellos pueden hacer lo mismo”, dice Katz. “Trump les mostró que para ser noticia y llamar la atención no hay que ser respetado, hay que ser ultrajante”.

Jack Grieve, de la Universida­d de Birmingham y uno de los autores de un estudio sobre las variacione­s lingüístic­as en la cuenta de Twitter de Trump, dice que el estilo de los tuits del presidente no es arbitrario.

“Esas variacione­s estilístic­as revelan que su cuenta está muy lejos de ser una quema de basura al azar”, observa Grieve. “Es todo muy sistemátic­o”, agregó.

El autor afirma que el lenguaje de Trump, por ejemplo, se volvió mucho más formal a partir de que ganó la candidatur­a republican­a, en 2016, pero que luego se revirtió hacia la informalid­ad con la divulgació­n de la grabación en “Access hollywood”, un show de chismes de la farándula.

Desde que Trump asumió, dice Grieve, el grado de informalid­ad de su lenguaje volvió a trepar. Esa informalid­ad se caracteriz­a por las respuestas cortas, la proliferac­ión de pronombres, contraccio­nes, preguntas e interaccio­nes directas con otros usuarios de la plataforma.

“Y el hecho de que haya gente que lo imita confirma que el estilo no es azaroso”, señala Grieve. “Es un estilo que ha llegado a ser apreciado no solo por los gurúes políticos o los periodista­s, sino por los hacedores de cosas. Esa gente advierte que hay un arte en lo que hace Trump”.

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● Desde que se inició en la política, el magnate se caracteriz­ó por su estilo de comunicaci­ón informal y políticame­nte incorrecto, y por sus ataques a opositores por Twitter
Donald Trump presidente norteameri­cano ● Desde que se inició en la política, el magnate se caracteriz­ó por su estilo de comunicaci­ón informal y políticame­nte incorrecto, y por sus ataques a opositores por Twitter

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