Una zona en emergencia Los caciques piden medidas a largo plazo y no solo alimentos
El Gobierno busca contener la situación y evitar más muertes
SANTA VICTORIA ESTE, Salta.– En el marco de la emergencia sociosanitaria declarada por el gobierno salteño a fines de enero, fuentes oficiales informaron que el operativo que lanzó el lunes pasado el Ministerio de Desarrollo Social provincial incluye nueve vehículos con personal de esa cartera y enfermeros.
Por otra parte, para atacar lo urgente, el gobierno de la Nación envió 320.000.000 de pesos para la compra de 40.000 módulos alimentarios que serán distribuidos durante los próximos cuatro meses. Además, técnicos del ministerio liderado por Daniel Arroyo se encuentran acompañando parte de los recorridos.
También se reforzó el programa provincial Focalizados, incorporando especialistas en neonatología, pediatría, y atención primaria de la salud, además de Acompañantes Educativos (AE), que dependen de la Secretaría de Primera Infancia. Y el Ejército Argentino está trabajando en la distribución y el monitoreo de agua potable.
Sin embargo, aunque consideran que estas medidas son claves para atender la urgencia, los caciques y referentes que mejor conocen el territorio aseguran que son el equivalente a intentar tapar el sol con un dedo. Su mayor temor es que, aunque la temática está hoy en el centro de la agenda, vuelvan a quedar en el olvido. Sostienen que llevará años dar respuesta a una problemática estructural, en un contexto donde las necesidades son múltiples: algunas de las más urgentes, además de la falta de acceso a agua segura y alimentos, son propuestas sostenidas de desarrollo local acorde con su cultura y la mayor accesibilidad a una atención de la salud de calidad.
Reclaman un trabajo intersectorial que incluya a los gobiernos nacional, provincial y de los municipios. Pero que no sean decisiones tomadas desde el escritorio, sino que se los incluya y se valore su riqueza cultural, para que las medidas se ajusten a sus modos de vida e idiosincrasia. En ese sentido, una de las principales preocupaciones tiene que ver con las tierras.
Francisco Pérez, cacique de la comunidad El Cañaveral 1, en la periferia de Santa Victoria Este, es además el coordinador general de lhaka Honhat, una organización que agrupa a 130 líderes de cinco pueblos distintos y trabaja para obtener el título de propiedad de las tierras. “Para nosotros los alimentos son los recursos naturales, como la algarroba y los animales del monte. Nuestro reclamo son 400.000 hectáreas sin división para las familias de las comunidades de toda la zona, para poder pescar”, describe.
Para Silvia Molina, que trabaja hace 30 años en la Pastoral Aborigen de la Diócesis de Nueva Orán y en la asociación civil Tepeyac, uno de los principales problemas es que “la zona está afectada por el avance de la frontera agrícola y las industrias extractivistas, con la consiguiente pérdida del monte, el hábitat natural de estas comunidades”. Y es contundente: “Una situación grave que no se soluciona llevando botellas, sino que requiere soluciones de fondo”.
Además del hambre, en las comunidades, abundan los casos de Chagas y otras enfermedades asociadas a la pobreza, como la tuberculosis; las familias viven hacinadas y pueden ser hasta 12 o más personas en el mismo rancho y se multiplica la problemática del consumo de drogas en los jóvenes, que no pueden proyectar un futuro.
Eligio Suárez es cacique de la organización zonal de los Blancos, un paraje del municipio de Morillo, en el departamento de Rivadavia. Vive en lote 6 –a 10 kilómetros del pueblo–, pero tiene a su cargo las 14 comunidades que viven en los alrededores. En el centro de salud de los Blancos murió días atrás un niño wichi oriundo de la comunidad de El Tráfico, cercana a Embarcación, que estaba visitando familiares.
“Tengo 50 años y desde mi nacimiento que tenemos problemas para acceder al agua”, cuenta. la problemática se agudizó por la sequía en la zona. “El agua acá es salada, no tenemos equipos para tratarla, dependemos del agua que nos trae la municipalidad cada dos semanas, a veces, y la deja en aljibes o vasijas”, relata. Hay familias que reciben ayuda de alimentos, pero aclara que, desde que se decretó la emergencia sociosanitaria en ese departamento, a ellos no les llegó nada extra y que nadie los visitó.
“Es una zona muy caliente, cuando llueve podemos sembrar, pero este año se están secando hasta las lagunas. Si nos ayudan a hacer un pozo profundo y elevar un tanque alto, podríamos mandarles una solución a las comunidades. Así, tendríamos agua para sembrar, hacer huerta, pero lamentablemente no podemos, no hay agua”, reclama.