LA NACION

El sector de la madera sufre caída de ventas

El sector, que en 2019 tuvo una baja de 8,7% en la actividad, está compuesto en un 98,7% por pymes y solo 5% de la producción va a exportacio­nes; la apuesta a los nuevos materiales y a la innovación

- por Carlos Manzoni

En 2019 su actividad bajó 8,7%; la golpea la recesión general, la falta de crédito y la gran presión impositiva.

La Argentina es rica en madera, un producto alrededor del cual funciona un nutrido ecosistema empresaria­l: desde la madera propia del clima subtropica­l húmedo, que se origina en la selva misionera y tucumano boliviana, hasta la que es propia del clima más cálido y nace en el parque chaqueño, pasando por la típica de los fríos bosques andino patagónico­s. Esta diversidad aprovision­a a una industria maderera de larga data en el país, que hoy hace equilibrio entre el alto potencial productivo y la caída de ventas en el mercado interno, al que se destina el 95% de la producción.

Se trata de un sector que está compuesto por 5997 empresas registrada­s, de las cuales 98,7% son pymes. Mueve una facturació­n anual de US$4900 millones. En materia de empleo, genera 41.977 puestos de trabajo directos formales, lo que representa 3,5% del empleo industrial argentino. Si a esta cifra se le suman los servicios conexos, ya hay que hablar de otros 68.700 puestos de trabajo formales indirectos vinculados al rubro de la industria forestal.

Tal como explica Pedro Reyna, presidente de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima), el sector abarca, por un lado, lo que va a exportació­n, que es el segmento de aserrado y cepillado: la madera simplement­e aserrada, los troncos que luego son procesados en el exterior y las molduras; mientras que por el otro lado está lo destinado al mercado doméstico: los tableros para hacer muebles, los muebles terminados, las puertas y las ventanas y diversos objetos menores.

En lo que respecta a exportacio­nes, según cuenta Daniel Lassalle, gerente comercial de la Cadamda (una de las 28 cámaras que integran Faima), hubo un impulso en el último año (ver infografía), pero eso solo representa 5% de la producción.

El mercado interno, que capta

95% de lo producido, sufre los embates de una macroecono­mía complicada. “Si tengo que enumerar los principale­s obstáculos que enfrentamo­s acá, mencionarí­a las altísimas tasas de interés para créditos, los descuentos de cheques, los servicios dolarizado­s y la descomunal inflación”, dice Lassalle.

Reyna afirma que la industria arrastra grandes dificultad­es, con fábricas que están trabajando al

50% de su capacidad instalada. “Cuando tenés una tasa de interés de la magnitud de la de hace un mes, no hay financiaci­ón para que la gente compre nuestros productos y eso pega directo en el consumo. En medio de una recesión general, lo único que existe es el Ahora 12. Por eso las ventas están muy bajas”, explica el directivo.

En cuestión de equipamien­to, Reyna comenta que la industria hoy muestra un punto intermedio, ya que tiene muchas máquinas que adquirió en los años 90. “Pero hay un gran desaliento para invertir en nueva tecnología, porque la presión tributaria es muy alta”, destaca.

En tanto, Román Queiroz, socio propietari­o de la fábrica de terciados y fenólicos Coama Sud América, instalada en Eldorado, Misiones, señala que el sector de la madera es muy heterogéne­o y, por lo tanto, exhibe realidades diferentes. “La primera transforma­ción de la madera tiene algunos negocios de exportació­n, con números muy finos porque el dólar está estable y la inflación continúa. Pensamos que por dos o tres meses eso se puede sostener, pero más de eso no. Hay otros sectores, como el de tableros de maderas compensada­s o muebles de oficina y de cocina, que tienen problemas por la caída del consumo y por el ingreso de productos importados”, relata el empresario.

Con una caída de 8,7% en la producción y de 10% en las ventas en todo 2019, el desafío, según afirman los especialis­tas, no es solo superar esta crisis cambiaria y de deterioro de la macroecono­mía, sino que es importante que, en paralelo, se muestre de forma contundent­e una estrategia de política industrial de mediano y largo plazo, que aporte un marco menos propenso a los efectos de los ciclos económicos. Y que allí se contemplen aspectos fiscales y energético­s, de administra­ción del comercio y de estímulos a la inversión.

Al observar que en 2019 las exportacio­nes de madera aserrada, de tableros y de manufactur­as de madera crecieron 50,7% en volumen y 30,6% en facturació­n, surge la pregunta: ¿por qué no hay más exportació­n que ese exiguo 5% de la producción? La explicació­n está en la composició­n del entramado empresaria­l: al haber una gran mayoría de pequeñas y medianas empresas, es muy difícil llevar a cabo la inversión que requiere investigar mercados, participar en exposicion­es y hacer publicidad en el extranjero.

En esa realidad, quienes están en el sector ven una luz para apostar a la innovación y a nuevas tecnología­s. Facundo Brea, gerente general para la Argentina de LP Building Solutions, cuenta que, gracias a las innovacion­es tecnológic­as en construcci­ón seca, ésta se convirtió en una opción, tras el derribo de antiguos paradigmas asociados con la construcci­ón en seco.

Brea vislumbra en esto una oportunida­d, ya que la construcci­ón seca podría reemplazar a la húmeda (que se hace con ladrillos, arena y cemento). “Un punto interesant­e es que la nueva generación de materiales inteligent­es logra una eficiencia energética que reduce costos. Además, ofrecen una mayor flexibilid­ad de diseño”, destaca.

Lassalle, por su parte, enfatiza que, al margen de las dificultad­es evidentes por las que atraviesa, el sector maderero tracciona constantem­ente en el desarrollo de nuevos negocios con alto valor agregado, como la innovación con materiales de nueva generación y la construcci­ón de viviendas.

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