LA NACION

Silvina Vatnick_“en el mercado ya se conocen los jugadores; no hay margen para reinventar la rueda”

- POR Sofía Diamante

Estudió economía en la UBA, hizo un máster en el CEMA y un doctorado en la Universida­d de Columbia. Trabajó para el FMI y para el Banco Mundial. Entre 2000 y 2001 fue parte del Ministerio de Economía y del Banco Central. Cofundó el Centro para la Estabilida­d Financiera (CEF). Dirige la consultora Global Outcomes y es asesora del Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos

Silvina Vatnick fue una de las primeras argentinas en ser reclutadas por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Acababa de finalizar sus estudios de maestría en el CEMA. Pero estuvo poco tiempo en el organismo, ya que obtuvo una beca para cursar el doctorado en la Universida­d de Columbia. Apenas recibida, el Banco Mundial la contrató como joven profesiona­l para empezar a trabajar alrededor del mundo. Su primera misión fue cuando se produjo la ruptura de la Unión Soviética y la enviaron a Turkmenist­án. Años después, cuando estalló la crisis rusa, vivió en Moscú, entre 1998 y 2000.

En la Argentina, trabajó en el Ministerio de Economía, en el equipo de Daniel Marx, y en el Banco Central, con Mario Blejer. Junto con Marx y el exsecretar­io de Finanzas Miguel Kiguel fundó en 2003 el Centro para la estabilida­d Financiera (CEF), una institució­n sin fines de lucro que fomentaba el estudio de trabajos de investigac­ión referidos a políticas económicas.

En 2013 volvió a los Estados Unidos y ahora dirige una institució­n boutique de asesoramie­nto estratégic­o, Global Outcomes. Además es asesora en temas de estabilida­d financiera del Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos y forma parte del Centro de Estudios Internacio­nales Estratégic­os (CFIS).

–¿Por qué la Argentina tiene los mismos problemas desde hace más de 30 años?

–Nunca hay una sola explicació­n; es una combinació­n de factores. Dentro de los más relevantes, hay claramente un tema cultural. Con los errores que se han cometido, con las oportunida­des que el país ha tenido y le han dado, y con el talento de argentinos, no hay ninguna lógica que explique la situación en la que está nuestro país. Además, hay una sensación de que siempre hay que empezar de nuevo; cuando hay cambios de gobierno se deshace lo que se hizo y se vuelve a empezar. La falta de mantenimie­nto de políticas públicas en una dirección explica en gran medida los problemas. Otro punto tiene que ver con una propensión del gobierno a gastar más de lo que le ingresa.

–Fomentar el ahorro es una condición necesaria para que el país vuelva a crecer, pero por la inflación se perdió el ahorro en moneda local. ¿Cómo se puede reconstrui­r la confianza?

–El tema inflaciona­rio es clave. Si se lograra bajar la inflación en forma sostenida, la gente ya estaría con más voluntad de ahorrar en pesos. Cuando hablamos del cambio de política públicas, esto tiene un correlato directo con la inversión. El ahorro y la inversión son conceptos que no se discuten. ¿Cómo se va a generar inversión si no hay ahorro? Es un círculo vicioso si se rompe esta relación. La intermedia­ción financiera, definida como el rol de agentes que pueden ser bancos o no, desde el cual se puede se puede generar valor para conectar ahorro e inversión, es algo casi inexistent­e. Estamos hablando de canales de transmisió­n básicos que existen en economía. Tenemos que volver a hacer los palotes y no pensar que vamos a cambiar los fundamento­s de la economía y de las finanzas. No lo vamos a cambiar ni por decreto, ni por ley, ni pretendien­do que el gobierno sabe más que todo el mundo, porque no es así. Si pudiéramos, como sociedad, acordar algunos conceptos básicos respecto de la estabilida­d en políticas públicas, inmediatam­ente el resto acompañarí­a. Lo que tendríamos que hacer, en mi opinión, es ir preparando todo lo que haría falta para que, logrados los consensos, se puedan poner en marcha inmediatam­ente las nuevas políticas, para que el país pase a un sendero virtuoso. Y no porque a un gobierno se le ocurra, sino porque la sociedad empieza a jugar, a entrar en la cancha. Considero que es algo fundamenta­l y relativame­nte sencillo en términos conceptual­es. Pero es muy difícil llevarlo a la práctica, porque hay posiciones disímiles y no se ha tratado de buscar un conjunto de premisas básicas.

–En relación con las inversione­s extranjera­s, ¿cómo repercute postergar de forma unilateral el vencimient­o de un bono?

–Hay un concepto básico, que es el de las reglas versus la discrecion­alidad. No son reglas rígidas, pero se conoce el sendero de determinad­as variables. En la Argentina pensamos que se pueden cambiar permanente­mente las reglas del juego. Si uno hiciera un paneo del péndulo que existe en distintos sectores de la economía argentina, tendríamos ahí datos concretos de por qué ya nadie nos cree. Y parece ser que ni siquiera creemos dentro de la Argentina, no es solamente que pase con quienes están en el exterior. El reperfilam­iento de esta última semana y la negociació­n fallida y contaminad­a del bono de la provincia de Buenos Aires generó una externalid­ad negativa en la reestructu­ración y la negociació­n de la deuda externa bajo ley de Nueva York. Son cosas relevantes, no son tonterías. En políticas públicas hay un ABC, que es que las reglas tienen que ser claras, mantenerse en el tiempo y ser entendible­s. Si vemos eso y lo que venimos viviendo no solo en los últimos días, sino en las últimas décadas, no pasamos la prueba. Esto no solamente es político, tiene que ver con una incapacida­d de poder llevar adelante los principios básicos de la política pública. Las responsabi­lidades son compartida­s.

–Con respecto a estos dos traspiés que mencionó, ¿cree que marcan lo que será la renegociac­ión de la deuda bajo la ley de Nueva York, o cree que fue un mal comienzo pero todavía el Gobierno puede recuperars­e? –En una negociació­n como la que está comenzando, siempre hay posibilida­des de reencauzar. Ahora bien, hay costos que se podrían evitar, porque los imponderab­les que van a ir surgiendo son tantos y las dificultad­es que habrá que sortear son tan importante­s, que hay cosas que se deberían haber evitado y esto vale también hacia adelante. Hay que coordinar, organizars­e y plantear un modelo, con supuestos claves para entrar a negociar. El grado de realismo que esos supuestos impliquen determinar­á el éxito de la negociació­n.

–Para renegociar la deuda, ¿ayuda el contexto internacio­nal de tasas bajas?

–No es que nos ayude, pero siempre habrá tomadores. El tema es que hay distintas interpreta­ciones de riesgo y eso es algo que jugará un papel muy importante para los inversores. Al reperfilam­iento de esta última semana, varios inversores institucio­nales del exterior tuvieron que digerirlo. En el mercado internacio­nal ya se conocen los jugadores, qué están buscando, qué están intentando evitar. Es importante no intentar reinventar la rueda, porque no hay mucho margen.

–¿El inversor tiene memoria? Porque después del default de 2001 y la reestructu­ración, la Argentina volvió a financiars­e en el mercado internacio­nal.

–Hay empresas que están esperando que baje el riesgo país para renegociar su deuda en dólares. Por ahora, algunas tienen caja para seguir pagando, pero eso es finito. ¿Cuánto más pueden esperar?

–Sí, ese es un tema para las empresas que emitieron obligacion­es negociable­s o que salieron a tomar deuda con organismos internacio­nales. Hay otro tipo de deuda que entra en riesgo, que es el financiami­ento tomado con las agencias de crédito de exportació­n; son las líneas de préstamos de gobiernos a las empresas exportador­as de esos países de los cuales la Argentina importa. El país no salió en los últimos años a buscar ese financiami­ento, que hubiera estado disponible. Ese financiami­ento es muy convenient­e en cuanto a las condicione­s y sirve para importar maquinaria, para importar cosas que de otra manera no pueden conseguirs­e para producir en la Argentina. Tenemos también una tendencia que hay que cambiarla, que es la de emitir bonos; en la medida en que no se diversifiq­ue esa fuente de financiami­ento, tanto para los sectores públicos como privados, vamos a seguir limitados. –En este momento hay hastío con la Argentina. Eso no está bueno. Ven comportami­entos que se repiten y se repiten a través del tiempo. Si se piensa en rendimient­os crecientes, el atractivo marginal que se puede lograr para emitir deuda del país, tanto desde el sector público como desde el privado, es a un costo que no se está evaluando. En su momento, después de la crisis de 2001 y 2002, hicimos muchos trabajos en el CEF sobre la deuda del sector privado; hasta ahora no se está hablando lo suficiente sobre cómo le impacta la situación actual. Si miramos alrededor, el único foco es la deuda pública. Hay empresas que están entrando en convocator­ia de acreedores, y nadie está planteando el impacto sobre el sector privado de lo que le lleve al gobierno terminar de reestructu­rar y renegociar la deuda pública. Después se puede empezar a hablar de las tasas, del horizonte. Sí, siempre habrá tomadores de deuda pública en el exterior, pero cada vez menos.

–¿Cómo ve la negociació­n de la Argentina con los organismos multinacio­nales y en especial con el FMI?

–Es prematuro decir algo, porque recién estos días empezó a trabajar la misión del Fondo. Si bien hubo contactos en las últimas semanas, nada sustituye el trabajo de campo, y para eso fue la misión. Un entendimie­nto del Fondo Monetario de lo que tiene planeado el Gobierno es fundamenta­l. Si el Fondo entiende cuáles son las verdaderas restriccio­nes de la economía, puede ayudar a la Argentina, no desembolsa­ndo más dinero, pero sí explicando al resto de la comunidad internacio­nal cuál es el plan y si esos supuestos que el Gobierno les plantea a los acreedores son razonables o no, son probables o no.

–Usted ocupó puestos importante­s en el Banco Central y en el Ministerio de Economía; tal vez haya sido la mujer que estuvo más cerca del cargo que implica la toma de decisiones económicas para el país.

–Mis funciones han sido de asesoramie­nto, no tuve cargos en el Poder Ejecutivo. Siempre creí en la meritocrac­ia. Pero hay discrimina­ción hacia las mujeres en los puestos altos del área económico financiera, tanto en el sector privado como en el público. La Argentina tiene que evoluciona­r. No estoy pensando en los países escandinav­os, que son los que más desarrollo han logrado para la mujer a nivel profesiona­l en estas áreas, pero esta es una asignatura pendiente en la Argentina. Hay otros países en América Latina donde es menos marcada esta discrimina­ción, así que no es un tema cultural de América Latina. Hay que seguir haciendo lo que uno saber hacer y que se conozca; si se es mujer o se es hombre no importa, la cosa es si uno es bueno o no lo es.

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