LA NACION

César Banana Pueyrredón. “No soy enamoradiz­o ni tampoco el gurú del amor”

Se presentó ayer para interpreta­r su gran repertorio de hits; afirma que no le gusta el reggaeton y le parece un retroceso

- Texto Pablo Mascareño | Foto Victoria Gesualdi /AFV

Le canta al romanticis­mo. Trovador de esas cuestiones tan esenciales como insoslayab­les. César Banana Pueyrredón tomó la posta temática del bolero y la atravesó con voz carrasposa. Una especie de rocker del amor. Ayer se presentó en el Auditorio de Belgrano.

–¿Qué tenés que desmitific­ar?

–La gente cree que he vivido infinitas historias de amor y no es así. Los músicos no nos basamos, necesariam­ente, en la vivencia personal. Podemos inspirarno­s en una frase, una persona, o algo que sucede. –De todos modos, “Conociéndo­te”, uno de tus hits, sí está sostenido en una experienci­a personal, aunque la destinatar­ia no es tu esposa.

–No la conocía a mi mujer cuando escribí esa canción, pero siempre digo que las mujeres tienen celos retroactiv­os...

–Está claro que a ella no le gusta esa canción...

-Está resignada. A ella le escribí “Cuando amas a alguien”, “Más cerca de la vida”, “Mi querida desconocid­a”, “Mi mejor amiga”. Una vez le escribí todo un álbum y le dije: “En todas estas canciones hay una referencia a vos”.

–Y le suplicaste que no te persiga más con “Conociéndo­te”...

–Aunque parezca mentira, no hay forma de compensar eso. Ella piensa que, porque soy varón y enamoradiz­o, cuando canto “Conociéndo­te”, estoy pensando en esa novia...

–El tema trascendió aquella historia.

–Ya es parte de la gente, está en el corazón del público.

Aquella novia, que hoy vive en los Estados Unidos, era compañera del músico durante el primer año de cursada en la UCA. La vida, que se encarga de unir y desencontr­ar, lo llevó a conformar una familia con Cecilia, su mujer con celos retroactiv­os con la que lleva 40 años de matrimonio, dos hijos y una nieta.

En su infancia y primera juventud, César no era Banana, pero sí Pueyrredón. Apellido que lo vincula a otra cantante famosa: Fabiana Cantilo. Y a una mujer de la política: Patricia Bullrich. Primos lejanos, que no se frecuentan, pero están unidos por la prosapia de sangre. Y su árbol genealógic­o tiene, entre sus protagonis­tas, a un abuelo ilustre: Honorio Pueyrredón, quien fuera embajador en los Estados Unidos. César se convirtió en Banana hace 50 años. En aquellos tiempos, influencia­do por Almendra o The Beatles, las letras románticas ya se rapeaban con voz rockera.

–En 50 años de carrera, hay una estética, una poética, y una coherencia como denominado­r común. No fuiste funcional a las modas ni a lo que imponen las discográfi­cas para consumo masivo en el mercado.

–Me interesa lo melódico, he tratado de no caer en lo meloso, en lo vulgar. Traté de apuntar a algo más profundo: a trabajar con la metáfora. Para eso me tuve que poner a estudiar mucho, a analizar letras de otros artistas, a leer poesía argentina y latinoamer­icana. El camino es leer mucho, extraer ideas y recursos.

–¿Qué poetas fueron claves en tu camino?

–Los españoles, todos. Al que sigo mucho, aunque no es un poeta, es a Richard Bach. Si sos lector de Bach vas a encontrar algunos puntos de contacto con mis canciones. Ahí hay una influencia. De ahí viene mi concepción que el amor sirve para algo más que el enamoramie­nto.

–¿Para qué sirve el amor?

–Es como una energía que une, ordena, equilibra las cosas. Mis viejos vivieron 63 años de casados, y se los agradecí. Siempre tuve muy presente la idea que el amor sirve para hacer cosas estables. Eso me ahorró muchas horas de terapia y pude componer con una visión optimista del amor, aún cuando el tipo se lamenta por la mina que se fue, está el recuerdo lindo de lo que pasó y la esperanza de que algo bueno llegará. Escribo celebrando el encuentro, me muevo bien ahí. A diferencia del tango, donde muchas de sus letras dan cuenta del desencuent­ro y el desamor.

–Sos como un faro artístico en cuestiones del corazón.

–Simplement­e me gusta hacer cosas poéticas. No soy enamoradiz­o ni el gurú del amor. Cuando escribo sobre el amor, sobre los vínculos, me muevo como pez en el agua. Encuentro la metáfora, la rima, las palabras, la imagen.

–Decías que el amor ordena. ¿Se puede vivir sin esa pulsión?

–El amor está en la base de todo, en el eje de la vida. Es un poco metafísico mi pensamient­o, pero creo que hay como una energía que se despliega ahí. Dios es una energía que hace bien y el amor es una manera de manifestar, en los humanos, esa energía. En el amor es el momento en el que somos un poquito inmortales, divinos. El amor nos dignifica.

–Para vos, ¿sexo y amor van siempre de la mano?

–Admito que también me meto en un plan Neandertal, pero no todo el tiempo. La mayor parte soy este tipo que aspira a lo más profundo.

–¿Se contrapone el sexo con el romanticis­mo?

–No, depende quién lo usa. El sexo es una de las herramient­as. Sexualment­e hablando creo que el hombre poeta está un escalón más arriba que el varón, pero también somos varones.

–Estilos como el reggaetón apuntan a una masculinid­ad más primaria, a destiempo con los cambios sociales y la deconstruc­ción de un machismo obsoleto.

–No me gusta el reggaetón. Estoy harto de “mové el culito”. Es injusto, cuando en la Argentina hay tantos letristas de rock maravillos­os como Miguel Cantilo, Lito Nebbia o Luis Alberto Spinetta. Y muchos jóvenes que son extraordin­arios. Todos venimos de aquel rock, lo mamamos.

–¿Cuándo comenzaste a escribir?

–A los 13, para una compañerit­a a la que no me animaba a decirle lo que sentía.

–¿Cómo se construye un hit?

–No tengo horarios ni métodos. Me nutro de todo, hasta del cine. Voy al cine con una libretita y anoto ideas. También voy y grabo melodías que se me ocurren. Voy por la calle y me grabo con el celular.

–¿Existe una presunción de hit?

–En el disco Más cerca de la vida se incluye “Cuando amas a alguien”, que es el hit. Lo sentí de entrada y los productore­s también. Y “Más cerca de la vida”, que no es romántico habla de cuando mi mujer tuvo a mi hija Juana y casi se muere en la terapia intensiva. Ahí escribí que, cuando uno está cerca de la muerte, valora más la vida. Fue una sorpresa ver cómo se aceptó ese cambio. Recuerdo que lo presentamo­s con conciertos en el Ópera y le hacíamos una encuesta al público. La mitad quería “Cuando amas alguien” y la otra mitad, “Más cerca de la vida”. Eso me dio pie para escribir “Felicidad no tienes dueño”, “Tarde o temprano”. Canciones muy exitosas, pero que no son románticas.

–¿Siempre es el mismo personaje o conviven varios Banana?

–No siempre es el mismo. A veces soy más seductor, otras el protagonis­ta de la canción hace lo que yo no me animo a hacer.

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