LA NACION

La nueva cultura rock mostró su poder de convocator­ia en Buena Vibra

Con una alta convocator­ia, el line up mostró que hay otras estrellas en el firmamento

- Diego Mancusi

Con “Cordillera”, Alex Anwandter sintetizó mejor que nadie las doce horas del festival Buena Vibra 2020. “En Chile tuvimos un cantante al que mataron: Víctor Jara. Él decía ‘yo no canto por cantar’. Este tema está dedicado a los chilenos, en la lucha por autodeterm­inarnos y ser dueños de nuestro futuro”, presentó, y luego arremetió con cuatro minutos y monedas de synth melódico para que menee el centennial. Ese cruce entre pop y compromiso, entre política y baile, entre hit cantado a los gritos y sentimient­o de grupo, fue el signo de este evento que no casualment­e pega un salto de convocator­ia notable

en el primer año del posmacrism­o. Es impensable el Buena Vibra en el Hipódromo de Palermo ante decenas de miles de personas sin el Buena Vibra 2017 en el Konex, sin la “revolución de las hijas” que no se preocupa demasiado por lo de “rock”. Ninguno de los grupos del line up es abiertamen­te “de protesta”, panfletari­o, piquetero: lo que reúne a artistas y público es una sensación de pertenenci­a construida con feminismo, libertad sexual, militancia por temas sociales y progresism­o general de clase media. Y en medio de eso: las ganas de bailar, de cantar y de rodearse de gente que anda en la misma. La convocator­ia sorprendió porque, si bien todos los artistas son reconocido­s, en general pertenecen a una generación que viene empujando desde hace tiempo instituirs­e como la primera línea del rock. Y aquí están. ¿Será?

Anwandter, que tocó temprano y en los papeles no fue de los números principale­s del festival, fue el que entendió y encarnó con más nitidez este aglutinant­e. Por ejemplo, dedicándol­es “Éramos todos felices”, de su exbanda Teleradio Donoso, a “esas personas tan especiales que son los heterosexu­ales”, prometiend­o “muchos solos de guitarra y masculinid­ad” e instando a “tratar de no mover la cadera por un tema”. El chileno, además, contó que aprovechó su visita a Buenos Aires para grabar su nuevo disco, sucesor de Latinoamer­icana (2018).

En esta nueva forma de vivir la cultura rock hay un rasgo musical al que Bandalos Chinos y El Kuelgue echan mano muy seguido y que, la verdad, nadie vio venir: la revaloriza­ción del adult oriented rock (AOR) y el yacht rock setentero. El grupo de Goyo Degano lo demostró en esa supernova de dramatismo que es “Demasiado” y en el single “Departamen­to”. Julián Kartun y los suyos, por su parte, lo convirtier­on en su recurso principal: un esbozo funky moderado por acá, un toque de reggae por allá, y todo con humor. Más “profundo” fue lo de Lisandro Aristimuño, que eligió un set extroverti­do y eléctrico, mucho menos bailable que el promedio del festival pero bastante más emotivo, con canciones que conectaron directamen­te con el espíritu del encuentro como “Me hice cargo de tu luz”. Marilina Bertoldi sigue subiéndose al concepto de estrella de rock para manipularl­o como quiere. Maneja sex appeal pero no tiene como prioridad agradar (ni tampoco escandaliz­ar): su misión es ser frontwoman, por momentos (como en “O no?) en forma explícita. A años luz está la buena onda cósmica y cosmopolit­a de las Perota Chingó.

Para crecer la movida necesitaba un padrino, y ahí fue donde entró Fito Páez con una lista de temas de esas que uno canta de punta a punta casi sin darse cuenta, aunque no sea fan. “Hey, ¿qué te pasa Buenos Aires?”, saludó con “El diablo de tu corazón”, y a partir de ahí una sucesión de hits que muy pocos artistas pueden enhebrar en la Argentina: “El amor después del amor”, “Polaroid de locura ordinaria” (basada en un cuento de Charles Bukowski), “Ámbar violeta” (a pedido de su hija), “Naturaleza sangre” (la venganza del rock hetero, siguiendo la línea de pensamient­o de Alex Anwandter), “Mariposa Tecknicolo­r” y más. Un par de días antes había presentado “Resucitar”, adelanto de su próximo disco, La conquista del espacio –que sale el 13 de marzo–, pero no la estrenó en vivo.

Solo quedaba tiempo para la máquina pop infalible de Miranda! y el cierre, ya entrada la trasnoche, a puro agite con Lo’ Pibitos. Se había ido una jornada de comunión, transpirac­ión y glitter que, a caballo de la conciencia, promete seguir expandiénd­ose.

 ?? Rolling stone ?? Las Perota Chingó en otra faceta
Rolling stone Las Perota Chingó en otra faceta
 ?? Rolling stone ?? Fito Páez, en un cierre bien old school
Rolling stone Fito Páez, en un cierre bien old school

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