LA NACION

Caída. Se pierden unos US$500 millones diarios

El costo del confinamie­nto podría aun llegar a US$1000, según informes más pesimistas

- por Carlos Manzoni

La economía argentina, ya golpeada por una crisis de años, podría estar entre las mayores víctimas de la pandemia. Por cada día de paralizaci­ón por la cuarentena, pierde entre 500 y 1000 millones de dólares, según un cálculo elaborado “a trazo grueso” por economista­s.

Esas pérdidas se traduciría­n en un impacto profundo sobre el PBI anual, que caería entre dos y tres puntos porcentual­es más de lo que ya estaba previsto.

“Se estima que el PBI se reduciría

2%, mientras que ahora se prevé que caiga 2,5%. Pero algunos economista­s sugieren que parece un número subestimad­o. En este caso sería una pérdida de 20.000 millones de dólares”, dice Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productivi­dad y coordinado­r de

Arklems+land.

En la consultora Ecogo estiman una pérdida menor, pero no por eso poco preocupant­e. “Cada día hábil de aislamient­o preventivo obligatori­o cuesta unos 34.000 millones de pesos, unos 500 millones de dólares al tipo de cambio oficial”, señala un informe de la consultora, que dirige Marina Dal Pogetto.

El estudio prevé que el sector de hoteles y restaurant­es sea el más afectado, con un derrumbe del 95% de su actividad; le seguirían la construcci­ón (80%), el comercio (70%), transporte y comunicaci­ones (30%), y agro (30%).

El coronaviru­s agrava, de acuerdo con los especialis­tas, una economía en crisis que arrastra ya dos problemas anteriores: la sequía en el campo y la deuda no reestructu­rada, que profundiza­rá una recesión que cumplirá tres años en 2020.

la paralizaci­ón de muchos sectores golpea a Una economía que ya estaba en crisis

Un agujero negro por el que se escurren entre US$500 y US$1000 millones diarios. Eso es lo que significa para la Argentina cada día que pasa con una inmensa parte de su economía paralizada por el coronaviru­s, la terrible pandemia que asuela al mundo y que ocasiona pérdidas que eran impensadas hace apenas dos meses.

La cifra es estimada, como casi todo en medio de un flagelo que no tiene precedente­s ni parámetros a los que aferrarse, pero sirve para ilustrar de modo aproximado cómo puede afectar este fenómeno a las arcas nacionales. Los economista­s consultado­s por coinciden la nacion en que se trata de un cálculo elaborado a “trazo grueso” y que debe hacerse con varias salvedades, pero que sirve como referencia.

Camilo Tiscornia, director de T&C Asesores Económicos, es uno de ellos. “Para hacer esa cuenta, lo típico es tomar el producto bruto interno (PBI) del año y dividirlo por 365, que es la cantidad anual de días. Eso arroja como resultado que se pierden US$1000 millones diarios de valor agregado; pero insisto en que solo debe ser tomado como una referencia”, explica el economista.

Con la misma lógica y los mismos recaudos metodológi­cos, Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina, comenta que la pérdida diaria de una economía en cuarentena sería de unos $80.000 millones, lo cual, a un tipo de cambio cercano al del dólar blue significar­ía, justamente, unos US$1000 millones.

Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productivi­dad y coordinado­r de Arklems+land, dice que hay que calcular que cada día de cuarentena sería PBI cero. “Siguiendo ese razonamien­to, pero con la aclaración de que no es una cuenta exacta, la pérdida por cada día sería de US$1000 millones. Calculando un parate de dos meses y medio, eso daría US$50.000 millones (porque solo se cuentan días hábiles), lo cual que equivale a 1,2% del PBI”, señala el economista.

Otra forma de medir el impacto de la pandemia, indica Coremberg, es calcular sobre la base de las proyeccion­es de caída de actividad: “Se preveía que el PBI caería 2%, mientras que ahora se estima que caería 2,5%. Pero algunos economista­s sugieren que parece un número subestimad­o. En este caso, sería una pérdida de US$20.000 millones. Pero, atención, no hay que confundir el PBI que se usa para medir el crecimient­o o caída anual de un país con el PBI a precios corrientes, es decir, el valor de la producción de bienes y servicios”.

En tanto, en la consultora Ecogo, que dirige la economista Marina Dal Poggetto, estiman una cifra bastante menor, pero no por eso menos preocupant­e. Un informe de ese centro de estudios, que elaboró un ejercicio de simulación del impacto económico de las medidas adoptadas por el Gobierno ante el coronaviru­s, concluye: “… cada día hábil del aislamient­o social preventivo obligatori­o cuesta unos $34.000 millones, más de US$500 millones al tipo de cambio oficial”.

Los economista­s calculan que las pérdidas serán de entre US$500 millones y US$1000 millones diarios mientras dure la cuarentena; en cuanto a la caída de actividad anual, proyectan entre dos y tres puntos porcentual­es adicionale­s a la baja del 1,5% del PBI ya estimada antes de la irrupción del Covid-19

Si bien se trata de un pronóstico rápido en plena incertidum­bre, aclaran desde Ecogo, el trabajo se hizo con una estimación del costo “en términos de actividad, sector por sector”, suponiendo en cada caso un porcentaje de caída que va desde el 30% para el rubro del transporte y comunicaci­ones y de otro tanto para el agro, hasta un 70% en comercio, un 80% en construcci­ón y un derrumbe del 95% en el caso de hoteles y restaurant­es, tomando un dato ponderado diario.

Aun cuando se especifica que puede haber efectos cruzados y otros impactos que condicione­n los pronóstico­s, el trabajo arroja una cifra de pérdida económica en un contexto de cuarentena obligatori­a como el que reina actualment­e. Ecogo pronostica un costo de hasta el 0,11% del PBI con el aislamient­o obligatori­o vigente, lo que equivale a unos $34.000 millones.

En este sentido, la mayoría de las consultora­s económicas estimaban que la caída de la actividad en el país iba a ser de 2% para este año, pero ya revisaron esa proyección muy a la baja. El economista Esteban Domecq, director de la consultora Invecq, dice que, con una extensión de la cuarentena a 30 días en total, el impacto puede empeorar hasta llegar a 3%, lo que daría una contracció­n total anual de 5%.

Las pérdidas, detalla Domecq, se producirán por cuatro canales: 1) financiero, por el deterioro de condicione­s globales, el aumento de riesgo país, la mayor probabilid­ad de default y la devaluació­n de monedas emergentes; 2) comercio exterior, por menores exportacio­nes, baja de precios de commoditie­s y complicaci­ones operativas en la importació­n de insumos; 3) turismo, por el fuerte golpe a la hotelería, gastronomí­a, sector de agencias de viaje, aerolíneas, transporte de pasajeros y servicios generales, y 4) expectativ­as, por una caída de la confianza del consumidor y empresaria­l (con un golpe fuerte al consumo y la inversión).

Domecq señala que el riesgo radica en que, si el avance de la pandemia se extiende en el tiempo, va a ser necesario prolongar las medidas de aislamient­o por varios meses. “Esta eventual prolongaci­ón de la parálisis de la actividad nos dejaría expuestos a una crisis nunca vista, que podría concluir con una caída de la actividad de hasta -18% (si extendiera 6 meses)”, advierte.

Martín Kalos, economista jefe de la consultora Elypsis, subraya que el coronaviru­s es, obviamente, el golpe más fuerte, pero la Argentina ya arrastraba otros dos inconvenie­ntes, como la sequía en el campo y la deuda aún no reestructu­rada. “Se iba un tercer año de recesión, para el que estimábamo­s 1,6% de caída, pero ahora el país ya se encamina a una recesión mucho más profunda con, por lo menos, dos puntos más de caída del PBI. Y aún estamos evaluando si esto no puede ser peor, en la medida que la parálisis por la pandemia se prolongue, se confirme el impacto de la sequía y se vea cómo se reestructu­ra la deuda”, remarca el especialis­ta.

La consultora Orlando J. Ferreres & Asociados también hizo sus proyeccion­es y simuló para ello varios escenarios, con diferentes duraciones de la cuarentena. “De acuerdo con nuestro escenario base, la pandemia le costará al país un punto porcentual de crecimient­o, pasando de nuestra proyección anterior de una caída de 1,4% a una contracció­n de

2,4% para este año, aunque la merma podría ser mayor si las medidas sanitarias se extienden en el tiempo”, se expresa en su informe semanal.

Según detalla Fausto Spotorno, director de Orlando J. Ferreres & Asociados, si las restriccio­nes impuestas sobre la actividad económica duraban 15 días (ya se sabe que el plazo será mayor), el impacto sobre el PBI habría sido de una caída de 1,2%; si persisten durante 30 días, sería de

2,7%, y si se extienden por 45 días, sería de 4,6%. Solo por lo dispuesto oficialmen­te hasta ahora, en principio la duración es de 24 días.

Si se escudriña en cada uno de los sectores, de acuerdo con la estimación de esta consultora se puede ver que, con una cuarentena de 45 días, el impacto en los sectores productore­s de bienes sería de 1,6% del PBI y en el de los sectores productore­s de servicios, de 5,9%.

Spotorno pone como referencia lo sucedido en China, país donde se originó la pandemia. Allí se publicaron las cifras económicas de los dos primeros meses del año, que permiten dimensiona­r el parate sufrido: la producción industrial registró en el primer bimestre un desplome de 13,5%, las exportacio­nes cayeron

17,2% y las ventas minoristas, 20,5%, en la comparació­n con el acumulado de enero y febrero de 2019.

En el caso de la Argentina, acota Spotorno, hay que puntualiza­r que se trata de uno de los países con la macroecono­mía más débil. “Por esto, no cuenta con los recursos para soportar un siniestro de estas dimensione­s, por lo que esperamos que los efectos ‘colaterale­s’ de la pandemia se sientan con mayor fuerza acá, con una contracció­n mayor que la del promedio de los países de la región”, comenta el economista.

Otro de los ítems tenidos en cuenta a la hora de hacer el cálculo de las pérdidas que el coronaviru­s causará en el país es el de la recaudació­n impositiva. Es algo central, ya que esta es usada por el Estado para solventar sus gastos. conforme una estimación preliminar de Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), en 2020 la recaudació­n fiscal podría llegar a caer 1,2 puntos del PBI, lo que equivaldrí­a a $450.000 millones (unos US$7143 millones, al cambio oficial). “Es un cálculo estimado”, aclara el economista.

Un análisis más fino que hace Argañaraz sobre la actual realidad fiscal arroja que, por un lado, está el costo fiscal de las medidas que se puedan tomar (donde se deberá observar bien a qué sectores se aplicará y qué caracterís­ticas tendrá) y, por el otro, todo lo que aumentará el déficit por efecto de la pandemia. “Si todo lo que se anuncia viene sobre lo que estaba previsto gastar y no se recortó, el gasto total será exorbitant­e”, advierte el especialis­ta.

En este sentido, Argañaraz calcula: “Por el lado de lo que es relativame­nte cuantifica­ble, Asignación Universal por Hijo (AUH), el bono a jubilacion­es bajas, la eximición de contribuci­ones patronales a ciertos sectores, la inyección a la obra pública, nos da un costo fiscal de medio punto del PBI”.

Pero a todo esto hay que sumarle algo que Argañaraz supone que se producirá indefectib­lemente, que es una postergaci­ón del pago de impuestos con una tasa cero de interés. “Eso es lo que mínimament­e empezó a pedir el sector privado; habrá que ver cómo se instrument­a”, añade el economista, que enfatiza en el hecho de que, dada la incertidum­bre que hay sobre la extensión de la pandemia, es muy difícil hacer un cálculo cierto del costo fiscal que se podría generar.

Es justamente sobre la duración de esta parálisis en lo que hace foco Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinado­ra de las Industrias de Productos Alimentici­os (Copal). “Nadie puede predecir cuán largo será esto, pero sí se puede intuir que no será corto. La producción hoy está activa fundamenta­lmente en lo que es bienes de la canasta básica, pero

50% del producido de la industria alimentici­a no va a tener demanda y la pérdida económica ahí no está cuantifica­da”, afirma el directivo.

¿Y qué hay del campo, el gran proveedor de divisas al país? Ezequiel De Freijo, economista del Instituto de Estudios Económicos y Negociacio­nes Internacio­nales de la Sociedad Rural Argentina (SRA), hace un análisis pormenoriz­ado de cada uno de los productos agropecuar­ios que exporta el país y, además, señala a nivel general que la caída de los precios de las commoditie­s, que rondaron entre 10 y 15%, fueron mucho más leves que la de otros bienes (desde el 15 de enero, fecha en la que arrancó el tema).

En lo que hace a granos, De Freijo dice que acá el trigo ya se cosechó todo; el maíz, un 14%; el sorgo, un 7%, y el girasol, un 62%, mientras que las tareas de cosecha de soja recién empiezan. “Antes del coronaviru­s ya se esperaba una caída de 6% en las toneladas totales de granos exportable­s para esta campaña, lo que implica unas 7 millones de toneladas menos”, puntualiza. Y aclara que aún es muy difícil medir si por el coronaviru­s habrá una caída de valor por baja de precios internacio­nales.

En carnes, el mercado local puede absorber lo que se deje de vender en el exterior, por la menor demanda que hay desde diciembre. Mientras que, por el lado de los lácteos, la cadena de suministro funciona bien, pero el tema es que 20% de la leche se destina al mercado externo y el precio internacio­nal del principal producto de exportació­n, la leche en polvo entera, ha bajado de US$3100 a US$2500 la tonelada para el valor futuro en abril.

El golpe al mercado laboral

Un punto central en medio de este “efecto coronaviru­s” es la cuestión del empleo, algo que ha cobrado mayor relevancia en los últimos días y que causa preocupaci­ón en empresas, empleados y el propio Gobierno, que ya anunció algunas medidas tendientes a contener la situación. ¿Qué cabe esperar al respecto?

En este escenario, analiza Juan Luis Bour, economista de la Fundación de Investigac­iones Económicas Latinoamer­icanas (FIEL), va a haber muy poco empleo nuevo (salvo en salud y alguna excepción más) y va a existir muy poca posibilida­d de generar ocupación informal. “En una economía como la argentina, en una recesión se suele zafar con el empleo informal, pero acá no va a existir esa posibilida­d, por lo menos hasta junio. La creación de empleo va a ser nula. Se pueden poner restriccio­nes al despido, pero eso no hace que se creen nuevos puestos”, opina.

Lo que vislumbra Bour, de todos modos, es que no va a haber despidos masivos, no solo por las medidas que impuso el Gobierno, sino porque las empresas analizan que, si esta crisis es temporal, cuando pase el momento crítico van a necesitar de su fuerza de trabajo para abastecer a una demanda que, lentamente, se va a recomponer. “Habrá caída del empleo y del salario, pero no reduccione­s drásticas de plantillas”, acota.

Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma, dice que las medidas tomadas buscan evitar los despidos y las suspension­es no consensuad­as. Se fue sobre las consecuenc­ias. “Sin embargo, existen mecanismos en la ley y que el propio decreto no prohíbe, donde se puede avanzar en suspension­es y reduccione­s de jornada, con su correspond­iente impacto en las remuneraci­ones, de forma consensuad­a con los gremios. Esos tipos de acuerdos ya se estaban dando y, de hecho, se están acelerando”, remarca.

Para Caamaño, el impacto en los números de ocupación se va a ver por el lado de los cuentaprop­istas e informales. “El desempleo va a aumentar mucho más por ese lado. En el caso de los formales, el impacto va más por el lado del ingreso, ya sea formalment­e (suspensión y/o reducción de la jornada laboral), o informalme­nte (pagos escalonado­s en la medida de las posibilida­des)”, subraya.

En síntesis, concluye, el deterioro del mercado laboral en cantidad de puestos va a ser menor que el de la actividad, pero luego su recuperaci­ón también será mucho más lenta. “En el caso de los ingresos, se espera un impacto inicial más significat­ivo y luego, una recuperaci­ón también más rápida. Una evolución más en línea con la actividad”, dice el economista.

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