Tiempo de intentarlo
no sabemos muy bien de dónde ni por qué ni cómo apareció el coronavirus y nos cambió la vida. a todos. Su presencia nos deja mucho por hacer, y muestra la actitud que tomamos ante la adversidad, como personas, como país. Vemos en casa hombres que cocinan como nunca e improvisan tareas domésticas; padres y madres apreciando el maravilloso tiempo de compartir con sus hijos; parejas que se distancian o se reencuentran como jamás imaginaron; la valorización de los abuelos ante la amenaza de perderlos; la nostalgia por los abrazos y los besos que a veces fastidiaban. comprensión por el dolor ajeno. Temor por la pérdida de lo que tanto costó lograr. El reconocimiento de la lucha abnegada de los que, aun a riesgo de sus vidas, ayudan a la sociedad. Y por sobre todas las cosas valoración justa de lo que necesitamos para vivir, comprendiendo lo inútil del consumo exagerado. Transitamos un tiempo de reflexión. Para crecer, para consolidar una sociedad con la cual todos soñábamos a sabiendas de que no la íbamos a lograr. ahora casi todos notamos que este virus nos está cambiando. a muchos nos está pareciendo que habrá un antes y un después. Y que ese después quizás sea un futuro distinto. En el mundo. Los soberbios, los imbéciles, los delincuentes, los envidiosos, los violentos quizás retrocedan ante la amenaza global. Y si no lo hacen, quedarán al menos identificados y castigados si fuera necesario. Sugiero humildemente que luchemos para que las pérdidas sufridas y todas las que aún nos faltan tengan, al final de la historia del coronavirus, un resultado positivo. De nosotros depende.
Es tiempo de intentarlo.
Edith Michelotti
ediluobs@hotmail.com