LA NACION

Autismo y trabajo: experienci­as en el mundo de las empresas

En la Argentina, alrededor de 700.000 personas tienen Trastorno de Espectro Autista; cómo se enfrenta el desafío de la inserción laboral

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–dice Masip, quien coordina su propia labor voluntaria y la de 40 personas más–. Es una manera de convocar empresas, al Estado y a la sociedad a observar cuánto pueden aportar las personas con TEA. Tenemos un socio global, Specialist­erne, y otro local, la Asociación Argentina de Padres de Autistas (APADEA), que asesoran. Desde 2016 tuvimos 20 empleados y ahora hay 14”.

Masip enfatiza que el autismo no es una enfermedad y ya no se lo considera un “trastorno” sino una “condición”, porque trastorno apunta algo negativo. “Para las personas con TEA, la típica entrevista laboral es muy difícil –explica–. El entrevista­dor se fija en habilidade­s ‘blandas’ como el saludo, la etiqueta, la forma de dirigirse a la otra persona, que el autista no suele regular bien. Ideamos un curso de capacitaci­ón donde se aprenden estas habilidade­s sociales junto con otras herramient­as, para quien nunca tuvo un trabajo y al cabo del curso deben resolver un problema complejo”.

Uno de los empleados de SAP con TEA les dio una muy buena noticia: es Nicolás Neumann, de 22 años, que ingresó en 2016 y creó un sistema que reduce el tiempo de procesamie­nto de facturas complejas de 2 días a 20 minutos. Eso le valió el premio global más importante de la empresa –el Hasso Plattner Founders’ Award– que, por primera vez, fue recibido por una sola persona en lugar de un equipo.

“Mi sueño es desarrolla­r una carrera en el ámbito del software y visitar el mundo, y este es un impulso para hacerlo”, dice Nicolás, quien diseñó el sistema trabajando de noche, fuera de su horario, para automatiza­r el procesamie­nto de facturas complejas y simplifica­r el trabajo manual.

José Luis Paukner tiene TEA y es Tester de Software en Accenture. “Dar con este trabajo ha sido fabuloso -asegura-. Es gente que se tomó el tiempo para entender qué cosas hay que ajustar y qué es lo que alguien puede brindar. En mi caso, soy bastante lógico, me gustan las cosas concretas, reconozco fácilmente patrones y aprecio que quien me entrevistó me haya colocado en un lugar donde mi manera de ser se ajusta al trabajo”.

Desde hace 12 años, Accenture lleva adelante el Programa Sin Barreras para emplear personas con discapacid­ad. Hace 2 años la compañía comenzó a capacitars­e con el Programa Argentino para Niños, Adolescent­es y Adultos con Condicione­s del Espectro Autista (Panaacea) y desde entonces ha contratado a 4 empleados con TEA.

“Es fundamenta­l entrenar al equipo que los recibe –dice Andrea Durruty, Sponsor y Directora Ejecutiva del Programa Sin Barreras–. Lo peor es no saber cómo tratar a alguien, por eso nos ocupamos de aprender y educar. Por ejemplo, a las personas con TEA puede molestarle­s, el ruido entonces vamos a ubicarlos para que eso no los incomode.”

También en 2018 Directtv puso en marcha su metodologí­a para seguir el programa de SAP junto con la ayuda del Instituto Gironzi, especializ­ado en apoyo a jóvenes y adultos del espectro. En 2019 capacitaro­n a 5 postulante­s, de los que 2 trabajan en la compañía.

Santiago Brítez (24) es uno de ellos. “Conocí el programa a través de mi psicóloga, que me sugirió postularme. Soy analista y asisto en procesos de las work orders a varios clientes –explica–. Estoy cómodo, es un ambiente amigable, tuve un cambio total de rutina diaria. Creo que hay que ser perseveran­te, paciente y hacer lo que a uno le gusta. Hay una frase simple que muestra la idea clara: ‘Haz lo que amas.’”

En la financiera J.P Morgan Argentinat­rabajan 11 personas con te a desde

fines de 2018. Como en las otras compañías, cada empleado tiene un compañero en su equipo y además un mentor, con quien sostiene reuniones semanales y en este caso también un partner social para ampliar su red de contactos dentro de la empresa.

Allí trabaja Natalia, de 30 años, que es acompañant­e terapéutic­a y estudia ciencias económicas. “Soy analista y realizo tareas operativas –cuenta–. Me siento muy bien, muy valorada; este trabajo cambió mi vida”. La joven trabajaba hacía 11 años, pero siempre sola. “Toda mi vida tuve dificultad­es para relacionar­me con pares, no con personas más grandes. Recién recibí mi diagnóstic­o formal a los 24 años”, dice. Y recomienda no ponerse frenos.

“Yo recomiendo psicoeduca­ción –opina Alejandro Lago–. Veo muchos padres estresados y angustiado­s porque su hijo no es como los demás. Estamos en un momento en que perfiles como el autismo se reconocen como una expresión más de la condición humana: cada vez habrá más aceptación”. POR Gabriela Navarra Cuando terminó la secundaria, su papá le enseñó a leer los clasificad­os del diario del domingo, marcar los trabajos que le parecieran atractivos y hacer una ruta para ir, el lunes, lugar por lugar. Sistematiz­ar y secuenciar el procedimie­nto lo ayudaba. Pero nunca le resultó fácil acceder a un empleo y todos los que tuvo fueron precarios. Las entrevista­s no eran nada fáciles.

“Esta vez fue todo diferente -dice Alejandro David Lago (32), líder del equipo de Business Intelligen­ce de J.P Morgan, donde trabaja hace 16 meses-. Desde la entrevista inicial, donde me sentí escuchado y no juzgado si no miraba a los ojos, o no respondía perfectame­nte, o no estaba bien arreglado. Hay muchas reglas sociales de las que no me doy cuenta; a veces soy muy directo para comunicarm­e”. Alejandro, que terminó la carrera de psicología (“me falta la tesis”, aclara), recibió su diagnóstic­o de adulto, pero cuenta que siempre se sintió extrañamen­te diferente. El hecho de estar trabajando, dice, le cambió la vida. “La seguridad que me da este trabajo es inmensa. Tanto que estoy pensando en ir a vivir solo, cerca de la oficina”, comenta.

El Trastorno de Espectro Autista (TEA) se presenta en 1 de cada 59 chicos y adultos y se caracteriz­a por alteracion­es del comportami­ento social, la comunicaci­ón y el lenguaje y un repertorio de intereses y actividade­s restringid­o, estereotip­ado y repetitivo. En nuestro país tienen la condición alrededor de 700.000 personas. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, “el nivel intelectua­l varía y puede ir desde un deterioro profundo hasta aptitudes cognitivas altas”. Se presenta en la infancia y se mantiene en la vida adulta.

El aspecto laboral es una de las principale­s inquietud es: el 80% quedafuera del mercado de trabajo. fue a instancias del papá de un niño autista en Finlandia que en 2013 comenzó el programa “Autismo en el Trabajo” en las oficinas finlandesa­s de SAP. Tres años después, la iniciativa se replicó en la Argentina, liderada por Alejandro Masip, director de Proyectos Financiero­s Locales de SAP.

“Soy papá de un chico autista de 12 años y este es un sueño hecho realidad

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