¿Una medida prudente pero mal comunicada?
Hay una cuestión de forma, más que de fondo, en la decisión del Gobierno
La interpretación de la decisión de la Cancillería de no seguir participando en las negociaciones de nuevos acuerdos de libre comercio que se están desarrollando entre el Mercosur y un grupo de países (entre otros, Corea del Sur, Canadá y Líbano), ha producido diversas reacciones, incluso críticas, en el país. El Canciller Felipe Solá ha tenido que salir a aclarar que la Argentina permanece en el Mercosur.
Todo se originó en la reunión virtual del Comité de Coordinación del Mercosur realizada la semana pasada. Por lo que ha trascendido de la presentación que hiciera Jorge Neme, actual Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, tras su visión sobre cuestiones relacionadas con los orígenes y la evolución del Mercosur, puso énfasis en algunos puntos, en los que se encuentra la esencia de la posición argentina con respecto a la cuestión de las nuevas negociaciones comerciales encaradas con un grupo de países.
En nuestra opinión los puntos relevantes en la presentación del Embajador Neme serían tres. El primero se refiere a que la crisis internacional desatada por el Covid-19 con sus múltiples impactos, hacen que en la perspectiva de nuestro país, no sea el momento oportuno para dedicar esfuerzos del Mercosur a fin de avanzar en otras negociaciones comerciales. Tales esfuerzos deberían seguir concentrados en completar el proceso negociador con la UE y la EFTA. El segundo, se refiere a que esa posición no significa que la Argentina se retire para siempre de las nuevas negociaciones. Y el tercer punto, es que nuestro país acepta que los otros socios del Mercosur puedan preferir seguir adelante con las negociaciones ya iniciadas, especialmente con Corea del Sur. En tal caso una conclusión lógica es que los cuatro socios deberán avanzar en la búsqueda de soluciones, tanto políticas como institucionales, a fin de compatibilizar los eventuales futuros acuerdos que se negocien con las disposiciones del Tratado de Asunción. Recordemos que sus normas, tal como están, impiden negociar y concluir acuerdos de libre comercio que no incluyan a todos los países miembros del Mercosur.
Para entender desde una perspectiva política y económica ese último punto de contenido legal, hay que tener presente que los compromisos asumidos en el Tratado fundacional del Mercosur, especialmente en sus artículos 1°, 2° y 5° , se habrían acordado con el telón de fondo del lanzamiento en 1989 por el gobierno de los EEUU de la Iniciativa de las Américas. Tal hecho evocaba experiencias del pasado en las cuales países que luego serían los miembros del Mercosur, habían intentado o concretado negociaciones comerciales bilaterales con Washington. La redacción de esos artículos del Tratado, impiden la tentación recurrente de países miembros de avanzar, cuando se puede y conviene, en aproximaciones bilaterales en sus negociaciones con terceros países, especialmente con los más relevantes.
Para quienes hemos seguido al Mercosur desde sus orígenes, es pertinente interrogarse sobre si la medida anunciada ha sido prudente o si, por el contrario, el problema reside en la forma en que fue transmitida a la opinión pública. Tengo la impresión de que precisamente el problema se ha originado en la forma en que la medida se llevó a la opinión pública, y no necesariamente en su contenido y oportunidad.