LA NACION

Los Monos cobran un “impuesto” al dólar blue

El clan rosarino exige pagos para no atacar a financiera­s ilegales

- Germán de los Santos

ROSARIO.– La cita es en un departamen­to del centro de Rosario. Bajo esa fachada de una supuesta casa familiar, cotidianam­ente todos los viernes un integrante de Los Monos pasa lista de aquellos que tienen que ir a pagarle una especie de impuesto para poder vender dólares blue. En este caso, no es necesario el uso de la violencia porque a nadie se le ocurre olvidarse de pagar esa extorsión. El joven, de acuerdo con las escuchas que están siendo investigad­as, recauda todos los viernes unos 25.000 dólares, sin necesidad de emplear el arma que lleva en la cintura ni asumir mayores riesgos.

El dinero es conseguido de una manera sencilla. Ese joven invoca el nombre de su jefe Ariel Cantero y la banda de Los Monos, una especie de franquicia de la mafia narco, que empezó a incursiona­r durante los últimos meses en un rubro menos riesgoso y redituable que el narcotráfi­co: las extorsione­s.

Desde las cárceles, tanto en el penal federal de Marcos Paz como en la cárcel de Piñero, en las afueras de Rosario, Los Monos delinearon un negocio que no parece tener límites, alimentado por el universo oscuro de un sector de la economía.

“Ellos no extorsiona­n a alguien que está limpio, sino que obtienen informació­n precisa de los negocios oscuros, y a partir de esos datos –que probableme­nte provengan de la policía– empiezan a montar la extorsión. Se aseguran de que la víctima no va a poder hacer una denuncia judicial, porque probableme­nte nunca pueda justificar nada de lo que posee y termine siendo investigad­o”, explicó uno de los investigad­ores judiciales que desde hace meses siguen esta red de extorsione­s que manejan Los Monos con distintas unidades de negocios y rubros.

Los Monos apuntan ahora a los vendedores de dólares blue. A partir de la informació­n obtenida en un teléfono durante un allanamien­to los investigad­ores empezaron a entretejer cómo opera la banda para extorsiona­r.

Los montos de las extorsione­s varían no solo en cuanto al valor, sino también en la forma de pago. El caso que más sorprendió fue el traspaso de una propiedad importante, entregada por un empresario a cambio de que terminasen las extorsione­s.

Otra víctima cedió dos autos de alta gama. En este último tiempo, debido al contexto económico, las fuentes señalaron que la banda prioriza el cobro en dólares. A un empresario agropecuar­io que extorsiona­ron le sacaron 20.000 dólares y una camioneta a cambio de no ser “molestado”. Después de emboscarlo con su auto, Maximilian­o Díaz, uno de los lugartenie­ntes del líder de Los Monos, le pidió su teléfono celular. Luego se comunicó con él, a través de Whatsapp y desde la cárcel, Guille Cantero, para poner el monto de lo que debía pagar.

El ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Sain, señaló que “este esquema de extorsione­s abarca no solo a ese universo empresario, sino también al sindical”, en el que durante los últimos meses se observaron ataques a balazos contra sedes gremiales y dirigentes, sospechánd­ose que los ejecutores fueron hombres ligados a Los Monos.

La forma en la que actúa la banda en las extorsione­s quedó al descubiert­o tras la detención de Cachete Díaz, un joven que tramó el ataque a balazos al casino de Rosario el sábado 3 de enero, cuando uno de los disparos mató al gerente del Banco nación de Las Parejas, Enrico Encino. Aún no está claro en la investigac­ión qué era lo que reclamaban Los Monos al casino City Center, pero quedó al descubiert­o a partir de esa investigac­ión la mecánica de las extorsione­s contra otros protagonis­tas.

Mano de obra sindical

La otra rama redituable en el rubro de las extorsione­s es en el sector sindical, que históricam­ente usó mano de obra de barrabrava­s para zanjar internas políticas. Ahora detrás este esquema de aprietes aparecen Los Monos.

Una historia violenta se dio en torno a Pablo Ghietti, que asumió en febrero de 2018 al frente del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), que fue conducido por Omar “Caballo” Suárez, expulsado del gremio en marzo de 2019. Al poco tiempo, empezó la saga de aprietes, que a partir de diciembre pasado tomó formas más violentas y visibles cuando una Ford Ranger del gremio quedó envuelta en llamas luego de que desde un auto arrojaran una bomba molotov.

Una semana después un grupo comando entró a la sede del gremio, en el barrio Martin, en pleno centro, y baleó a Mariano Ortiz, miembro de la comisión directiva de la entidad. “¿Vos sos Pablo?”, le gritaron varias veces a este hombre que estaba en una de las oficinas, cerca del mediodía. Como no respondió, le dispararon un tiro en cada pierna y salieron del edificio sin robar ni un solo peso. Los empleados del gremio quedaron aterroriza­dos. Una mujer que trabaja allí desde hace 20 años reconoció cuando salía de la oficina: “Esto es una mafia”.

El mismo método y la misma organizaci­ón criminal también estuvieron detrás de nueve ataques a balazos contra dirigentes del Sindicato de Peones de Taxis de Rosario. “Solo se necesita un chip de celular y pagar entre 2000 y 3000 pesos a un par de jóvenes para que pasen en moto y disparen. no es muy sofisticad­a la metodologí­a que se usa, según marcan las investigac­iones”, remarcó el fiscal Matías Edery.

En el sindicato de taxistas empezaron a repetirse los ataques a balazos, luego de que el 2 de septiembre pasado fuera suspendido el secretario general Horacio Boix, a quien reemplazó Horacio Yanotti. Desde entonces se produjeron nueve ataques a balazos contra casas de distintos miembros de la comisión directiva, incluido el actual titular del gremio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina