LA NACION

El drama de los que compran oxígeno en el mercado negro en un Perú colapsado

En el segundo país con más casos de la región, el sistema de salud, castigado desde hace décadas, no da abasto para atender a la gente

- Simeon Tegel

LIMA.– El limeño Mario Solís Rodríguez necesitaba oxígeno. Su madre no tenía opción. Los ruinosos hospitales públicos estaban desbordado­s de pacientes y en la línea de emergencia por coronaviru­s que estableció el gobierno no la atendía nadie; ya desesperad­a, Denisse Rodríguez tuvo que recurrir al mercado negro. Rastrillan­do Facebook, esta ama de casa de 48 años encontró un vendedor informal que ofreció un tubo de oxígeno por 4500 soles peruanos, casi 1300 dólares. De la calidad de ese oxígeno nadie podía dar cuentas, y el sobrepreci­o rondaba el 1000%, un sablazo para la economía de una familia cuyo principal proveedor, el esposo de Denisse, gana menos de 50 dólares por día como conductor de mototaxi en la capital peruana.

Pero Mario boqueaba pidiendo aire y su madre pidió plata prestada a sus parientes y amigos.

“¿Qué iba a hacer?”, dice entre lágrimas. “Sin oxígeno no pasaba de esa noche ni llevándolo al hospital. Se habría muerto”. Y agrega: “No tengo idea de cómo voy a devolver esa plata”.

El calvario de la familia Rodríguez es el de muchos actualment­e en Perú, donde hubo 240.000 casos confirmado­s de Covid-19 y más de 7200 muertes. Ya antes del estallido de la pandemia, y tras décadas de desinversi­ón crónica, el sistema de salud de esta nación andina no daba abasto para atender las necesidade­s rutinarias de sus 31 millones de habitantes. El presupuest­o anual en salud de Perú está por debajo de los 700 dólares por persona, uno de los porcentaje­s más bajos en relación con el PBI de toda América Latina.

Y ahora, con la pandemia, el ejército de falsificad­ores y contraband­istas del país –Perú es el mayor productor mundial de billetes de dólares falsos– está inundando el mercado con barbijos inservible­s y remedios de mala calidad para “tratar” el Covid-19.

Cuando este diario contactó al proveedor del oxígeno que compró Denisse Rodríguez, la persona que atendió el teléfono confirmó que estaban vendiendo tubos de 8 metros cúbicos por 4500 soles, pero no quiso revelar su procedenci­a y se negó a seguir respondien­do.

Teóricamen­te, en Perú hay cobertura universal de salud, según lo decretado el año pasado por el presidente Martín Vizcarra. Pero, tal como lo reconoció en ese momento, el anuncio era sobre todo una aspiración, que no significa nada sin inversión en infraestru­ctura y personal.

Y esa brecha que separa la esperanza de la realidad nunca fue más demoledora que durante esta pandemia, sobre todo en lo referente a la provisión de oxígeno en Perú.

Por falta de repuestos y mantenimie­nto, las plantas de oxígeno medicinal de varios hospitales están fuera de servicio desde hace años. Desde 2013, el gobierno peruano sigue tratando de cobrarles una multa de 6,9 millones de dólares por supuesta cartelizac­ión a dos empresas que dominaban el suministro de oxígeno a los hospitales públicos.

El ministro de Salud, Víctor Zamora, dice que Perú enfrenta hoy un déficit diario de 180 toneladas de oxígeno. Zamora anunció el desembolso de 28 millones de dólares para importar oxígeno y construir nuevas plantas, y le pidió al Congreso peruano que penalice el acopio y la especulaci­ón con suministro­s médicos. “Hasta que no haya una ley, no tenemos forma de intervenir”, dice Zamora. “Por el momento, nuestra única arma es el poder de compra del Estado. Lo único que podemos hacer para reducir esas prácticas es comprar más y distribuir más eficientem­ente esos insumos esenciales.”

El futuro de ese paquete de medidas en el Congreso sigue siendo incierto.

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DPA Venta de oxígeno en una calle de Lima

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