LA NACION

A 20 años. Las tres jugadas de Bianchi que cambiaron la historia de Boca en la Libertador­es 2000

Mañana se cumplirán dos décadas del título ante Palmeiras, en el Morumbí; los detalles del DT y el rol de las figuras en un torneo condiciona­do por las lesiones y sustentado en el trabajo en equipo

- Christian Leblebidji­an

El vestuario visitante del estadio Morumbí parecía ajeno al bullicio que impactaban las tribunas superiores. Los jugadores de Boca fueron entrando en una fila casi perfecta, sin salirse del carril de su conductor, carlos Bianchi, siempre el primero en ingresar en los camarines. Nadie dijo nada, apenas unos susurros. El “traje del partido” de cada futbolista estaba colgado de un gancho de la pared. Nadie sabía nada. Sólo unos pocos intuían la jugada, como el preparador físico Julio Santella y uno de sus ayudantes de campo, carlos ischia. Sólo ellos. No bien los jugadores empezaron a cambiarse y tomaron la camiseta, se dieron cuenta que debajo había una nota. En realidad, fueron 18 fotocopias prolijamen­te pegadas con cinta blanca que correspond­ían a una entrevista publicada por dos la nacion días después del 2-2 de la primera final de la copa Libertador­es en la Bombonera. Hablaba Luiz Felipe Scolari, entrenador de Palmeiras, y el título decía: “Ya nos sentimos campeones”.

Eso fue potenciand­o el ánimo de los jugadores, la temperatur­a interior fue subiendo. Sintieron la provocació­n, lo tomaron como un desafío y dijeron: “¿Y éste quién se cree que es?”. Ya no escuchaban a los 72.000 hinchas de Palmeiras que los esperaban escalones arriba en el Morumbí. ¿cuándo se le ocurrió esa jugada emocional a Bianchi? “No bien lo leí. Yo quería jugar la revancha ya, al otro día. Ellos tenían un muy buen equipo y evidenteme­nte estaban muy confiados. El medio campo de Palmeiras tenía a Sampaio, Galeano, alex y Rogerio, era de primer nivel, pero yo también confiaba en las condicione­s nuestras. No llegábamos como queríamos por lesiones, pero Boca tenía lo suyo también”, contaría Bianchi bastante tiempo después. El DT xeneize más ganador de la historia ya en ese momento era lector de la edición impresa del diario y olé, entre la nacion otros. incluso en la actualidad no solo le gusta consumir noticias de la argentina papel en mano, también recibe por intermedio de un amigo tres diarios de Francia: Le Figaro, Le Parisien y L’union (de Reims). dio la vuelta olímpica en Brasil un 21 de junio de 2000 luego de empatar 0-0 e imponerse en los penales 4-2, tras la gran actuación de oscar córdoba, que desvió los remates de asprilla y Roque Junior. así, el club de la Ribera volvió a ganar el trofeo después de 22 años. Bianchi y los jugadores confiaban, pero también se sentían en jaque ante determinad­as opiniones. El Virrey había sido criticado por una respuesta tras la primera final: “Recuerdo que una vez Boca fue al ataque en Palmeiras y no le fue nada bien... (N.der: se refería a Palmeiras 6 vs. Boca 1, cuando césar Luis Menotti era el técnico, por la Libertador­es 94). Yo conozco todos los puntos fuertes y los débiles de Boca. Y sé cómo debo parar al equipo en una circunstan­cia como ésta. Después hay que ver cómo llegamos. Palmeiras cuenta con sus jugadores al cien por ciento. Boca no... Voy a tratar de poner un equipo que esté preparado para correr sobre todo, o para estar en el nivel del ritmo que va a imponer Palmeiras. Si ellos pueden, nosotros también. Guardamos todas nuestras posibilida­des para la revancha”. Boca iba a atacar en Brasil (de hecho, le anularon mal un gol a Palermo a los tres minutos) pero iba a elegir cuándo. Y cuando fue campeón, el técnico se acordó de las críticas que le marcaban que “Boca jugaba con un sistema viejo, obsoleto para el nuevo orden del fútbol”.

“cuando yo me siento a comer, como lo que me ponen”, suele decir Bianchi cuando habla de fútbol y de los sistemas tácticos. Y agrega: “Los sistemas siempre los definí en función a los jugadores que tenía, me acomodaba a las situacione­s”. Es una forma de explicar que él siempre se adaptó a las caracterís­ticas que tenía para delinear el modelo de juego que elegiría para sus equipos. Esa semana de junio estaba a 90 minutos de ser campeón de américa con Boca, pero igual recibía críticas. No del mundo Boca, pero sí de algunos sectores del periodismo. La ida con Palmeiras no había salido como hubieran preferido los xeneizes y ese 2-2 había dejado una sensación extraña en la Bombonera. arruabarre­na había hecho dos goles, pero los tantos de Pena y Euller le habían agregado suspenso a una final que, incluso en los días previos al desquite en San Pablo, se esperaba con tensión. Boca jugaba 4-3-1-2. “¿Y la Juventus de Zidane cómo jugaba?”, comparaba con el equipo italiano por esos tiempos Bianchi porque muchos veían lo moderno en los espejos europeos. Tras la revancha, el Virrey apeló a la ironía por las críticas recibidas y una jugada de Felipao Scolari que había dicho -un día antes- que estaba todo arreglado para que gane Boca: “Ganamos jugando al fútbol. Para los que decían que utilizábam­os un sistema viejo y para los que hablan porque tienen horas para hablar; demostramo­s que fuimos campeones jugando al fútbol. coronamos dos años bárbaros”, se desahogó.

La jugada motivacion­al fue clave en la final. Pero también las planificac­iones vinculadas con el juego, cómo respondió ese equipo de Boca ante las lesiones y ausencias de figuras de peso durante todo el recorrido de la Copa Libertador­es. Y las indicacion­es de Carlos Ischia a Oscar Córdoba para irle pasando, uno por uno, las informacio­nes de hacia dónde patearían los ejecutores de Palmeiras mientras iban caminando desde el círculo central al punto penal. Ischia se paró detrás del arco y le iba diciendo al arquero colombiano los datos estudiados: sólo no acertó el lado para dónde tirarse en un penal.

Los datos de Ischia a Córdoba y cómo rodear al N° 10 en Brasil

Las atajadas de Córdoba en la final fueron un trabajo en equipo, pero la “decisión” de Bianchi en San Pablo no fue haber puesto como titulares al tridente que más lo representa­ba en su ciclo desde 1998 (Riquelme, Barros Schelotto y Palermo) sino ubicarlos en un contexto. El 4-3-1-2 no se modificarí­a y los laterales Ibarra y Arruabarre­na seguirían pasando al ataque, pero en la línea de volantes necesitaba reforzar la marca, el oficio y el despliegue físico: así fue que quienes rodearon al enganche ese día fueron José Basualdo, Cristian Traverso y Sebastián Battaglia. Tuvo en cuenta el partido de ida, pero también la experienci­a en la revancha en México, ante América.

Boca, en todo el semestre, había sido golpeado por las lesiones. Mauricio Serna se rompió los ligamentos de la rodilla izquierda; Palermo se recuperaba de otra rotura de ligamentos (volvería recién en cuartos de final, ante River), Riquelme también padeció lesiones, Guillermo Barros Schelotto, Marcelo Delgado…

Titulares y ¿suplentes?

Una de las mayores virtudes de Bianchi como DT era que trataba con la misma importanci­a al suplente que al titular. Impulsor de las conductas de equipo, de que para lograr un objetivo se iba a necesitar de todo el grupo, estaba atento a la evolución de cada jugador porque todos cumplían un rol. Algunos jugaban más, otros jugaban menos, pero el Virrey se las arreglaba para mantener a todos motivados. Los jugadores sabían que las oportunida­des estarían, pero ellos deberían estar preparados para cuando esa chance les llegue.

El gol de Samuel a América de México, el de Palermo a River, las atajadas de Córdoba en la definición por penales ante Palmeiras. Riquelme jugó bien de principio a fin. Pero, ¿cuántos recuerdan que Antonio Barijho hizo goles importante­s, sobre todo a América de México, y fue titular en 9 de los 14 partidos de la Libertador­es? ¿Y que Julio Marchant fue la figura de un éxito importante ante Peñarol 3-1, en la Bombonera? ¿O que el Vasco hizo 5 goles, una marca extraordin­aria para un lateral? ¿En la retina de cuántos se valora que un juvenil Omar Pérez fue el más destacado en el primer éxito como local, ante Universida­d Católica, por 2-1? Ni siquiera había sido titular. Estaba lesionado Riquelme, La Paglia arrancó el partido como enganche y a los 4 minutos del primer tiempo salió lesionado. Entró Omar Pérez y fue el jugador más destacado de esa noche.

En la etapa final del recorrido, el medio campo titular de Bianchi era ofensivo: Marchant, Traverso y Gustavo Barros Schelotto, más Riquelme. Cagna se había ido a Villarreal, Serna estaba lesionado y Basualdo estaba en bajo nivel, aunque a Pepe solía utilizarlo desde el arranque en los partidos como visitante. El Patrón Bermúdez fue figura en el 0-0 ante Peñarol, en Uruguay; Arruabarre­na hizo dos goles en la primera final, y tomaron más relevancia por el resultado decisivo en San Pablo. Nicolás Burdisso, Fernando Navas, José Pereda y Aníbal Matellán también tuvieron la oportunida­d de ser titulares en el recorrido.

Hasta Alfredo Moreno, otro producto de la cantera que ese año había mostrado su carta de presentaci­ón ante River, en Mar del Plata, se dio el gusto de hacer cinco goles en un mismo partido, en la goleada ante Blooming 6-1. Pero hubo más actores que tuvieron su espacio y lucimiento en el recorrido, desde el propio Mellizo Gustavo hasta un Chelo Delgado que aportó su jerarquía y un Christian Chaco Giménez muy valorado por el DT “porque siempre te aseguraba jugar los partidos con once futbolista­s”.

El gol del ciclo (Samuel) y el cambio de la Copa (Battaglia)

La noche del 7 de junio de 2000 en el Distrito Federal era inestable. América veía que su sueño era posible. Ganaba 3 a 0 a nueve minutos del final y parecía estar más cerca del quinto gol que del cuarto, eso lo decía todo. O casi. Los 120.000 hinchas mexicanos habían abandonado su postura hospitalar­ia, transforma­ndo el partido en una guerra contra cualquier argentino que se les cruzara. Caían botellas de vidrio, entre otras cosas. Hasta que apareció el cabezazo de Walter Samuel. El gol del 1-3 y que posibilitó la clasificac­ión a la final por el 4-1 conseguido en la Bombonera. Tanto en la cancha como en las repeticion­es de la TV, se vio a Bianchi festejando en cámara lenta: “Pensé que Samuel estaba amonestado. Por eso era una mezcla entre festejar el gol y…” Porque el segundo central xeneize, en la locura de la celebració­n, en esa carrera loca, se había sacado la camiseta.

Boca la había pasado mal en los 2.250 metros de altura del Distrito Federal y el América, además, era un muy buen equipo. Quizás por eso, después de la primera semifinal, se dio esta escena en el playón de la Bombonera. Tras sacarle tres goles de diferencia en un estadio xeneize que era una fiesta, todos celebraban yendo más allá que la revancha. Todos menos… Bianchi. “Nos estábamos retirando en el playón del estadio cuando le digo:

“¿Qué te pasa, Carlos? ¿No estás contento?”. Él me miró y me contestó: “Y… me hubiera gustado un golcito más”. ¡Fijate qué claro que lo tenía!”, explica ahora Julio Santella, histórico preparador físico del Virrey.

Ese cabezazo fue el gol del ciclo. Porque ese Boca de Bianchi nunca había estado contra las cuerdas como esa noche. Ningún otro equipo lo puso así, tan en jaque, por rendimient­o y resultado. Bianchi había hecho un cambio a los 26 minutos del primer tiempo (Battaglia por Marchant), algo inusual en él. Sin ese gol de Samuel no hubiera venido lo que sucedió después: las finales ante Palmeiras y Real Madrid, en Japón. Por eso, en el vestuario, el DT le dijo al plantel: “Ahora no nos para nadie. Está en nosotros demostrar que somos los mejores. Hoy nos la pusieron muy difícil, pero seguimos en carrera porque somos un equipo solidario. Todos para uno y uno para todos. Esa es la verdadera fortaleza. Así se ganan los títulos”, los arengó, convencido.

El regreso de Palermo

“Quedate tranquilo Martín, te espero en la final de la Copa Libertador­es y la ganamos…” Estas fueron las palabras textuales que Bianchi le dijo a Palermo el 15 de noviembre de 1999 cuando lo visitó en La Plata, un día después de que se conoció la grave lesión del goleador en el torneo Apertura: rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. El por entonces hombre del mechón rubio abrazó al técnico y lloró. Todos aseguraban que necesitarí­a ocho meses de recuperaci­ón y, se sabe, volvió antes. Luchó contra el reloj. “El creyó en mí y me dio ánimo cuando estaba por el piso. Se lo agradezco, de todo corazón”, le reconocerí­a Palermo al DT después, en una entrevista con la nacion, y también les dio muchos méritos al doctor Jorge Batista y el kinesiólog­o Rubén Araguas, claro, quienes lo acompañaro­n clínicamen­te en todo el proceso de recuperaci­ón.

La goleada de Boca ante River 3-0, en el desquite por los cuartos de final, quedó marcada para los hinchas en el gol de Palermo, el día del regreso tras la dura lesión, y en el caño de Riquelme a Yepes. Desde lo futbolísti­co, hubo un cambio superador esa noche: el ingreso de Sebastián Battaglia resultó decisivo para destrabar una serie que, hasta ese momento, iba a los penales.

Segundo tiempo, 29 minutos. Bianchi decide el ingreso de Battaglia por Gustavo Barros Schelotto. El Virrey siempre confió en el despliegue del hoy DT de la reserva xeneize, un futbolista completo porque tenía quite y recuperaci­ón, un timing defensivo para saber leer jugadas en los cruces y relevos, y también se desprendía con criterio y llegaba a pisar el área rival, además de tener un interesant­e juego aéreo para convertir goles de cabeza. No por nada Alfio Basile lo resumió muy bien cuando lo dirigió en su Boca, entre 2005 y 2006 “el equilibris­ta”, lo llamaba. Justamente a partir de ese despliegue fue que Trotta le cometió el penal a Battaglia (que luego convertirí­a Riquelme para el 2-0) en la Bombonera: “Entro por el Mellizo Gustavo y me paro de volante por la izquierda. Carlos (Bianchi) me había pedido, como siempre, que fuera ordenado. Y que trate de sumarme al ataque cuando vea la oportunida­d. No es lo mismo esa libertad que estar jugando como N° 5. A los 39 minutos del segundo tiempo, estábamos atacando por la izquierda. Viene un rechazo corto y la pelota me queda a mí. La freno, veo que me viene a marcar Pereyra y en un ataque de habilidad se me ocurre tirarle un caño. Lo paso en velocidad, entro al área, punteo la pelota y Trotta me cruza. Penal”, describió el mes pasado el ex mediocampi­sta a la nacion.

Y el propio Battaglia es quien en el epílogo rompe líneas y termina asistiendo como un wing izquierdo a Palermo en la jugada del 3-0: “Fue la gran explosión de todos. Un montón de situacione­s que hicieron que el final fuera de película. Fue realmente impresiona­nte. Esa jugada desató el delirio”, resumió Battaglia.

El 21 de junio de 2000 Boca volvió a levantar la Copa Libertador­es tras 22 años. Tuvo varios protagonis­tas decisivos, clave. Desde las atajadas de Córdoba, la presencia defensiva que transmitía­n entre Bermúdez y Samuel, el rol clave que les depararía el destino a Traverso y Battaglia, el fútbol de Riquelme, la dupla de delanteros y amigos, Guillermo y Palermo. En realidad, fue un equipo con más de 20 titulares. Y un conductor que supo rearmarse ante la adversidad y poner al equipo por encima de todos. Un Bianchi auténtico y exultante que se fue del Morumbí con esta frase: “Les dije a los jugadores que disfruten el momento, que lo festejen porque esto no se consigue todos los días. Hicieron un gran esfuerzo para lograrlo. Los jugadores son los más importante que tiene el fútbol, sin un grupo inteligent­e no se hubiera llegado a esto. A mí también me gustará festejarlo con la familia, con los míos. Es que yo tuve mucha suerte en ganar dos Copas Libertador­es y no sé si se va a repetir. ¡Déjenme disfrutar!”.

Los goleadores fueron Barijho (6), Moreno (6) y Arruabarre­na (5); Riquelme fue el líder en asistencia­s (8), seguido por el Mellizo Guillermo (5)

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Ap Battaglia, Barijho, Traverso, Bermúdez, Palermo y Marchant levantando la Copa Libertador­es en el Morumbí
 ?? Archivo la nacion y ap ?? El Virrey besando la Copa Libertador­es 2000; luego ganaría dos más: 2001 y 2003
Archivo la nacion y ap El Virrey besando la Copa Libertador­es 2000; luego ganaría dos más: 2001 y 2003
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“Ya nos sentimos campeones”, la nota de Scolari que Bianchi pegó en el vestuario
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Córdoba atajó en Brasil los penales de Asprilla y Roque Junior
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El 7 de junio Boca la pasaba mal en México, hasta que apareció el cabezazo salvador de Samuel

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