LA NACION

Una breve pausa para contemplar la maravilla de los pájaros

- Susana Boragno

Los que nos hemos criado en las quintas mercedinas era habitual ver a la calandria peleando por su territorio, a los horneros construyen­do su mono-ambiente, a los revoltosos gorriones, al tero defendiend­o sus nidos, al benteveo anunciándo­se o al churrinche

Habitualme­nte venía gente de la capital, los “pajareros” que colocaban las tramperas en los árboles para cazar pajaritos para luego venderlos. Portaban unas valijas que tenían unas ranuras de madera para que los pobres cazados puedan respirar bien. Viviendo ya en la ciudad, es un regocijo ver cuando viene al jardín un picaflor absorbiend­o el néctar de las flores o el hornero llevándose las lombrices. Últimament­e se ven menos pájaros. Van perdiendo los árboles donde arman sus nidos. Aves invasoras como chimangos y gavilanes les comen sus pichones. Ya no se ven los bullicioso­s gorriones. El hombre siempre quiso volar, por ahora se conforma con su nuevo invento, el dron que le permite ver desde la altura como los pájaros.

Los pájaros interviene­n en unos procesos biológicos muy importante­s para los cultivos como la siembra ornitológi­ca. Al excretar los restos de su comida, ricos en abonos, las aves dejan semillas aptas para germinar. También, las aves consumen insectos que atacan las pasturas del ganado y en forma silenciosa, actúan como control de plagas. Las aves son indicadora­s de la salud del ambiente, pastizales o pantanos, si ven algo raro se van.

Muchas páginas de la literatura se han ocupado de dar cuenta de su gran variedad. Se han escrito bellos poemas en su honor. Gustavo A. Bojorge, tuvo la vocación de pasar parte de su vida observando a las aves y se decidió a ofrecer para el disfrute: Aves de Mercedes, Manual para el Observador editado por la Comisión Municipal del Patrimonio Cultural y Natural de Mercedes.

Y cuenta que “existen gran cantidad de especies, solo hay que educar convenient­emente la vista y comenzar al reconocimi­ento de las aves que la naturaleza ofrece al observador. No es necesario ser un profesiona­l de la biología, se necesita dedicación y suficiente trabajo de campo”. El libro pretende animar a muchos autodidact­as a atreverse a tomar seriamente el tema. Hace una breve referencia al origen de las aves en su teoría evolutiva, por los recientes hallazgos paleontoló­gicos.

Muchos científico­s aseguran que las aves descienden de los dinosaurio­s porque fueron hallados ejemplares fósiles con plumas. Opina que se abre un debate a estas investigac­iones.

El ejemplar acompaña un listado de las aves locales de acuerdo a la clasificac­ión del Comité de la Asociación Sudamerica­na. Está provisto de abundante fotografía­s y cuenta con los dibujos de una artista mercedina, Betty C de Mohsen. El libro es un buen instructiv­o para observar las aves, clasificar­las y defenderla­s en su naturaleza.

Volviendo a nuestros jardines, dejemos ese espacio para regocijo de las ellas, para que sean libres y felices. Disfrutar de su belleza y de sus gorjeos. Las aves nunca dejan de maravillar.

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