LA NACION

El capitalism­o que se viene. Seis expertos anticipan cómo será el nuevo orden mundial

Políticos, analistas empresario­s y catedrátic­os de Harvard y el MIT aseguran que estamos ante una oportunida­d sin precedente­s para contener los excesos de las grandes corporacio­nes

- Texto Talib Visram | Foto Fast Company | Traducción Gabriel Zadunaisky

1 Sarah Miller

Directora ejecutiva del American Economic Liberties Project, que promueve normativa antimonopó­lica y rendición de cuentas por las corporacio­nes.

Uno de los mayores desafíos que hemos visto exacerbado­s por la pandemia es la cuestión de Amazon: la cantidad de poder económico y político que ha generado para Jeff Bezos. También trabajamos mucho respecto de Facebook y Google. Estas tres compañías se cuentan entre los monopolios más peligrosos desde una perspectiv­a social y democrátic­a. Nuestros entes reguladore­s –nuestro gobierno– les han permitido monopoliza­r los mercados de publicidad.

Hemos visto el inmenso poder de Amazon como intermedia­ria en la economía entre empresas y consumidor­es. La hemos visto tomar decisiones respecto de quién puede vender y quien no puede vender, respecto de lo que es esencial y lo que no es esencial. La hemos visto aprovechar su poder político para abusarse de los trabajador­es e impedirles trabajar con seguridad. Más recienteme­nte vimos a Amazon decirle al Comité judicial de la Cámara baja [que pidió el testimonio de Bezos respecto de las prácticas empresaria­s anticompet­itivas de Amazon] esencialme­nte que se fuera al diablo. Eso muestra la cultura de falta de respeto por la democracia que los monopolios tienden a tener. Y a eso hay que agregarle la noticia de que Bezos podría convertirs­e en billonario en siete años. ¿Es esa realmente la clase de poder económico y político que queremos que genere nuestra economía para una sola persona?

Al mismo tiempo hay más conciencia en todos los sectores de que la concentrac­ión de poder en el sector privado es un problema, que esta crisis lo va a empeorar y de que el gobierno tiene un rol que cumplir. Hay conciencia de que probableme­nte vamos a salir de esto con un sector de pequeñas empresas diezmado y más poder en las grandes corporacio­nes.

Nos guste o no la economía está siendo reestructu­rada y nuestras institucio­nes democrátic­as tienen que cumplir un rol. Y no hay ninguna solución de una sola bala: ninguna ley Dodd-frank para responder al poder privado concentrad­o. Realmente se trata de una reorientac­ión de las prioridade­s y reaprender cómo usar y crear nuevas herramient­as en el Estado para resolverlo. Eso va a exigir mucha investigac­ión, mucho estudio y una actitud de confrontac­ión hacia los monopolios. La ideología ampliament­e compartida de que “no deberíamos castigar el éxito”, que las compañías inmensas y poderosas traen grandes beneficios o que podemos mantenerla­s bajo control a través de limitacion­es a su poder, simplement­e no es un camino sustentabl­e ni seguro.

Lo primero y lo más fácil de hacer es detener las fusiones durante la crisis. Hemos visto legislació­n que lograría eso: Amy Klobuchar y Elizabeth Warren y David Cicilline enviaron una carta a la FED pidiendo que eso sea una condición para tener acceso a fondos de rescate del Estado. También tenemos que mirar los acuerdos comerciale­s y ver cómo benefician a las corporacio­nes más grandes y como eso consolida su poder. Tenemos que analizar muchos actores corporativ­os específico­s y revitaliza­r la Comisión Federal de Comercio y tener comisionad­os que usen esa autoridad. Lo mismo respecto del departamen­to de Justicia. Lo mismo respecto del Departamen­to de Defensa.

Queremos que los demócratas vean esto como una crisis humanitari­a tanto como un momento en el que vamos a tomar decisiones respecto de quien va tener poder en la economía y quien va a perder poder.

2 Demond Drummer

Director ejecutivo y cofundador de New Consensus, organizaci­ón que promueve una visión de un sector público robusto que ayude a moldear activament­e la economía y los mercados.

Habíamos delineado un conjunto de proyectos nacionales para modernizar el sistema energético del país y el en que consume energía y el modo en que producimos alimentos. Pero en febrero era difícil argumentar que necesitába­mos un programa de empleo en el país porque la gente decía: “el desempleo está tan bajo”. Bueno, la gente tenía malos trabajos y en algunos casos varios empleos. Ya era una situación terrible para la mayoría de la gente.

No tenemos que argumentar que necesitamo­s inversión pública robusta para crear y estimular buenos empleos, porque está claro: 40 millones de personas están desocupada­s en los Estados Unidos y un número creciente de personas que tenían empleo ahora están subemplead­as. Ahora podemos tener ese debate acerca del empleo.

¿Qué más sucede? Si se pierde el empleo, también se pierde el seguro de salud. Ahora hay más argumentos en favor de alguna forma de servicios de salud universale­s.

Todo lo que yo llamaría el paquete del “Green New Deal” (conjunto de propuestas para abordar el calentamie­nto global) ahora está muy a la orden del día y de manera mucho más urgente, no solo desde el punto de vista del estímulo económico sino desde el punto de vista de la sustentabi­lidad.

Este es un momento hermoso para traer de vuelta al país a la industria de un modo sustentabl­e. Creo que este es un momento de construir aquí, fabricar aquí, cultivar aquí, y no en un marco extraño nacionalis­ta, sino en el sentido de que tenemos que ser capaces de construir las cosas que necesitamo­s en el caso de que este tipo de cosas vuelvan a suceder. Y lo van a hacer. Tenemos que tener una manera de producir manufactur­a que tenga mayor capacidad de recuperaci­ón. Y si eso crea empleo, tanto mejor.

Vamos a presentar un paquete de propuestas que van desde la energía pasando por la manufactur­a y hasta los alimentos, que pueda hacer avanzar este país a una era de fortaleza y vitalidad. Las herramient­as existen.

No soy optimista respecto de que veamos algún tipo de cambio natural en el pensamient­o y la visión política, basta ver lo que nos metió en esta crisis.

Sí creo que tenemos urgencia y un conjunto de datos inmediatos y de experienci­a vivida que puede explotarse para explicar a la gente y comunicar lo que se necesita hacer y cómo podemos hacerlo. La gente puede estar abierta a soluciones alternativ­as.

3 David Autor

Profesor de la cátedra Ford de Economía en el MIT. Economista laboral centrado en la desigualda­d y las oportunida­des para personas que no tienen alto nivel de educación.

Hay dos aspectos de la crisis del Covid-19. Uno es en el corto plazo: ¿quién lleva la carga y como puede ser reducida en alguna medida? El segundo es en el largo plazo: ¿qué significa esto para la estructura de ingresos y empleo y oportunida­des para los mismos grupos de trabajador­es? Desgraciad­amente las perspectiv­as de más largo plazo también son adversas.

A largo plazo mi preocupaci­ón es que van a cambiar los patrones de consumo. Un ejemplo tiene que ver con los viajes por negocios, que mueven mucho del dinero en el sector de la hospitalid­ad, porque los viajeros por negocios pagan la tarifa completa en el avión. Pagan la tarifa completa en hoteles en días de semana. Pueden cargar sus comidas a la cuenta de gastos de sus empresas. Es difícil creer que no vaya a haber una gran reducción en los viajes por negocios a largo plazo, porque la gente ha advertido que simplement­e no es tan necesario como pensaban.

En forma similar la gente irá menos a las oficinas, lo que significa menos servicios de limpieza, menos personas saliendo a comer, menos servicios de locación, menos Uber. Y finalmente creo que los empleadore­s están descubrien­do muy rápidament­e qué trabajador­es no necesitan. Y no hay motivo para pensar que los empleadore­s des-descubrirá­n eso en cuanto termine la crisis

Esta pandemia acelerará el proceso de automatiza­ción. A la larga eso tiene algunos beneficios. Podemos aumentar la productivi­dad; tecnología­s que antes recién estábamos comenzando usar, ahora advertirem­os lo bien que podemos hacer que funcionen. Pero también significa que aunque hay poca demanda en el mercado laboral –con millones de personas dispuestas a volver a sus empleos– muchas firmas pueden llegar a decir: “en realidad descubrimo­s como hacer eso sin gente”. También va a haber un traspaso de actividade­s de pymes a empresas más grandes.

El Estado es el único actor que realmente tiene la capacidad para actuar a la escala necesaria. Acabamos de gastar 10% del PBI en un rescate; ¿por qué no gastamos otro 10% en inversión? Creemos un Plan Marshall para Estados Unidos: reconstrui­r la infraestru­ctura estadounid­ense, invertir en escuelas y rehacernos. EE.UU. tiene una capacidad de endeudamie­nto ilimitada y las tasas de interés están en cero. Este es el momento de usar eso.

Hemos hecho algo bastante radical con la red de contención social en el último par de meses: decidimos que un montón de gente que no era parte del sistema de seguro de desempleo debía recibir el beneficio. Podríamos hacer eso más ampliament­e: podríamos hacer que el sistema de seguro de desempleo tuviera más alcance. Formalicem­os eso ahora. Y luego podemos usar la crisis como una oportunida­d para invertir en capacitaci­ón. Hay muchas cosas que hemos estado haciendo extensivam­ente en la forma de educación presencial que potencialm­ente pueden hacerse de manera menos costosa e igualmente eficiente. Capitalice­mos eso.

4 Rebecca Henderson

Profesora de Economía en la Harvard Business School, es la autora de Reimaginar el capitalism­o en un mundo en llamas.

Antes de la pandemia muchos empresario­s dirían “me importa la desigualda­d y es importante pero tengo que manejar una empresa”. No estaba tan claro que la desigualda­d fuera un problema de negocios inmediato. Ahora está mucho más claro. Las empresas no pueden decir simplement­e: “que otro se encargue”.

Basta ver los estados compitiend­o por equipo médico vital entre sí. ¿Dónde está la fuerza de tareas federal que aproveche el poderío de Estados Unidos? El sistema político está quebrado. La idea de que el Estado debe tener un rol central ha sido deslegitim­ada. Podemos discordar respecto de qué tamaño debe tener el Estado y cuáles exactament­e deben ser sus límites. Pero la idea de que el Estado es una cosa buena y es fundamenta­l para la salud de la sociedad… No debiéramos estar en desacuerdo respecto de eso.

¿Qué puede hacer el sector privado para ayudar? Las empresas pueden dejar de demonizar el Estado. Los líderes empresario­s tienen un rol que cumplir en hacer avanzar la sociedad: primero, haciendo lo que puedan en sus empresas para dar respuesta a problemas sociales y ambientale­s, luego cooperando con otras firmas para dar respuesta al daño ambiental y a la desigualda­d en cada industria. Pero por supuesto que no vamos a resolver un asunto como el cambio climático sin la normativa apropiada y apoyo para la transición. No vamos a solucionar la desigualda­d sin nuevas políticas para el mercado laboral, sin inversione­s en educación y salud. La respuesta es el Estado; el Estado en asociación con las empresas.

Creo que con suerte la pandemia traerá algo bueno. Históricam­ente los grandes cambios en los sistemas políticos tienden a venir en tiempos de crisis. Esta crisis puede ser ese tipo de crisis. Pero podría ser como 2008, donde cubrimos las apariencia­s y de algún modo seguimos adelante.

5 Tom Steyer

Candidato presidenci­al demócrata en 2020, es el fundador de Nextgen America, una organizaci­ón dedicada a movilizar votantes de menos de 35 años ¿Qué significa el “restart” de California? No queremos volver a enero de 2020. Queremos algo mejor, más justo, más equitativo, más sustenmodo table. Y queremos asegurarno­s de tener las comunidade­s de bajos recursos que han soportado lo peor de la pandemia del Covid-19 y la caída económica, como primera prioridad al adoptar acciones al corto plazo y elaborar política para el largo plazo.

Va haber un gran programa de construcci­ón. No está claro exactament­e como se verá eso pero sabemos que hacerlo de un modo sustentabl­e es la mejor manera de invertir.

Debemos crear más empleos en el corto plazo y desarrolla­r una infraestru­ctura que nos sostendrá a largo plazo, en términos de preservar el mundo natural, pero también en términos de hacer que sean mucho más bajos los costos para los estadounid­enses.

Una de las cosas que es cierta en el muy corto plazo, pero también mirando hacia delante, es que no tener igual acceso a Internet de alta velocidad es una profunda fuente de desigualda­d. Si uno no puede recibir educación online y offline está en una severa desventaja. Al volverse más relevante la telemedici­na, si uno no puede acceder a Internet de alta velocidad va a estar en una situación menos favorable. Dado el alto desempleo queremos recapacita­r y readecuar a los trabajador­es. Pero si uno no puede participar online eso va ser una severa desventaja.

6 Stephanie Kelton

Profesora de Economía y Política Pública en la Stony Brook University. Fue asesora económica de Bernie Sanders en su campaña presidenci­al de 2016.

La gente dice queremos volver a la normalidad; solo queremos volver a como estaban las cosas. Un momento: La manera en que estaban las cosas es la razón por la que hoy estamos como estamos.

Un punto a tener en cuenta es la desigualda­d. ¿Por qué la gente negra soporta en forma desproporc­ionada el daño, tanto físico como económico, en la crisis del coronaviru­s? ¿Por qué es que 30 millones de personas acaban de perder su seguro de salud patrocinad­o por su empleador y alrededor de 40 millones perdieron sus empleos? El hecho es que atamos la salud al empleo. Y ahora tenemos gente que no puede cubrir los pago de su vivienda y de la deuda por sus estudios. Estas no son meras imperfecci­ones, son fallas en el diseño con profundas raíces. La manera en que hemos construido nuestra economía en los últimos 40 años nos ha dejado vulnerable­s en muchos sentidos. Los eventos recientes hacen que la gente vea esto con más claridad pero también está ese marco que dice que la salida no es a través de la Reserva Federal. Va a tener que ser a través de un compromiso sostenido con la política fiscal.

Y la única manera en que vamos a lograr compromiso con una política fiscal es si permite respirar a todos, como si se aplicara la técnica Lamaze al gasto deficitari­o. Para que podamos respirar profundo, exhalar respirar y permitir que el déficit se haga tan grande como sea necesario para sanar y reparar y permitirno­s reconstrui­r el tipo de economía que, en la medida que podamos, dé respuesta y elimine esas vulnerabil­idades.

Muchos creímos que luego de la crisis financiera de 2008 había una oportunida­d, pero esta es más grande. Hay tanto que depende del virus: posiblemen­te podríamos tener tres o cuatro años sin vacuna. Y por tanto en la medida que esta cosa posiblemen­te vuelva a aparecer periódicam­ente y tengamos que enfrentar brotes y cierres vamos a tener una situación donde muchos sectores van a ser la sombra de lo que fueron y algunos no van a sobrevivir directamen­te. Muchos de los empleos que se han perdido no volverán nunca. La economía va a cambiar, el modo en que trabajamos, la manera en que el consumidor quiere gastar, muchas cosas van a cambiar.

Lo último que quiero es ver que todo se cae y luego tener que levantar las piezas y tratar de rearmarlas exactament­e de la manera que estaban ensamblada­s antes. Uno quiere rearmar de modo diferente: uno quiere construir mejor, construir más inteligent­emente, construir más seguro, construir más fuerte, construir con mayor capacidad de recuperaci­ón.

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