LA NACION

Salud en terapia intensiva. Cuando salvar te afecta

- Andrés Hatum Nicolás José Isola es PHD y profesor de la UTDT. es filósofo, PHD coach ejecutivo

En el momento en que es más necesaria, la industria enfrenta una de sus peores coyunturas, con problemas de financiami­ento

En las crisis se dan paradojas. El coronaviru­s puso en jaque al mundo y a un sector tuvo que organizars­e y ponerse a punto para combatirlo. Hoy está al borde del abismo. A veces, ser el encargado de salvar puede ponerte en el lugar del muerto.

Muchos hospitales debieron adaptarse a la posible demanda de pacientes con Covid-19, lo cual implicó vaciar buena parte de sus camas, poner en disponibil­idad equipamien­tos y reestructu­rar el modo en que se concebía la tarea diaria. Para ello, también fue necesario liberar espacios, como los consultori­os externos. Muchos médicos que se dedicaban a hacer guardias fueron dispensado­s, algunos vieron reducidos sus salarios y otros están monotribut­ando al aire comprimido: en cualquier momento pueden explotar. Anestesist­as, cirujanos e instrument­adores que trabajaban en cirugías cotidianam­ente tienen sus quirófanos vacíos. Se complica operar por Zoom.

El espacio ocioso en el sistema sanitario es carísimo, y si no hay pacientes, no hay lucro. Dos más dos da cuatro. Los clientes de las prepagas no tienen cómo prepagarla­s ni pospagarla­s. Y con un virus en la calle, el que no paga quizá las paga. Parece un juego de palabras, pero es el juego de la vida.

El virus dejó a los hospitales sin respiració­n. La pandemia los puso en terapia intensiva. La salud está enferma y su pronóstico es reservado.

El Covid-19 planteó la necesidad de un esfuerzo entre países que aún no se ha logrado. Lorena Delisio, jefa clínica médica del prestigios­o Instituto Argentino de Diagnóstic­o y Tratamient­o (IADT), habla de la mezquindad existente a nivel global en salud: “A fines de 2019, el anuncio de China [sobre el virus] debería haber puesto a todas las autoridade­s sanitarias y gobiernos del mundo en alerta. Deberían haber trabajado mancomunad­amente y no como lo hicieron. Especularo­n a favor de unos y otros, desde los materiales de protección personal para la atención de los pacientes hasta el equipamien­to necesario. Eso aún continúa, frente al descubrimi­ento y producción de la vacuna”.

Una anécdota refleja la complejida­d de nuestro sistema de salud. En 2018, durante las reuniones del G-20 en Buenos Aires, un funcionari­o argentino del área de Salud le intentaba explicar a su par chino el funcionami­ento del sistema aquí. El funcionari­o oriental se enojó con la traductora: lo que estaba traduciend­o no podía ser un sistema lógico. Un cuento chino.

Con la reforma constituci­onal de 1995, la salud se transfirió a las provincias, acentuando las inequidade­s en términos de salud a nivel nacional: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con un PBI per cápita de países desarrolla­dos, por un lado, y el NEA, con provincias con niveles africanos y dependient­es del empleo público, por otro. Esto limita la coordinaci­ón del desarrollo de prestadore­s especializ­ados. Un caos insalubre.

Una cuestión adicional: la formación universita­ria está centrada en los grandes centros urbanos, pero los problemas son federales, están distribuid­os a nivel nacional.

“Tratarte de cáncer en Tierra del Fuego requiere que te traslades a Buenos Aires”, explica el gerente general de Laboratori­os Bagó, Edgardo Vázquez. Y continúa: “En nuestro país conviven tres sistemas de salud al mismo tiempo: el sistema público, las obras sociales y las prepagas. Con diferencia­s de prestacion­es significat­ivas entre cada segmento y coberturas diferencia­les aun dentro del mismo grupo”.

Una misma persona puede acceder a distintas coberturas arbitrando aquello que le conviene más. Esta situación genera ineficienc­ia en la administra­ción de los recursos disponible­s, acentuada por una regulación que permite al pagador ser prestador y decisor de las prestacion­es al mismo tiempo, en un claro conflicto de intereses. Claro, este despiole los chinos nunca iban a entenderlo.

La falta de circulació­n impuesta por el aislamient­o social preventivo y obligatori­o (ASPO) generó una inactivida­d inusitada en el sector y algunos pacientes, como aquellos con patologías cardiovasc­ulares o tumores, no pueden esperar. “Las medidas extremas de aislamient­o dispuestas en todo el mundo harán estragos en toda la población y nuestro país no está exento de esto”, remarca la doctora Delisio. “El otro lado de la moneda de la pandemia es que todo esto llevará al colapso y saturación de los sistemas de salud pospandemi­a, en el marco de economías destruidas, con sectores inmoviliza­dos que tardarán varios ciclos en comenzar a funcionar a pleno nuevamente”.

La Argentina no está sola en este problema. Mauro Tamagno, oriundo de Rosario, es jefe de cirugía de tórax en cuatro hospitales de San Pablo y ya operó a decenas de pacientes con coronaviru­s; señala que el sector privado brasileño está en crisis. “Tenemos tres meses de subocupaci­ón y esto da un perjuicio tremendo. En San Pablo, para que un hospital sea un buen negocio, tiene que tener una ocupación del 82% para arriba. Hay hospitales trabajando con 45/50% de ocupación: es terrible. Tenés gastos fijos: enfermeros, personal de limpieza, etc. Todo eso por turno”. Las pérdidas ahogan al sector salud.

Producto de la pandemia, en Brasil más de un millón de trabajador­es perdieron su empleo formal. Para Tamagno, esto traerá más problemas: “Hasta ahora las que se ven beneficiad­as son las obras sociales, porque no hay cirugías electivas, que son las que más gastos generan en insumos y honorarios, etc. Pero frente a la desocupaci­ón que se viene, se van a perjudicar en sus ingresos”.

¿Hay esperanza de mejora? Según Tamagno: “Queda por verse cuánto van a invertir los hospitales en telemedici­na y cómo los players van a responder a este cimbronazo. Ojalá no se corte por el lado más débil, como siempre: los médicos”.

Pareciera que hay un modelo por reconfigur­ar. Edgardo Vázquez considera que el sector en la Argentina precisa de transforma­ciones: “Existe una carga tributaria creciente, el mercado está en retracción, el sistema de seguridad social está desfinanci­ado, hay una competenci­a entre grandes jugadores globales, como la India y China, y un modelo de negocios que ha permanecid­o con cambios menores en los últimos 70 años, a pesar de los cambios existentes en la sociedad. La pandemia permite repensar el modelo de creación y captura de valor de esta industria”.

Lo cierto es que lo que queda es un camino asfixiante para el sector. Debe transforma­r esta crisis brutal en una oportunida­d para tomar aire. No será nada fácil: como muchos seres humanos, está luchando por sobrevivir.

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SHUTTERSTO­CK La industria de la salud enfrente una de sus peores crisis

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