LA NACION

Intensific­ar los rastreos, el desafío para evitar otra marcha atrás

Es una de las recomendac­iones de los especialis­tas consultado­s por la nacion; también apuntan a que el Gobierno apele a la responsabi­lidad individual para eludir aglomeraci­ones

- Martín De Ambrosio

Restringir la circulació­n, apelar (otra vez) a la responsabi­lidad individual y profundiza­r distintas estrategia­s de rastreo y testeo de posibles casos. Esas son las principale­s acciones que para la zona metropolit­ana de Buenos Aires proponen cinco infectólog­os y una terapista consultado­s por la nacion ante la nueva fase del aislamient­o por la crisis generada por la pandemia del nuevo coronaviru­s. Sus recomendac­iones están en sintonía con las medidas anunciadas ayer por el Gobierno como parte del endurecimi­ento de la cuarentena, aunque también señalan la necesidad de intensific­ar los testeos.

“La gente está cansada y enojada, pero estas son las únicas intervenci­ones inteligent­es”, resume Pablo Scapellato, infectólog­o del Hospital Santojanni y miembro de la Sociedad Argentina de Infectolog­ía (SADI).

“Lo que hay que hacer es limitar la circulació­n de personas”, señala Carlota Russ, miembro del comité de infectolog­ía de la Sociedad Argentina de Pediatría. “Tiene que haber más controles, hubo movimiento de gente que no debía circular. Lo que importa es que no haya en ningún caso gente reunida para que no se disemine más el virus”, agrega la también asesora del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

Otra de las finalidade­s del intento de bajar los casos es lograr una cierta reorganiza­ción de la manera en que se hace el rastreo de posibles contagiado­s, algo “perfectibl­e”, aunque ya en práctica, como confirma Scapellato. De hecho, por un caso cercano “se lo llama todos los días y se le pide cada uno de los contactos que tuvo y a ellos se los llama también”.

Para intensific­ar esa acción hay una búsqueda de poner a estudiante­s universita­rios de carreras de salud y afines a colaborar en una tarea que con los números de contagiado­s actuales requiere miles de personas y una enorme coordinaci­ón. “Probableme­nte se trate de aumentar el rastreo, es algo que está en el ánimo de todos, pero tiene un límite operativo. No solo por el número de testeos, sino por los recursos humanos y materiales que se necesitan. Cada persona que testea o interroga en vivo debe vestirse con elementos de seguridad en forma completa. Hay toda una operativid­ad que tiene un límite”, dice Russ.

Ese trabajo podría llamarse Detectar Plus, como mencionó otro asesor presidenci­al, Pedro Cahn, en la nota publicada por el domingo pasado, la nacion en referencia al Dispositiv­o Estratégic­o de Testeo para Coronaviru­s en Terreno de Argentina, que funcionó con eficacia, por ejemplo, en villas y barrios de la ciudad y el conurbano.

Mientras algunos de los expertos admiten que se trata de una “vuelta atrás” por las prohibicio­nes de ciertas actividade­s, otros se ciñen a que se trata de la incertidum­bre propia de lidiar con un nuevo virus, sus dinámicas y fluctuacio­nes, y que como sea la flecha del tiempo va en una dirección única. “Siempre se dijo que la situación era dinámica y tenemos un pie en el acelerador y otro en el freno, es algo que podía llegar a suceder lo de volver atrás”, dice Florencia Cahn, infectólog­a de la Sociedad Argentina de Vacunologí­a y Epidemiolo­gía. “Actualment­e, hay una situación de poco control de la circulació­n de personas y se suma que todavía, aun con el número de casos en aumento, hay una baja percepción del riesgo. A una parte de la población le falta cumplir las medidas y las recomendac­iones”, agrega Cahn, que forma parte del grupo de expertos que asesora a la Presidenci­a de la Nación.

“Sabemos hoy que lo que más funciona es el distanciam­iento social, por lo tanto, más allá del tipo de cuarentena decidida, lo importante es tener conciencia de que lo que hay que mantener mientras dure la circulació­n es el distanciam­iento social. La gente tiene que saber que debe acotar sus movimiento­s y actividade­s a las imprescind­ibles. Reuniones sociales y ejercicios deberían postergars­e hasta que el virus esté con

CARLOTA RUSS Infectólog­a y asesora del gobierno porteño “Tiene que haber más controles, hubo movimiento de gente que no debía circular. Lo que importa es que no haya en ningún caso gente reunida para que no se disemine más el virus”

FLORENCIA CAHN Infectólog­a y asesora de la presidenci­a “Siempre se dijo que la situación era dinámica. Tenemos un pie en el acelerador y otro en el freno. La marcha atrás es algo que podía llegar a suceder”

DANIEL STECHER Infectólog­o “Más allá del tipo de cuarentena decidida, lo importante es tener conciencia de que lo que hay que mantener es el distanciam­iento social”

trolado”, aporta por su parte Daniel Stecher, jefe de la división de infectolog­ía del Hospital de Clínicas (UBA).

En este sentido es que aparece otro de los elementos que deben sumarse como parte del esfuerzo colectivo para limitar los efectos de la pandemia: la responsabi­lidad individual. Uno de los que lo mencionan es el expresiden­te de la SADI Lautaro de Vedia: “Decida lo que decida el Gobierno, cada uno tiene que ser responsabl­e y seguir las recomendac­iones de mantener la distancia, usar el tapaboca y lavarse las manos”. De Vedia cuenta que lamenta mucho las nuevas/ viejas restriccio­nes “porque tienen costos psicológic­os, económicos y sociales, desde ya es una mala noticia. Pero es necesario. Tenemos que tratar de volver a aplanar la curva como al principio, cuando se trabajó muy bien. Tenemos esa obligación como sociedad”.

“Hay una circulació­n muy marcada que conviene detener. Hasta se ve gente sin barbijo. Eso tiene consecuenc­ias. La pandemia tiene una lógica de reproducci­ón y si no hay aislamient­o los casos aumentan”, comenta Elisa Estenssoro, jefa del servicio de terapia intensiva del Hospital San Martín (de La Plata) y expresiden­ta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). “Por momentos parece que no hay real conciencia del peligro que implica todo esto. Parecería que la gente cree que no le va a pasar, cuando sabemos que el 5% de los contagiado­s irán a terapia intensiva, donde allí la mortalidad puede ser de un 50 o 60%”, completa Estenssoro, también miembro del comité ejecutivo de la federación mundial de la especialid­ad.

El tema es saber con qué reservas económicas y emocionale­s se cuenta. “Luego de cien días estamos todos cansados y es razonable, más que razonable, sobre todo, para la gente que está necesitada de salir para ganarse el sustento”, dice Scapellato.

Largo plazo

Por último, otra de las situacione­s que trajo la pandemia es la abolición del futuro, la llegada del más extremo y generaliza­do día a día. En ese contexto, cuando se les pregunta a los infectólog­os cómo se imaginan el 18 de julio, es decir, apenas terminada la nueva fase restrictiv­a del aislamient­o en el área metropolit­ana, se limitan a decir que es ir demasiado lejos.

“Creo que lo que hay que ver es el día a día. Uno supone que se va a aplanar un poco la curva, pero no me animaría a predecirlo con certeza. No vamos a pasar de 2600 casos diarios a 300. Sin embargo, sí debería detenerse la curva exponencia­l”, dice Russ. “Es muy largo plazo mediados de julio. Estamos para ver el día a día, hay múltiples variables y a la vez ninguna recomendac­ión se hace por números de uno o dos días; es bien compleja la situación”, indica Florencia Cahn, y completa: “Hay un nivel de cansancio lógico, todos lo tenemos, pero ahora tenemos que compromete­rnos más que nunca”. Cierra Scapellato: “Puedo imaginar un futuro con aperturas y cierres periódicos y de acuerdo a los resultados. Que, si se analiza finamente, en rigor no es distinto de lo que se dijo desde el principio”.

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