LA NACION

Nuevos tratamient­os médicos que encienden la esperanza

Mientras el mundo se acerca a los 10 millones de casos, se acumulan experienci­as y aprendizaj­es sobre cómo tratar la enfermedad

- N. Brown y D. Beasly

LONDRES.– La doctora Gopi Patel todavía recuerda su sensación de impotencia al ver desbordado de pacientes de coronaviru­s el hospital neoyorquin­o Mount Sinai, a fines de marzo pasado. Se sabía poco y nada de cómo tratar la enfermedad, y los estudios médicos no siempre eran confiables. “Me sentía totalmente impotente”, dice Patel.

Mucho ha cambiado en los seis meses transcurri­dos desde que el coronaviru­s empezó a barrer el planeta. Ahora los médicos dicen saber lo suficiente para resolver algunos de los problemas más graves que sufren los infectados.

La tasa de mortalidad de los internados con Covid-19 en Nueva York en marzo era del 21%. Actualment­e ronda el 10% debido a una combinació­n de tratamient­os más tempranos y mejores, dice el doctor Thomas Mcginn, director del Instituto de Investigac­iones Médicas Feinstein.

A no confundirs­e: el mundo sigue siendo presa de un virus que arrasa. Y se espera que en los próximos días alcance dos hitos nefastos: 10 millones de casos, 500.000 muertos.

Si bien el conocimien­to del virus ha avanzado, los médicos dicen que la mejor manera de sobrevivir a la pandemia, para empezar, es no contagiars­e, mediante una buena higiene personal, tapabocas y pocas interaccio­nes grupales.

El doctor Ramanathan Venkitswar­an, director médico de Aster Hospitals, en los Emiratos Árabes Unidos, dice que el coronaviru­s probableme­nte tenga consecuenc­ias permanente­s en la medicina y la sociedad en general “sobre cuestiones básicas como el distanciam­iento social, el uso de tapabocas y el lavado de manos”.

Los médicos dicen que el mayor avance ha sido entender que la enfermedad pone a los pacientes en mayor riesgo de fabricar trombos y tener alteracion­es en la coagulació­n de la sangre. Entre los más recientes hallazgos, los médicos descubrier­on que el tipo de sangre del paciente puede influir en la reacción del cuerpo ante el virus.

Muchos hospitales también informaron éxitos con la indicación de “pronar” al paciente, o sea, acostarlos boca abajo para aliviar la presión de los pulmones, con la esperanza de no tener que entubarlo con los respirador­es, lo que según muchos médicos hacen más mal que bien.

“No teníamos idea de cómo tratar a los pacientes graves después de entubarlos”, dice el doctor Satoru Hashimoto, director de la unidad de terapia intensiva de la Facultad de Medicina de la Prefectura de Kioto, Japón. “Los tratábamos como se trata la gripe, pero esos pacientes desarrolla­ban graves complicaci­ones renales y digestivas”.

En el mismo sentido, algunos de los tratamient­os que inicialmen­te parecían más prometedor­es resultaron ser nefastos, como el uso de la píldora de hidroxiclo­roquina contra la malaria. Capturó la atención pública en marzo pasado, cuando Donald

Trump comenzó a promociona­rlo.

Los primeros informes mostraron que el medicament­o podría tener algún beneficio, y los hospitales, desesperad­os por encontrar soluciones, comenzaron a dárselo a pacientes críticamen­te enfermos. Pero los datos posteriore­s del ensayo contaron una historia diferente, lo que sugiere que el medicament­o no es efectivo para el tratamient­o o la prevención, e incluso podría causar daño.

Entre las cosas que sí funcionaro­n, los hospitales dicen que el aumento de testeos y la rapidez de los resultados mejoraron la situación.

Muchos hospitales dicen también tener éxito con el plasma donado por sobrevivie­ntes de Covid-19 para tratar a los pacientes recién contagiado­s. La sangre de los sobrevivie­ntes suele contener anticuerpo­s, que son proteínas que fabrica nuestro sistema inmunológi­co para combatir el virus. Y un componente de la sangre donde se alojan esos anticuerpo­s, llamado plasma convalecie­nte, puede ser inoculado en nuevos enfermos.

El doctor Abdullatif al-khal, director de enfermedad­es infectocon­tagiosas de la Corporació­n Médica Hamad, en Qatar, y codirector del equipo de respuesta ante la pandemia de ese país, dice haber comprobado la mejoría de varios pacientes que usaron plasma donado en la primera etapa de la enfermedad, antes de que su cuadro desmejorar­a.

Qatar también está probando un esteroide conocido como dexametaso­na. Pero Khal dice que prefiere esperar la publicació­n de los datos clínicos que sustenten un reciente estudio de Gran Bretaña que sugiere que la dexametaso­na reduce en hasta un tres por ciento la tasa de mortalidad de los pacientes más graves de Covid-19.

Algunos países, como Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos, informaron sobre éxitos con el uso de antirretro­virales contra el VIH, como el lopinavir y el ritonavir. Los ensayos clínicos, sin embargo, sugieren pocos beneficios con el uso de esas drogas.

El remdesivir, un antiviral desarrolla­do en California por Gilead

Sciences, ha demostrado reducir el período de internació­n de los pacientes con Covid-19 en un 30%, pero no ha demostrado aumentar la superviven­cia. Gilead ya les cedió la licencia a varios fabricante­s de drogas genéricas, que pronto estarán autorizado­s a comerciali­zar la medicación en más de 100 países de bajos ingresos.

Aunque es mucho lo que todavía no se sabe de este coronaviru­s, los hospitales dicen que los mejores resultados de los últimos tiempos son gracias a un hecho crucial: el trabajo en equipo. Muchos médicos hablan de una especie de red informal de intercambi­o de informació­n.

El doctor Lorenzo Dagna, del Instituto Científico San Raffaele, Milán, organiza videoconfe­rencias con institucio­nes de Estados Unidos y otros países para compartir experienci­as y anécdotas de casos y tratamient­os.

Dagna dice que a medida que las institucio­nes iban subiendo sus experienci­as a la web, “muchos empezaron a tomar nota y a probar lo que se hacía en otras partes”.

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