El mundo normal está en otras cosas,
En la Argentina, la preocupación por defender principios básicos como el respeto a la propiedad privada o la seguridad ocupan más espacio y tiempo en la conversación pública que aquellos temas que permitirán insertarse con éxito en el siglo XXI.
Lo reflejó el banderazo del fin de semana pasado en 80 localidades y ciudades del país en rechazo al proyecto del Gobierno de expropiar Vicentin. A diferencia de la conclusión que extrajo el presidente Alberto Fernández, en esa manifestación quedó en claro que se defienden principios elementales como la propiedad privada y se reclama la independencia de poderes. No se apoya a una empresa que se declaró en default ni se pide impunidad. Aunque el anuncio de expropiación quedó en el freezer por el rechazo que provocó, en la coalición gobernante se mantiene la idea de crear una empresa del Estado que tenga cada vez más poder en el comercio de granos. Será la correlación de fuerzas políticas la que determine si esa intención prospera o no.
El otro aspecto de preocupación es la seguridad. Semana a semana se multiplican los ataques contra silobolsas sin que las autoridades municipales, provinciales y nacionales hayan esclarecido un solo caso. Simple vandalismo, robo o intención política son las conjeturas que están abiertas por la falta de respuesta del Estado. ¿Están esperando un hecho de sangre?
Esta situación es “inadmisible, en tanto destruye y atenta contra el trabajo y el esfuerzo de la comunidad agroalimentaria nacional” y “debe tener una respuesta rápida de las autoridades para brindar seguridad y proteger la propiedad privada”, dijeron en un comunicado esta semana más de 40 entidades de la cadena agroindustrial. Un llamado de alerta.
Bioeconomía
Mientras tanto, ocurren otras cosas. Se discute y se piensa cómo será el agro de los próximos años. Y en el país, a pesar de las dificultades, hay gente que tiene capacidad para hacerlo. Uno de esos ejemplos se dio en una conferencia vía zoom sobre bioeconomía y sustentabilidad en el primer eslabón de la cadena agroindustria, organizado por La Usina Social, con el apoyo del INTA y Universidades.
Pilu Giraudo, presidenta honoraria de Aapresid, destacó que hay una demanda creciente por calidad y cantidad de producción de alimentos, con menor impacto ambiental. Y que eso ocurre en el contexto de la adaptación y mitigación de los sistemas de producción al cambio climático.
“El conocimiento es clave para enfrentarlo”, dijo, y recordó que la Argentina tiene una base sólida con la siembra directa, que permitió la regeneración de los suelos, y ahora apunta a lograr una “agricultura siempre verde”.
Federico Bert, de Aacrea, explicó que la pandemia del coronavirus no detendrá las tendencias para el agro que ya se venían advirtiendo sino que las acelerará. “Hoy se está redefiniendo el qué y cómo se hacen las cosas” en el agro, dijo, y describió tres ejes de ese cambio: el ambiental, el tecnológico y el industrial. Por el primero, coincidió con Pilu Giraudo, en que hay una demanda muy fuerte por el respeto a la salud y al ambiente y que se necesita adaptar los sistemas de producción al cambio climático. En el segundo, explicó que hay una gran oferta de tecnologías, pero que su adopción es muy baja, lo que representa una gran oportunidad para cerrar esa brecha. “Las tecnologías digitales representan un desafío para los productores que no son nativos digitales”, señaló. No obstante, destacó que buena parte de esa tecnología se origina en el país y está a cargo de emprendedores locales. “Un ingeniero agrónomo de Chacabuco se une con un informático de Lincoln y juntos construyen una solución para el productor”, describió en un ejemplo. Y el tercer eje es de la industrialización y la transformación. “Es la posibilidad de que se generen nuevos productos, como la energía, que antes no se podía, o procesos de producción como la integración a cadenas de valor globales en la etapa de comercialización”, señaló. Explicó que la bioeconomía “desdibuja la frontera entre la producción primaria y la secundaria”.
Ramiro Costa, de la Bolsa de Cereales, sostuvo que la bioeconomía presenta oportunidades para la Argentina y que se incrementarán en los próximos años. “América latina va a ser un actor importante”, sostuvo, y destacó la necesidad de impulsar la “educación” y “superar los desafíos regulatorios”.
En tanto, Patricia Gorza, productora ganadera y delegada de la Federación de Asociaciones de Centros Educativos para la Producción Total (Facept), subrayó la necesidad de apuntalar la educación desde los niveles básicos y tener en cuenta al desarrollo de las personas. “No alcanza con producir más, no solucionamos todos los problemas”, dijo, si no se tiene en cuenta el impacto sobre la gente de las formas y del aumento de producción.
Hay otra frecuencia y hace falta sintonizarla.
La cadena agroindustrial advirtió que las autoridades deben brindar seguridad y proteger la propiedad privada