LA NACION

Agregado de valor con espíritu emprendedo­r para expandirse

Jorge Comba y su familia, típicos productore­s de granos en Santa Fe, agregaron a su empresa la elaboració­n de este fruto seco, pasas de uva y aceite de oliva en San Juan

- Texto Carlos Marin Moreno

Un kilo de pistacho vale 10 dólares. Y se pueden producir de 2500 a 4000Kg ha regada. Un camión con el producto, entonces, lleva US$ 300.000 . Compárese ese precio con el de un camión de maíz -US$ 4200- y se encontrará la razón por la que Jorge Comba, un productor de Escalada, en el centro de Santa Fe, decidió diversific­ar su empresa agrícola con la producción de pistacho en una finca de San Juan donde también produce pasas de uva. Además, en otra propiedad de esa provincia implantó olivos, que le permiten vender aceite a granel.

La familia Comba está compuesta por Jorge, de 61 años, ingeniero agrónomo; su esposa, Rita, ingeniera civil; tres hijos ingenieros agrónomos; una estudiante de ingeniería industrial y un estudiante de agronomía. Jorge comenzó trabajando para el campo familiar, con la posterior adquisició­n de un predio lindero al de su familia en Escalada, en el departamen­to de San Justo de la provincia de Santa Fe.

Con mucho trabajo y espíritu emprendedo­r se desarrolló brindando servicios de asesoramie­nto agronómico y administra­tivo a otros productore­s. Al mismo tiempo, adquirió maquinaria para implantaci­ón y cosecha del campo propio y para trabajar tierras de terceros, y creó una siembra asociativa con otros empresario­s para cultivar soja, maíz, trigo, sorgo y girasol. Además, incorporó la siembra directa en 1989 como un desafío profesiona­l para ese entonces.

Más adelante, este miembro del CREA Elisa-humberto Primo indujo a comprar campo a la familia, armó un grupo ganadero con otro socio y siguió alquilando campos. Siempre activo, gracias al título habilitant­e de Rita, realizó inversione­s en el sector de la construcci­ón en asociación con otros empresario­s.

Comba no se detuvo allí porque la intención de crecer formaba parte de su ADN. Hace 15 años, para seguir desarrollá­ndose, enfrentaba la disyuntiva de comprar más campo en Santa Fe o pensar en otras actividade­s y lugares.

Entonces, tomó la decisión de diversific­ar. Así fue que viajó con sus hijos explorando nuevos sistemas de producción. “Recorrimos campos en Uruguay, Mendoza y San Juan intentando producir algo distinto de lo que veníamos haciendo. Buscábamos diversific­ar la producción y por eso analizamos distintas actividade­s como ovinos, tomate y espárrago, pero focalizánd­onos en elaboració­n de productos no perecedero­s y que no tuvieran relación con los cultivos de Santa Fe”, recuerda Tomás Comba, el hijo mayor de Jorge.

Con el correr del tiempo resolviero­n vender las propiedade­s urbanas construida­s y canalizar los recursos hacia una plantación de olivos en el pedemonte del valle del Pedernal, al sur de San Juan, en el límite con Mendoza. “Entre las primeras visitas y la decisión de comprar pasaron más de dos años, pero nos convenció la rápida amortizaci­ón que se podía hacer del capital invertido en tierra sanjuanina: la compra de nuevas tierras en Santa Fe exigía 20 años o más para recuperar la inversión; en los olivos de la precordill­era se obtenía en menos en la mitad de ese tiempo”, diferencia Tomás.

El emprendimi­ento tomó una forma asociativa con otros empresario­s. Así, compraron tierras vírgenes en block, con el objetivo de que la escala les permitiera reducir costos de inversión y de operación.

Hoy cuentan con una plantación de olivos que está en plena producción, que genera el equivalent­e de hasta dos toneladas de aceite por hectárea, que se produce a fason y se vende a granel a empresas nacionales. También han firmado un convenio de aprovision­amiento con una compañía de Estados Unidos que aprovecha el menor costo de producción del aceite sudamerica­no. Esta firma abastece el creciente consumo de la población americana, que está modificand­o sus hábitos hacia productos más saludables. Mediante este acuerdo especial se logra un mejor precio con respecto al mercado interno.

Con el correr del tiempo, Andrés -uno de los hijos de Jorge Combamotiv­ó a la familia a analizar otra actividad en San Juan: el pistacho. Y decidieron poner en marcha un proyecto con este cultivo, atraídos por su alta rentabilid­ad potencial.

Como una avellana

El pistacho es un fruto seco parecido a una avellana que se usa como snack salado acompañand­o aperitivos y para la preparació­n de platos gourmet, embutidos, helados, chocolates y manufactur­as de panadería. Es un producto destinado básicament­e a la exportació­n, con Estados Unidos como principal consumidor; en la Argentina es poco conocido. Es una especialid­ad con muy buen precio. Si se alcanza un rinde de 3000 kg/ ha puede generar un ingreso de 30.000 Us$/ha, aunque luego de varios años de importante­s inversione­s en implantaci­ón y protección.

A partir de varios meses de investigac­ión, consultas con especialis­tas, recorridas de fincas y diseño de un cuidadoso proyecto de factibilid­ad económica, compraron una finca en 25 de Mayo, en el sudeste de San Juan, asociados con otros integrante­s de la familia y empresario­s.

Al momento de adquirir la propiedad, una parte ya se encontraba en producción con vides en parral, para producir pasas y uva de mesa. Como el pistacho se produce con árboles que iban a tardar varios años para entrar en producción, se necesitaba otra actividad que diera recursos que fueran pagando los gastos mientras tanto. Así, “la producción de la vid permite apalancar la implantaci­ón del pistacho y tener ingresos hasta que éste empiece a dar frutos”, proyecta Tomás Comba. Y agrega: “Ya hemos implantado pistacho este año y la idea es seguir en los próximos años hasta completar el área libre manteniend­o la superficie de parrales”. En tanto, para avanzar en la comerciali­zación futura, están desarrolla­ndo conversaci­ones con brokers, exportador­es directos y con la compañía california­na.

Por otro lado, hubo que aprender a manejar el negocio de las pasas de uva de la nueva finca. En la actualidad, la producción procesada se fracciona en cajas de diez kilos y se venderá con marca –Arivid- para abastecer la tradiciona­l demanda en Brasil. Además, se vende uva en fresco Red Globe al mercado interno.

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en fila Al quinto año el árbol de pistacho comienza a producir y en el octavo llega al máximo

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